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Falsas creencias en la revolución

Víctor Álvarez R

Nota de redacción:

VICTOR ALVAREZ: PREMIO NACIONAL EN LA MENCIÓN CIENCIAS SOCIALES.

Victor Alvarez

En el marco del II Congreso Venezolano de Ciencia, Tecnología e Innovación, el 9 de noviembre, otorgaron los Premios Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación a diez investigadores en sus distintas categorías. En la mención de Ciencias Sociales recibió el galardón Víctor Alvarez por ofrecer soluciones a problemas sociales concretos.

Hace diez años el Centro Gumilla publicó un estudio suyo en cooperación con Davgla Rodríguez A. sobre de diseminación científica con el título: DEL SECTOR CIENCIA Y TECNOLOGÍA A LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO (Temas de Formación Sociopolítica, Nº 38, 2003). El mismo aborda tópicos como el Sector Ciencias y Tecnología, los nuevos paradigmas, la innovación como proceso social, y el salto la a la Sociedad del Conocimiento. Nos congratulamos con su premio y les recomendamos la lectura de uno de sus últimos artículos: “Falsas creencias en la revolución”, aparecido el domingo último en el diario ÚLTIMAS NOTICIAS.

Falsas creencias en la revolución

Según datos  del BCV, al cierre de  2012, $290.000 millones de origen de venezolanos estaban depositados en el exterior: 160.000 del sector privado y 130.000 del sector público. Estas cifras revelan que tanto el capitalismo rentista como en el neorrentismo socialista, una buena parte del plusvalor internacional que Venezuela capta bajo la forma de renta petrolera, retorna al exterior no sólo a través de cuantiosas importaciones sino también por la vía de una permanente fuga de capitales. Esta patología del modelo de acumulación  extractivista-rentista se han exacerbado a raíz del creciente ingreso que comenzó a percibir el país gracias al aumento del precio del petróleo y de un mayor cobro de regalías. La abundancia de petrodólares ha prolongado la vida de un modelo económico basado en la importancia rápida y fácil postergando así el complejo pero seguro esfuerzo por impulsar a gran escala la actividad productiva. Si esto es así cuando sólo se extraen 3 millones de barriles diarios, imaginemos como será cuando se incremente el extractivismo petrolero hasta 6 millones en 2019. Solo un decidido esfuerzo por reducir el extractivismo e impulsar simultáneamente la industrialización de los hidrocarburos, minerales y demás materia primas, impedirá que la renta petrolera retorne a las grandes potencia a través del pago por los productos derivados que luego nos venden; o que se fugue a través de la sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, raspatarjetas y demás fraudes ilícitos cambiarios que han sido denunciados por altos funcionarios del Estado.

El déficit de ingresos fiscales que obliga a financiar con deuda un monto importante del presupuesto nacional, es otra manifestación del cuestionado modelo extractivista-rentista. Los auges de las rentas se traducen en un abundante ingreso fiscal que tiende a relajar la presión tributaria a las ganancias capitalistas. Así. En la Venezuela revolucionaria y socialista, la contribución de la empresa privada al fisco es considerablemente menor que en otros países cuyos gobiernos neoliberales consiente al capital nacional  y extranjeros, concediéndoles toda clase de incentivos fiscales. Pero aquí, además de la baja presión fiscal, también se benefician de la venta de dólares baratos a través de Cadivi y el Sicad, lo cual representan para la nación un sacrificio fiscal que se hace cada vez más difícil sostener.

Por si fuera poco, al cubrirse un monto importante del presupuesto y créditos adicionales con renta y no con impuesto, los actores económicos y sociales, en lugar de exigir transparencia y eficiencia en el manejo de los recursos, lo que hacen es pugnar por una mayor tajada de esa renta. Así, desde el cadivismo hasta los perniciosos subsidio a la gasolina, pasando por las gratuidades indebidas en el uso de un sistema vial sin peajes y de la adjudicación de viviendas q ni siquiera se pagan con trabajo comunitario, se pone en evidencia la exacerbada mentalidad rentista que considera esas distorsiones como una conquista popular, cuando en realidad se trata de prácticas populista y clientelares que en nada contribuyen a la conciencia revolucionaria ni a la corresponsabilidad social.

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