Hildebrand Breuer
Hoy es difÃcil encontrar grupos y personas que hagan vida en la oposición que no admitan, aunque sea a regañadientes, que se han cometido errores profundos, y desaprovechado oportunidades únicas.
Comencemos por su propia definición. La oposición venezolana se ha encerrado a sà misma en una autodefinición negativa, y mientras se impide ser disidencia, se ha concentrado sólo en oponerse al gobierno. Consecuencias inmediatas de ello serán: el convertirse en un conglomerado cuantitativamente importantÃsimo, pero cualitativamente estéril a la hora de construir y diseñar polÃticas alternativas, no necesariamente porque adolezca de capacidades para hacerlo, sino porque su función es esa, sencillamente oponerse. La segunda consecuencia, y posiblemente la más trágica e importante, es que su periodo de vida como grupo de pensamiento y construcción de ideas, depende y está totalmente determinado por el propio periodo de vida democrático que tenga el gobierno al cual se opone.
Quienes piensen que nosotros estamos inscritos en la dinámica normal de toda democracia, en la que hoy unos son gobierno y mañana oposición, creemos que pueden estar equivocados. Eso funciona asà en Estados con una sólida institucionalidad y en que el estado de derecho no es puesto en duda en las primeras de cambio, lo cual no es claramente nuestro caso. Por lo que a la oposición venezolana, a la disidencia de este gobierno le toca esa tarea a la que se han resistido todas las oposiciones anteriores: pensar un paÃs que trascienda a los hombres del instante, y pueda vivirse a largo plazo.
Los estudiantes que tomaron las calles desde mayo de 2007, como consecuencia del caso RCTV, son uno de los fenómenos sociales más interesantes que han surgido en los últimos años, pero estamos persuadidos de que aunque ha tenido consecuencias polÃticas, aún no ha llegado a ser un fenómeno polÃtico. Fue asociado de inmediato a la oposición polÃtica por parte del gobierno, y sin duda asà iba a ser, en un intento por deslegitimar caras nuevas conectándolas con el pasado, y entendiendo la repercusión que podÃa tener el estudiante venezolano, hasta ahora bastante desvinculado del escenario polÃtico tan polarizado. Pero lo polÃtico, no terminó de cuajar. Por el contrario, cayendo a veces en la trampa del gobierno, muchos de los mismos voceros estudiantiles terminaron rechazando cualquier matiz polÃtico, vaciando definitivamente el movimiento de su posible contenido polÃticamente alternativo que tanta falta hace. Es probable que algunos en ese momento no se hayan dado cuenta de que aceptar y promover esa fobia a todo lo que parezca polÃtico, trae una contradicción tremenda cuando se está incursionando en un terreno que querámoslo o no, es polÃtico.
Una cosa muy diferente es mantenerse independientes de la injerencia de los Partidos PolÃticos en sus decisiones.
A esta generación estudiantil se la ha querido comparar con aquella emblemática generación de 1928 que tuvo que enfrentarse a dos gobiernos militares y en dos momentos además muy distintos. Contra Gómez, como muchachos inconformes, solidarios y enamorados de las ideas polÃticas y de libertad que pululaban en los espacios intelectuales del mundo. CÃrculos de lectura, debates y escritos, en un paÃs en el que eso y más era castigado. Después de Pérez Jiménez, cosecharon todo aquello que otrora habÃan pensado. Para lo bueno, o para lo no tan bueno. Creamos que hubo democracia o creamos como lo hizo Uslar que no tuvimos más que un régimen de libertades.
Un momento nuevo está aquÃ, si es que todos los momentos no lo son y lo decimos además sin ánimo de hacer epopeyas. El estudiante y el joven venezolano en general, está llamado y tiene además la oportunidad de pensar un paÃs, construir un futuro que nos hale y nos indique al menos hacia dónde queremos llegar. Los estudiantes, los universitarios, los jóvenes venezolanos, deben verse en el espejo de una oposición que no ha sabido leer lo que sucede, y de un gobierno que no pocas veces ha mancillado los ideales sociales que profesa en su discurso. No se trata de que carguen con la responsabilidad y los problemas del paÃs, sino que se preparen correctamente para hacerlo, porque muchos de ellos sin ninguna duda lo harán.
No deben los estudiantes que han obtenido el reconocimiento del paÃs, sean del sector que sean, empalagarse y olvidar que demasiado queda todavÃa por caminar. Deben promover los trabajos y la preparación en las bases, asà como prepararse ellos mismos con solidez. Deben cuidar con mucho celo no copiar los modelos que justamente dicen querer sustituir, donde las decisiones de muchos las toman pocos, y en los que se evita que los más talentosos lleguen a los puestos de dirección, dando paso a los mejor relacionados o más apoyados no precisamente desde las bases.
Si los jóvenes venezolanos de hoy, logran asimilar estos mensajes, que cada vez más y con mayor intensidad se hacen presentes, estarán labrando un futuro distinto al que han tenido que vivir hasta hoy. De lo contrario, asistirán al penoso espectáculo en el que deberán reprimir mañana, a jóvenes que habrán retomado el grito que ellos hoy han levantado.