El director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) analiza la realidad de la nación sudamericana
Carlos Zapata
La crisis humanitaria es una realidad cada vez más tangible. Y a medida que se agudiza crece también la obstinación del gobierno de Nicolás Maduro por impedir que exista cooperación internacional hacia el país. ¿La razón? La necesidad de mantener una dependencia cada vez más acentuada hacia las dádivas que, en voz del expresidente de los obispos, Diego Padrón, “engendra mendicidad”.
La conclusión se desprende del análisis del académico e intelectual Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB (CIEP), quien presentó los escenarios posibles de “transición hacia la democracia”, durante un evento organizado por la casa de estudios superiores al que acudió Aleteia.
Alarcón considera que el gobierno seguirá bloqueando las ayudas, porque tanto el hambre como las necesidades puntuales de la población, en la circunstancia actual, le sirven al gobierno para “sacar ventaja populista”.
Su visión coincide tanto con la opinión del expresidente del Episcopado venezolano y arzobispo de Cumaná, como con la óptica del economista Luis Vicente León, presidente de la conocida firma de estudios de opinión Datanálisis, quien estima que la administración Maduro se fortalece con una población “más pobre y más dependiente de las migajas”.
También apunta en esa línea de razonamiento el analista Felix Seijas, director de la firma que lleva su apellido, según la cual, el uso de las cajas con alimentos a través de la medida populista de entrega de los CLAP, le ha servido para convertir en votos no pocas “migajas” entregadas en algunos de los sectores más afectados por la hiperinflación y la escasez de alimentos y medicinas.
Al analizar la coyuntura nacional, Benigno Alarcón advierte que es “cada vez más difícil que Venezuela avance hacia la democracia”. Sustenta su tesis en el hecho de que el Gobierno empieza a “escoger su propia oposición”, cerrando de este modo las posibles salidas electorales a la aguda crisis que enfrenta la nación sudamericana.
Si bien matiza que “la oposición no está prohibida”, insiste en que “hay una clara tendencia a seguirla prohibiendo”. Recuerda en este aspecto los bloqueos que desde la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), calificada de inconstitucional por la Iglesia y desconocida por un centenar de países, realizan hacia los partidos opositores con mayor número de militantes y activismo.
Señala el especialista que Venezuela avanza con trepidación hacia una “autoritarismo económico”, no solo en forma sino también en fondo y muestra la involución en el último lustro de una mutación que va desde “regímenes híbridos” hacia un claro “autoritarismo hegemónico” cargado de limitaciones y que coarta abiertamente todo tipo de libertades.
Explica que esa situación se encuentra caracterizada por la restricción de partidos políticos y sus actividades, la selección de autoridades por las élites que gobiernan, cargada de “mecanismos fraudulentos”; así como por la convocatoria intempestiva de elecciones adelantadas, para asegurar resultados electorales. Algo que en la víspera calificó la Iglesia de ilegal imposición de la Constituyente y “despropósito ético”, como parte de un circo distractor mientras la gente “muere de hambre”.
Sostiene Alarcón que el gobierno de Nicolás Maduro cierra las vías institucionales para resolver el conflicto político actual y advierte el peligro de un escenario que incluya una vía de facto. Al respeto, destaca que apuntan “hacia unas elecciones que no son competitivas”, al tiempo que alimentan la desesperanza en el elector para incentivar la desmovilización de los ciudadanos y los sectores que le hacen oposición.
Señala además que “el sector militar juega un rol fundamental”, bien para consentir abusos y apoyarlos, o para combatirlos e impedir la consolidación de un fraude, algo para lo que considera: la oposición debe estar preparada.
En este sentido, estima el académico que la unidad de los factores opositores –hoy con severas fracturas- es clave en la articulación de una respuesta que acompañada por la comunidad internacional, le sea útil para enfrentar los peores escenarios en los próximos meses.
Salida electoral
Sin embargo, considera que no debe descartarse la democratización por la vía electoral. Tras recordar los casos de Ucrania, Chile y Perú, puso en contexto la futura gira del jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Rex Tillerson, quien intentará armar un frente unido para restaurar la democracia en Venezuela.
Estima que, en ese contexto, deberán darse al menos tres condiciones esenciales: una candidatura única de amplio consenso, el establecimiento de una campaña dirigida a los sectores que aún dudan acerca de si vale pena votar o no, y de si lo harán por la oposición. Amén de contar con una estrategia de reacción en caso de que ocurra una elección presidencial “potencialmente fraudulenta”.
En ese caso, destacó la necesidad de que los ciudadanos estén organizados para que sean protagonistas de un cambio en el que no se pueden dar el lujo de permanecer en actitud pasiva o en silencio.
Alarcón recordó la célebre cita de Clemenceau, quien dijo que “la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares” y llamó a rediseñar el discurso periodístico y la narrativa hacia una visión esperanzadora y positivista, por cuanto el “derrotismo desmoviliza”.
Si nos convencemos de que nada se puede hacer, entonces estaremos condenados al fracaso, dijo. Por ello, insistió en que el enfoque, aunque debe ser siempre realista, debe mostrar también lo mucho que puede y debe hacer la población en conjunto para conquistar las garantías democráticas que le permitan recuperar la libertad y la justicia.
Fuente:
https://es.aleteia.org/2018/01/31/es-cada-vez-mas-dificil-en-venezuela-avanzar-hacia-la-democracia/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es