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¿Es la ideología de género una amenaza a la democracia?

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Por Pedro Pablo Fernández

El papa Benedicto XVI, de una manera clara y sintética, nos ha recordado que el ser humano con el ateísmo pretendió negar la existencia de Dios; con el materialismo, las exigencias de la libertad; y con la ideología de género, las de su propio cuerpo. El hombre moderno, entonces, se declara un dios que se autocrea, pero ¿qué significa esto en la práctica?

La ideología de género es una ideología totalitaria que amenaza a la democracia. Está diseñada para manipular a las mujeres y a los homosexuales con objetivos políticos. Ernesto Laclau escribió un libro, Hegemonía y estrategia socialista, que es considerado una piedra fundacional del posmarxismo.

Laclau plantea que aquella tesis marxista, donde el antagonismo crucial de la sociedad es la lucha de clases, dejó de ser verdad. Los trabajadores dejaron de ser una clase homogénea y explotada. Hoy existen trabajadores profesionales y obreros calificados muy bien pagados. Así, Laclau propone: “… redefinir el proyecto socialista en términos de una radicalización de la democracia; es decir, como articulación de las luchas contra las diferentes formas de subordinación –de clase, de sexo, de raza”.

El marxismo en el pasado, y lo que llaman neomarxismo en el presente, buscan alcanzar sus objetivos políticos generando conflictos y eso le hace mucho daño a la sociedad y a la democracia. En lugar de buscar la armonía y el encuentro entre los seres humanos, buscan el conflicto y el enfrentamiento entre unos y otros. Antes era obreros contra patronos, ahora es pobres contra ricos, negros contra blancos, mujeres contra hombres, homosexuales contra heterosexuales.

La homofobia es una enfermedad que debe ser enfrentada por la sociedad con firmeza

La lucha en contra de la discriminación a personas por su inclinación sexual y la defensa de su dignidad está plenamente justificada. El problema surge cuando aparecen las ideologías para manipular e incitar el enfrentamiento en la sociedad con el fin de lograr objetivos políticos. El problema es cuando esa lucha legítima es manipulada con fines políticos.

El marxismo ateo pretendió negar la existencia de Dios. Negar a Dios tiene algún sentido. Al final, creer en Dios es un acto de fe. Ahora bien, la ideología de género pretende desconocer la naturaleza. Desvincular el sexo de la biología y pretender que las diferencias entre hombre y mujer no provienen de la naturaleza biológica y psíquica del ser humano, sino de una construcción cultural, a partir de los roles y estereotipos que se asignan a los sexos, es un absurdo que no se puede sostener.

Veamos algunos casos concretos.

En Argentina cada quien puede crear su propia identidad sexual y tiene derecho a que el Estado se la reconozca. Una persona puede ser hombre o mujer, de acuerdo con su autopercepción, aunque no se corresponda con su sexo biológico, con el sexo verificado en su acta de inscripción de nacimiento, ni con su apariencia. Es decir, el Estado reconoce como mujer a un hombre que se autopercibe mujer, aunque no se haya sometido a tratamientos médicos, quirúrgicos u hormonales. Los padres al llevar a su hijo al registro civil tienen la opción de colocar M si es masculino, F si es femenino o X, si prefieren esperar a que su hijo escoja su sexualidad cuando sea más grande.

En la provincia de Córdoba, un preso declaró que se autopercibía mujer. El Estado inmediatamente lo reconoció como tal y lo trasladó a una cárcel de mujeres. El hombre estaba preso por violencia sexual, en la cárcel de mujeres violó a una presa y la embarazó. A ese hombre, ahora reconocido por el Estado como mujer, no lo pueden regresar a la cárcel de hombres.

En Canadá un hombre de 53 años declaró que se autopercibía como una niña de 7 años. El Estado, que cuida y protege a esos seres humanos que sufren mucho por sus problemas de identidad de género, lo reconoció como tal. Hoy ese hombre de 53 años acude a un preescolar con niños y niñas de esa edad.

¿Quién asegura el bienestar de los otros niños? Si ese hombre de 53 años comete actos lascivos con algún niño del preescolar no podrá ser procesado porque el Estado lo reconoce como una niña de 7. Esto se llama trastorno dismórfico corporal y síndrome de Peter Pan. Es un trastorno psiquiátrico que debe tratarse, no aceptarse.

El Gobierno de Canadá, con el fin de ser “políticamente correcto” y estar a la moda, legaliza peticiones absurdas de unas personas que están enfermas.

La ideología LGBT ataca a la religión y busca destruir la familia

La religión y la familia representan, como instituciones, dos de los obstáculos que con más fuerza se oponen a los totalitarismos. Por eso el marxismo definió la religión como el opio del pueblo y el nazismo desarrolló todos los medios psicológicos para quebrar la solidaridad dentro de la familia y sustituirla por una solidaridad al Führer.

Por su parte, la ideología de género busca destruir la familia porque es ahí donde se desarrollan valores de libertad y comunión. Si el matrimonio y la familia desaparecen, igual suerte corre la sociedad.

La familia es el lugar donde los niños aprenden a socializar, donde adquieren disciplina y respeto. La psicología ha demostrado que los niños que crecen en un ambiente familiar con figuras masculinas y femeninas con quienes el niño y la niña se sienten seguros son más inteligentes, tienen mejores coeficientes intelectuales, mejor capacidad lingüística y cognitiva, tienen mayor autocontrol, más autoestima, tienen sentimientos de compasión por los demás.

Los ataques al cristianismo por parte de la ideología LGBT se explican cuando uno lee a Ernesto Laclau y se da cuenta de que detrás de todo hay una agenda política con objetivos perfectamente definidos.

¿Es la ideología de género una amenaza a la democracia?

La civilización occidental le debe demasiado a la religión y los homosexuales y las mujeres también

En otras culturas, con otras religiones, las mujeres no valen nada, a las mujeres infieles las matan a pedradas y a los homosexuales los condenan a muerte. Hay 67 países en el mundo que castigan la homosexualidad con cárcel y ocho con pena de muerte.

¿Qué tienen en común estos 75 países? Son países en donde el cristianismo no ha tenido ninguna influencia, o no ha sido el fundamento de la sociedad desde el punto de vista cultural.

Es absurdo que los grupos LGBT ataquen al cristianismo como lo hacen cuando en los únicos países en que pueden manifestar su sexualidad es precisamente en aquellos que tienen una herencia judeocristiana. Donde no hay cristianismo no pueden protestar, ni siquiera pueden existir porque los meten presos o los condenan a muerte. Y lo mismo pasa con las feministas.

El valor que le damos a la vida en el mundo occidental se le debe al cristianismo. Asesinar a un ser humano por sus gustos sexuales o a una mujer por infiel es absolutamente incompatible con esa religión.

Solo en los países donde la cultura ha sido influenciada por el cristianismo, a los homosexuales se les reconoce su dignidad y su derecho a vivir su intimidad de la forma que quieran. La civilización occidental le debe todo al cristianismo. Nuestro concepto de justicia y de perdón. Antes del cristianismo la justicia era venganza, la ley del talión “ojo por ojo, diente por diente”.

Un mundo sin Dios es un mundo sin límite porque no tienes a quien responderle. Sin nada trascendente terminamos en un mundo en el que todo vale. Un mundo así, le abre las puertas al totalitarismo.

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