Cuatro especialistas de la Universidad Católica Andrés Bello ponen sobre la mesa algunas propuestas para superar la conflictividad y salirle al paso a una acentuada crisis de violencia que amenaza la convivencia ciudadana
Lo dijo recientemente Francisco Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB): “Venezuela atraviesa uno de los momentos de violencia más agudos” situación que, advierte, está relacionada con la represión estatal, la inseguridad personal, la violación de los derechos humanos y el deterioro de la calidad de vida.
“No puede hablarse de paz social cuando el gobierno no es capaz de garantizar los mínimos de salud, educación y alimentación de sus ciudadanos y pone a la sociedad en una verdadera crisis humanitaria. Eso implica una violencia atroz porque se están violando derechos humanos fundamentales” afirmó el sacerdote jesuita, luego de recordar la dramática huella que está dejando la criminalidad. “Avanzamos hacia los 19.000 homicidios por cada 100 mil habitantes, una cifra realmente espeluznante”, agregó.
Ante este panorama, la Universidad está en la obligación de alertar a los venezolanos sobre la crisis de conflictividad y proponer salidas para superarla.
Cuatro especialistas de la UCAB ofrecen su mirada experta sobre las causas del problema y plantean acciones en materia de derechos humanos, educación, justicia y política.
Reconstruir la institucionalidad, fortalecer la cultura y lazos cívicos, recuperar la imparcialidad de la justicia y educar para la pluralidad desde la escuela son algunas de las propuestas de Miguel Mónaco (Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas), Ligia Bolívar (Directora del Centro de Derechos Humanos), Pedro González (Subdirector del Centro de Estudios Políticos) y José Javier Salas (Director de la Escuela de Educación).
¿Qué hacer en materia de justicia?
Habla Miguel Mónaco. Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
“La falta de paz en lo legal se aprecia en la medida que los tribunales no se perciben como órganos imparciales para resolver los grandes conflictos de la sociedad, especialmente cuando tienen una relevancia política. Adicionalmente, los procesos judiciales son largos y costosos, lo que significa que el ciudadano común se ve limitado de acudir a éstos para la solución de sus disputas. Además, los crímenes quedan impunes, lo cual es un fuerte incentivo para que éstos se cometan e incluso agraven en cuanto al nivel de violencia con el que se ocurren.
Desde la perspectiva del acceso a la Justicia, para alcanzar la paz se requiere un profundo trabajo que permita retomar la confianza en los tribunales, lo cual sólo se conseguirá en la medida que éstos funcionen de manera imparcial y eficiente. Los ciudadanos deben percibir al sistema de justicia como un mecanismo efectivo para resolver sus conflictos. También es indispensable reducir los niveles de impunidad por medios institucionales efectivos, en todas sus fases, para reducir los altos niveles de criminalidad que sufre Venezuela en el presente”.
¿Qué hacer en materia de derechos humanos?
Habla Ligia Bolívar. Directora del Centro de Derechos Humanos
“La raíz fundamental de la conflictividad está relacionada con la ausencia de institucionalidad. Cuando las instituciones no funcionan los conflictos no se resuelven por la vía pacífica sino violenta. Un ejemplo típico es el de los linchamientos. En la medida que la gente ve que hay impunidad, que los delincuentes no son castigados, en esa medida trata de activar la justicia por su propia mano y eso acentúa el problema de convivencia.
Lo mismo aplica en el tema de los derechos humanos, que solo pueden tener vigencia en la medida en que las instituciones funcionan. En cualquier país del mundo –incluyendo los democráticos- ocurren violaciones a los derechos ciudadanos. La diferencia entre una democracia y un régimen que no lo es radica no en la cantidad de casos de violaciones a los derechos humanos sino en la capacidad del sistema para activar las instituciones, investigar y castigar a los responsables de esos hechos.
Por eso hay que recuperar las instituciones para garantizar la vigencia de los derechos fundamentales”.
¿Qué hacer en materia política y de cultura cívica?
Habla Pedro González. Subdirector del Centro de Estudios Políticos
“La democracia es un concepto mucho más amplio que una simple forma de gobierno “del pueblo para el pueblo”. La Democracia es una forma de vida. En democracia, los ciudadanos tienen la oportunidad de aprender y ayudarse unos a otros a formar los valores, pero para lograrlo es imperativo desarrollar cultura cívica para construir comunitariamente los valores y principios que determinaran esa forma de vida y nuestra relación con el resto de los ciudadanos, con nuestra historia y nuestro gentilicio. En la medida que estos valores se fortalecen, crece el vínculo entre el gobierno y el ciudadano: crece la democracia como forma de vida.
Conforme aumenta el interés de los ciudadanos en el gobierno y en los asuntos comunitarios aumenta también el interés mutuo del gobierno y los ciudadanos por desarrollar una cultura cívica activa fundamentada en los valores de la democracia y se refuerzan los lazos que identifican a los ciudadanos y al gobierno como una sola unidad de identidad.
Esta identidad supone que las personas son capaces de identificar cosas que las unen como partes de una comunidad que está por encima de las diferencias locales, sociales, políticas y étnicas. Sin esa identidad, por abstracta que sea, el funcionamiento del país como un Estado nacional sería muy difícil, puesto que las personas no concederían legitimidad y tendrían dificultades para aceptar la autoridad de los gobernantes y las instituciones públicas”.
¿Qué hacer en materia educativa?
Habla José Javier Salas. Director de la Escuela de Educación
“La ausencia de profundidad académica, de calidad didáctica, de construcción del ciudadano reflexivo o de la preparación efectiva para la vida universitaria, técnica o laboral no forman parte de la discusión sobre los problemas a atender, aunque son los pilares de una paz verdadera.
La educación es vital para ello. Sólo la educación fortalece la visión compartida de la realidad, el juicio cierto de los hechos que afectan a unos más que a otros. Sólo la educación derriba las fronteras de las clases sociales tendiendo puentes que impulsan el desarrollo y el país de oportunidades que queremos.
Esto es tan importante que el gobierno ha diseñado libros que intentan disfrazar la realidad y hacer de la educación una forma de sembrar ideologías político partidistas que permitan su perpetuidad en el poder.
Por eso nuestra tarea es clara: fomentar el principio constitucional: educar para la pluralidad de pensamiento y el fortalecimiento de la democracia”.
*Universidad Católica Andrés Bello