Luego de cuatro años sin exponer en Venezuela, el artista presenta sus obras más recientes con las que rinde homenaje al trópico, su folklore y su poesía. La muestra la integran 35 piezas en diversas escalas
María A. Castillo. B
“Azul de aquella cumbre tan lejana hacia la cual mi pensamiento vuela, bajo la paz azul de la mañana, ¡color que tantas cosas me revela!”, dice el soneto del poeta adolorido. Cruz Salmerón Acosta, ese ser que se aisló en Manicuare a padecer su enfermedad entre la palabra y el mar, es uno de los personajes a quienes Juvenal Ravelo rinde homenaje en su más reciente exhibición.
Luego de cuatro años sin exponer en Venezuela, el maestro del color presenta sus fragmentaciones de luz en el Centro de Arte Daniel Suárez, ubicado en la Alta Florida, a partir del domingo.
La pieza que recuerda a Salmerón Acosta es de gran formato. Es de azules tersos, limpios, con tonos crema –como pequeños cristales de arena que irrumpen en la profundidad–. Y frente a esta serenidad estallan los amarillos, los verdes y rojos. La intención de Ravelo con su muestra Obras recientes es hacer del trópico su mejor propuesta cinética.
Luego de participar en exposiciones en Nueva York, Miami y Madrid, y tras un largo período de investigación en París, donde su trabajo estuvo marcado por los grises, blancos y negros, Ravelo vuelve a Venezuela. De ella toma su flora, su fauna, su folklore y tradiciones; sus más exóticos destellos.
“Este país tiene una geografía bellísima. Después de tantos años en Europa, recorriendo ciudades, me absorben las visiones de esta tierra. Los colores son mucho más contrastados, más fuertes. Hay una luz permanente que lo matiza todo, que da otras tonalidades”, expresa.
En Obras recientes también destaca el elemento reflectante, fundamental en la obra de Ravelo, que introduce en el cuadro al entorno. Lo distorsiona; lo hace aparecer y esfumarse. Estimula el movimiento del espectador. “Hay un mensaje plástico que lo identifica. Toda la armonía de una pieza entra en otra. En las obras hay una metamorfosis constante”, agrega el artista nacido en Caripito, Monagas.
Desde la digitalización del boceto hasta la construcción del cuadro, el proceso se llevó a cabo en los talleres del Centro de Arte Daniel Suárez. El material utilizado fue acrílico sobre MDF, metal y espejos; todo para dar origen a los recursos que interesan a Ravelo: la geometría como serie, el uso del reflejo-color y la exploración de contrastes. Entonces la pieza se convierte en oposición de verdes y rojos, de amarillos y grises, de azules con naranja. Pero también en armonías casi monocromas en rojo y morado.
Esta explosión visual se complementa con las diagonales y líneas que se quiebran en caída. De los elementos rectangulares que emergen de la superficie se desprenden sombras que se proyectan en las paredes blancas y sobre el mismo cuadro.
“Uno busca la evolución. A pesar de ser el mismo lenguaje, uno busca obras distintas. Estas no se parecen a la de la exposición que hice en 2012. Es necesario tomarse tiempo de reflexión entre una propuesta y otra, ese lapso que uno deja abierto para nutrirse de las vivencias. Vas captando y esbozando. Y luego llega la obra”, finaliza quien recibiera en el año 2008 el Premio Nacional de Artes Plásticas.
Fuente:
http://www.el-nacional.com/escenas/Juvenal-Ravelo-obras-metamorfosis-constante_0_959304269.html