Noel Álvarez
El general Collin Powel dijo que, los mediocres cumplen órdenes y esperan. Los mejores, no necesitan pedir permiso, tampoco el líder espera que le pidan permiso. Si usted es una persona de honor y trata de ser querido por todos es un signo de mediocridad que lo llevará a eludir las decisiones difíciles y precisamente allí es donde se pone en práctica el liderazgo, según el general.
“Ejecutivos líderes afirman que el verdadero trabajo del líder no es el ser el organizador principal, sino el desorganizador principal”, continúa el ex militar. Un buen líder debe confrontar a quienes deben ser confrontados. El liderazgo no emerge de obedecer ciegamente a nadie. Barry Rand, de Xerox, estaba en lo cierto cuando alertó a su gente diciéndoles: “Si usted tiene un “yes man”, trabajando para usted, uno de los dos sobra en la organización”.
Los líderes efectivos articulan valores y metas vívidas y exigentes, las utilizan para influenciar la conducta diaria de las personas y escogen entre las diferentes alternativas disponibles. Su visión y sus prioridades son sencillas pero motivadoras, carentes de complejidad y de palabras altisonantes. Sus decisiones son concretas y claras, sin muestras de ambigüedad. Transmiten firmeza y consistencia con sus acciones, alineadas con el futuro que han dibujado. ¿El resultado? “Claridad y constancia en el propósito, credibilidad en el liderazgo, e integridad en la organización”, dice Powel.
Los buenos líderes no esperan por la aprobación oficial de su organización antes de probar nuevos enfoques; son prudentes, pero no atolondrados. Su experiencia les ha enseñado una realidad que se vive en las organizaciones: “si se toma el tiempo necesario para pedir permiso a suficiente gente, inevitablemente encontrará a alguien que piensa que su trabajo es igual a “cero”. No pregunte”, expresa la máxima autoridad militar de USA durante la Guerra del Golfo.
“Ser responsable a veces significa molestar a algunas personas”, dice el general. Un buen liderazgo involucra responsabilidad por el bienestar del grupo, lo que significa que algunas personas se molestarán por sus acciones y sus decisiones. Los líderes efectivos delegan y facultan a otros en forma liberal, pero mantienen una mirada vigilante en los detalles, todos los días. Luego añade: “observe a entrenadores deportivos como Tony la Rusa, Jimmy Johnson, Pat Riley, John Wooden, entre otros”. Los malos son aquellos que se auto denominan “visionarios progresistas” y se comportan como si estuvieran “por encima” de los detalles operativos.
Harry Truman estaba en lo cierto: “aquellos en posición de responsabilidad están muy solos”. “Sea usted el presidente de una organización empresarial, Presidente de un país o quien encabeza un proyecto, el camino termina allí. He visto muchos pseudo líderes que eluden esta responsabilidad”, dice Collin Powel. Aun cuando usted haya creado una cultura corporativa de amplia colaboración, “prepárese para la soledad”, si no toma la decisión que su país o su empresa necesitan.
Elegí esta opinión del General Powel porque ratifica la tesis que yo he venido sosteniendo desde hace unos cuantos años: en Venezuela tenemos muchos dirigentes pero pocos líderes. Me hubiera gustado pulsar la opinión de los cultores de la democracia venezolana para saber cómo ellos habrían actuado ante una situación como la que estamos viviendo. Me parece que, mientras la dirigencia siga operando basada en estudios de opinión, es decir, levantando el dedo para ver hacia qué lado sopla el viento, tendremos el rumbo perdido. Como dicen Powel y a quien él parafrasea: el líder debe ser un gran desorganizador. Eso va en línea directa con mi pensamiento, cuando afirmo que un líder debe ser, una persona capaz de abandonar su zona de confort, dar un paso al frente, sumergirse dentro del marco de la incertidumbre y construir un nuevo camino de esperanza para él y también para quienes lo acompañen. Mi interrogante final es ¿Conoce usted, en Venezuela, un desorganizador que sea capaz de organizar el caos?