Elisabetta Piqué
La Nación | GDA
“Dios es bueno conmigo, me da una sana dosis de inconciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer”. “Una cosa que me dije desde el primer momento fue: ‘Jorge, no cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo”. Son algunas de las frases que el papa Francisco pronunció en una entrevista exclusiva con La Nación de Argentina.
El ex arzobispo de Buenos Aires, que el 17 de diciembre cumplirá 78 años de edad, dijo que la reforma de la curia romana en curso no estará lista el año próximo, como se especulaba. Admitió que “falta mucho todavía” para terminar el trabajo de limpieza emprendido en el Vaticano y habló con gran naturalidad de las resistencias que enfrenta, que no le preocupan.
“La resistencia ahora se evidencia, pero para mí es un buen signo que las ventilen, que no las digan a escondidas cuando uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas, es muy sano”, aseguró en una entrevista el jueves en la suite número 201 del segundo piso de la Casa de Santa Marta, su hogar desde que fue elegido al trono de San Pedro el 13 de marzo de 2013.
Accesible, de buen humor y relajado, Francisco no eludió temas candentes y reveló que en 2015 viajará a tres países de América Latina, que prefirió no mencionar, y por primera vez al continente africano.
—El reciente sínodo extraordinario de obispos sobre la familia dejó a la luz dos visiones de Iglesia, con un sector abierto al debate y otro que no quiere saber nada. ¿Usted qué piensa?
—No diría que la cosa es tan así. Es verdad, uno simplificando podría decir que había unos más de este lado, o más del otro. Pero en un plano de búsqueda de la verdad, usted me puede preguntar “¿pero hay algunos que son completamente tercos en sus posturas?”. Y, sí, alguno habrá. Pero eso no me preocupa. Es cuestión de rezar para que los convierta el Espíritu, si es que hubo algunos de esos. Lo que sí se sintió es una búsqueda fraternal de cómo enfrentar problemas pastorales de la familia. La familia está muy golpeada, los jóvenes no se casan. ¿Qué pasa? Después, cuando vienen a casarse, que ya están conviviendo, creemos que con tres conferencias los preparamos para el matrimonio. Y eso no basta porque la gran mayoría no son conscientes de lo que significa el comprometerse para toda la vida. Benedicto XVI lo dijo en el último año dos veces, que habría que tener en cuenta para la nulidad matrimonial qué fe tuvo esa persona cuando se casó. Si era una fe general, pero sabía perfectamente lo que era el matrimonio, como para conferírselo a la otra persona. Y eso es una cosa que debemos estudiar a fondo, cómo ayudar.
—Los sectores conservadores, sobre todo en Estados Unidos, temen un desmoronamiento de la doctrina tradicional, dicen que el sínodo creó confusión porque si bien habló de “elementos positivos” en convivencias y en las parejas homosexuales en el borrador, luego hubo marcha atrás.
—El sínodo fue un proceso y el borrrador recogía todo. Nadie habló de matrimonio homosexual en el sínodo. Lo que sí hablamos es cómo es una familia que tiene un hijo o una hija homosexual, cómo lo educa, cómo lo lleva, cómo se ayuda a esa familia a llevar adelante esta situación un poco inédita. O sea que en el sínodo se habló de la familia y de las personas homosexuales en relación a sus familias, porque es una realidad que a todo rato encontramos en los confesionales: un padre y una madre que tiene un hijo o hija así. A mí me tocó varias veces en Buenos Aires. Y bueno, hay que ver cómo ayudar a ese padre o a esa madre para que acompañen a ese hijo o hija. Eso es lo que se tocó en el sínodo. Por eso alguno habló de elementos positivos en el primer borrador. Pero era un borrador relativo.
—Para toda América latina es un orgullo inmenso tener al primer papa latinoamericano. ¿Qué espera usted de América Latina?
—América Latina viene recorriendo un camino desde hace tiempo, desde la primera reunión del Celam. Monseñor Larraín, chileno, el primer presidente del Celam, ya muerto, le dio un gran impulso. Fue la conferencia de Río, después Medellín, después Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Son hitos que el episcopado latinoamericano fue haciendo, colegialmente, con metodologías distintas. Primero tímidamente. Pero este camino de 50 años no se puede ignorar porque es un camino de toma de conciencia de una Iglesia en América Latina, y de maduración en la fe. Junto con este camino se desplegó también una gran inquietud por estudiar el mensaje guadalupano. La cantidad de estudios sobre la Virgen de Guadalupe, sobre la imagen, sobre el mestizaje, sobre el Nican Mopoua, es impresionante, es una teología de fondo. Por eso al celebrar el día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, el 12 de diciembre y los 50 años de la Misa Criolla, estamos conmemorando un camino de la Iglesia latinoamericana.
—Un reciente sondeo (Pew) que hubo, y más allá del “efecto Francisco”, certificó que sin embargo hay católicos que siguen yéndose.
—Conozco la estadística que dieron en Aparecida, es el único dato que tengo. Evidentemente hay varios factores que intervienen en eso, externos a la Iglesia. Por ejemplo, la teología de la prosperidad, por poner un ejemplo, inspira muchas propuestas religiosas que atraen gente. Pero luego la gente queda a mitad de camino. Pero dejando afuera lo externo a la Iglesia, me pregunto ¿cuáles son las cosas nuestras, dentro de la Iglesia, que hacen que los fieles no se sientan satisfechos? Y es la falta de cercanía, y el clericalismo. La proximidad es el llamado hoy al católico, a salir y hacernos próximos a la gente, a sus problemas, a sus realidades. El clericalismo, se lo dije a los obispos del Celam en Río de Janeiro, frenó la madurez laical en América Latina. Donde los laicos son más maduros en América Latina es precisamente en la expresión de la piedad popular. Pero organizaciones laicales siempre estuvieron con el problema del clericalismo. Yo hablé de esto en la Evangelii Gaudium.
—¿La renovación de la Iglesia a la que usted llama desde que fue electo y justamente en la Evangelii Gaudium, apunta también a buscar a estas ovejas perdidas y a frenar esa sangría de fieles?
—No me gusta usar esa imagen de la “sangría” porque es una imagen muy ligada al proselitismo. No me gusta usar términos ligados al proselitismo porque no es la verdad. Me gusta usar la imagen de hospital de campo: hay gente muy herida que está esperando que vayamos a curarle las heridas, heridas por mil motivos. Y hay que salir a curar heridas. Hay gente herida por desatención, por abandono de la Iglesia misma, gente que está sufriendo horrores.
—La semana que viene vuelve a juntarse el G9, el grupo de 9 cardenales consultores que lo ayudan en el proceso de reforma de la Curia y en el gobierno universal de la Iglesia. ¿Para 2015 va a estar lista la famosa reforma de la Curia?
—No, el proceso es lento. La reforma de la Curia lleva mucho tiempo, es la parte más compleja.
—¿Es decir, no va a estar lista en 2015?
—No. Se va haciendo de a pasitos.
—A la vuelta de Corea del Sur, ante una pregunta dijo que esperaba en dos o tres años “ir a la casa del Padre” y mucha gente se quedó preocupada por su estado de salud, pensando que estaba enfermo o algo por el estilo. ¿Cómo está? ¿Cómo se siente?
—Tengo mis achaques y a esta edad los achaques se sienten. Pero estoy en manos de Dios, hasta ahora puedo llevar un ritmo de trabajo más o menos bueno.