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Entre la crisis y la desesperanza: radiografía de la diáspora venezolana

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Pedro Pablo Peñaloza

David Márquez se formó para salvar vidas en la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, jamás pensó que pondría en peligro la suya propia por el simple hecho de cumplir su juramento. “Familiares de pacientes se molestaban por el retraso de las operaciones y te amenazaban de muerte, sin contar con la violencia cotidiana que se sufre en las salas de emergencia de los hospitales”, relata el médico de 35 años.

Ahora Márquez vive en Madrid. “Me fui buscando tranquilidad”, dice. Pero no solo eso. “En Venezuela no veía ningún futuro profesional, ni personal. Allá era imposible pensar en comprarme un apartamento”, sostiene, repitiendo la historia de miles de venezolanos que decidieron abandonar el país en los últimos años por la crisis política y económica.

Nadie sabe con precisión la magnitud del éxodo. “No tenemos cifras sobre la emigración de venezolanos. El Gobierno sigue sin mostrar estadísticas sobre el movimiento migratorio”, señala Anitza Freitez, doctora en Demografía y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB).

La opacidad interna obliga a recurrir a fuentes internacionales, incluidos entes multilaterales y administraciones extranjeras para tratar de cuantificar el fenómeno. “Para mediados de la pasada década, el Banco Mundial estimaba que había cerca de 464,000 venezolanos residiendo en el exterior y para el 2010 se calculaba que esa cifra ya superaba el medio millón (522,000)”, expone Freitez en un análisis que realizó junto con sus colegas Genny Zúñiga y Beatriz Borges Urrutia.

El informe elaborado por las profesoras de la UCAB se titula Políticas públicas sobre migraciones y participación de la sociedad civil en Venezuela. Allí destacan que el principal destino de los venezolanos que se marchan de su país es Estados Unidos.

Hacia el norte

En 1980, 33,000 venezolanos estaban radicados legalmente en EEUU, según el proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica del Centro Latinoamericano de Demografía (Imila). Dos décadas más tarde, el censo norteamericano arrojó que esa colectividad ascendió hasta 107,000 y para 2012 la American Community Survey (Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense) promediaba un total de 194,000 empadronados.

En 1980, 33,000 venezolanos estaban radicados legalmente en EEUU, según el proyecto Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica del Centro Latinoamericano de Demografía (Imila). Dos décadas más tarde, el censo norteamericano arrojó que esa colectividad ascendió hasta 107,000 y para 2012 la American Community Survey (Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense) promediaba un total de 194,000 empadronados.

“En el contexto latinoamericano, Venezuela figura, junto a Brasil y Honduras, entre los países con las mayores tasas de crecimiento del stock de emigrantes residiendo en los Estados Unidos entre los años 2000 y 2005”, expresan en su informe Freitez, Zúñiga y Borges Urrutia, tras apuntar que el Banco Mundial reseñó que la cantidad de venezolanos establecidos en EEUU pasó de 130,000 a 172,000 en el periodo 2005-2010.

Entre 1989 y 2013, unos 148,000 venezolanos recibieron permiso para asentarse en Estados Unidos de forma permanente. El detalle está que 66% de esas admisiones se produjeron entre 2004 y 2013. Durante esa década, se alcanzó la cifra récord de cerca de 9,800 venezolanos acogidos como inmigrantes por año. Igualmente, de los 71,000 venezolanos que consiguieron la nacionalidad norteamericana entre 1991 y 2013, 52,000 lo hicieron en este último decenio.

WhatsApp-Image-20160705María Fernanda Soledad forma parte de esa oleada. Llegó a Miami en febrero de 2014, fecha que marcó el inicio de una serie de protestas contra el presidente Nicolás Maduro que concluyeron con 43 muertes violentas y el encarcelamiento del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López.

