Por Alfredo Infante, s.j.*
Dios no actúa unilateralmente. Él escucha, se conmueve, llama, se encuentra, dialoga, delibera y acuerda una alianza con su pueblo, alianza de vida, cuya clave es la escucha mutua, recíproca.
El drama de Israel es que cierra sus oídos a la voz de Dios, quebranta la alianza, sus líderes violan la Constitución, hacen del poder un ídolo, oprimen a su pueblo y la convivencia social se degrada, con la injusticia y la desigualdad de una gran mayoría.
María y su prima Isabel son ese resto que, en medio de la adversidad y contra todo pronóstico, mantienen la esperanza y escuchan la voz de Dios. Isabel es anciana y estéril como Israel, pero su fe la lleva abrir caminos de fecundidad y su escucha creyente fecunda su seno y engendra al gran profeta Juan Bautista, llamado a preparar el camino del Señor.
En Venezuela, hay un déficit de escucha y diálogo en todos los ámbitos: en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en la política; y ese déficit de escucha fragmenta la convivencia y nos va llevando al barranco. El déficit de escucha exalta los egos y los apetitos de poder, y termina generando una gran injusticia y desigualdad.
“Escucha, Venezuela. No cierres tus oídos”.
Fuente:
– Este artículo ha sido originalmente publicado en el Boletín del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco N° 168, del 2 al 8 de diciembre de 2022.