Soledad, periodista de 34 años, trabajaba en una televisora privada en Caracas. “La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) y demás funcionarios del Gobierno constantemente nos presionaban. Estábamos permanentemente bajo amenaza de cierre y el departamento legal del canal nos pedía que ‘bajáramos’ un poco las noticias de las protestas porque causaban zozobra y podían dar pie a demandas”, relata la comunicadora.
La agudización del conflicto político, que limitaba el ejercicio de su profesión, y el recrudecimiento de la crisis económica, llevaron a la reportera a hacer sus maletas para nunca más volver. “Cada día me hace falta mi familia, mi gente, mis cosas, pero no vi más opción”, confiesa envuelta en nostalgia.
La diáspora no se limita a Estados Unidos. Los venezolanos se han ido desperdigando por el mundo. “Según las estimaciones del Banco Mundial para la década 2000, se consolida la posición de España como segundo destino de la emigración venezolana. Se ha calculado que en el 2005 ascendía a 148,000 el stock de venezolanos en España y para el 2010 la cifra rondaba los 164,000”, recoge el estudio de Freitez, Zúñiga y Borges Urrutia. En la primera década de este siglo, se quintuplicó el número de venezolanos con permiso de residencia en la península, para superar los 40,000.
Unos 36,000 venezolanos estaban afincados en Italia en 2000 y ese colectivo sigue aumentando. La comunidad venezolana en Portugal creció de 26,203 a 31,519 en un quinquenio (2005-2010). En Canadá ya suman 12,000. Y en 11 años (2000-2011), se triplicó la cantidad de bolivarianos en Australia, pasando de 1.170 a 3.610, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“Entre los países de la Comunidad Andina, Colombia y Ecuador son los que registran las cifras más altas de venezolanos”, resaltan las expertas, luego de subrayar que “una representación menos numerosa pero creciente tienen los venezolanos en Gran Bretaña, Alemania y Francia”.

Sin retorno

13598948_10153632929716860_1433010731_n“Ya han pasado más de dos años y las esperanzas de volver se hacen más lejanas”, confiesa Gilberto Reyes Curiel, un abogado de 26 años que se mudó a Dublín. “Un cambio político no me haría regresar de la noche a la mañana”, aclara Reyes Curiel, quien recuerda que la primera noticia que recibió al arribar a Irlanda fue que el Gobierno había devaluado nuevamente el bolívar.

“No creo que la perspectiva de un cambio incierto constituya en este momento un factor de freno al flujo emigratorio”, comenta Freitez. A su juicio, ni una eventual rectificación del presidente Nicolás Maduro, ni un escenario de cambio de Gobierno “son garantías de una recuperación rápida o relativamente rápida de las deterioradas condiciones de vida y de la restringida estructura de oportunidades para la población joven”.

La demógrafa recalca que la mayoría de los que abandonan el país son jóvenes que persiguen oportunidades de formación y ocio, acceder a un trabajo decente y bien remunerado, y emanciparse del hogar de los padres. “Todo eso no se recupera en seis meses, un año ni en cinco. Para que se frene el flujo emigratorio, tendrían que producirse señales claras de recuperación de todo eso que el país ha perdido”, acota.

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reportó en 2014 que 8,009 venezolanos se encontraban bajo ese estatus o en situación similar. Asimismo, la OCDE reveló que 8,184 venezolanos pidieron asilo en EEUU entre 2000 y 2011.

El abogado experto en inmigración y Derechos Humanos, Julio Henríquez, director de la ONG Refugee Freedom Program, precisó a través de un boletín de prensa que en el primer trimestre de este año 3,507 venezolanos solicitaron asilo afirmativo en EEUU, cantidad que solo superaron los ciudadanos chinos con 3,701 peticiones en este periodo.

Henríquez percibe que el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 no significó un cambio en la situación, debido a que inmediatamente después “se presentó un acelerado deterioro de las condiciones de derechos humanos en Venezuela, que se manifiesta con la reacción del Gobierno de aumentar las arbitrariedades y la violencia política, ejerciendo un inocultable control sobre el Tribunal Supremo de Justicia y usándolo para neutralizar las acciones de la nueva Asamblea Nacional”.

Ese panorama cargado de conflictos le quita las ganas de retornar al médico Márquez. “Tendría que haber un cambio muy grande porque el deterioro social es enorme, la recuperación va a requerir muchos años”, advierte. Lo mismo piensa la periodista Soledad: “Tiene que pasar un tiempo largo para recuperar el país y sus instituciones. Los cambios son complicados y regresar también implica desafíos personales. Venezuela siempre será mi país, pero no sé si volver sea posible en el corto plazo”.

Freitez explica que en el “proceso migratorio no solo intervienen los factores que operan en el país de origen, sino también los que actúan en los países de destino”. Más allá de las restricciones legales, “va pesando que la corriente migratoria venezolana consolida y las redes migratorias se densifican. Quienes se han ido antes abren camino y brindan algunos apoyos que facilitan el establecimiento de quienes van llegando después”.

“No percibo que este segmento de la población que piensa emigrar pueda cambiar fácilmente de opinión frente a la eventualidad de que el año próximo podría tenerse un nuevo Gobierno. Como tampoco se puede esperar que quienes estén afuera ya comiencen a preparar maletas para regresar. Me parece que es más complejo”, observa la investigadora.

 

Fuente: http://www.univision.com/noticias/crisis-en-venezuela/entre-la-crisis-y-la-desesperanza-radiografia-de-la-diaspora-venezolana

 

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