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En hiperinflación todo se impregna de inflación

pesa-billete

Carlos Torrealba

En hiperinflación todo, absolutamente todo, se impregna de inflación. Nada escapa a esa realidad. Los precios de los bienes se transforman en la esencia de la vida cotidiana; como un organismo con vida propia, crecen a diario e, incluso, a mayor velocidad, hasta llegar a cambiar minuto a minuto, si ese proceso no es detenido o revertido con una política económica verdaderamente antiinflacionaria. De hecho, como indica la literatura económica, en procesos inflacionarios crónicos, los precios tienden a la aceleración. Se pone en marcha un proceso cuyo ritmo es cada vez mayor, a tal extremo que ya no es posible saber cuándo se detendrá o disminuirá ese crecimiento.

Hay miles de historias al respecto, que ahora estamos viviendo como en su momento vivieron países como Argentina o Nicaragua con economías hiperinflacionarias. Una de esas historias es la que cuento de inmediato.

Una amiga, sin ánimo alguno de aludir a lo político, me contó en estado de shock que una odontólogo le cobró $ 12 a la tasa de 100 bolívares soberanos por dólar para un total de Bs.S 1.200 o Bs.F 120.000.000 por 30 minutos de consulta por limpiar y pegar una simple corona que se le había desprendido. A la amiga no le quedó otra cosa que exclamar el popular refrán: “esto se lo llevó quien lo trajo”; como queriendo decir que aquí cada quien cobra lo que le viene en gana sin consecuencia alguna.

En hiperinflación el sistema de precios se destruye. De ahí que las referencias de los precios en Venezuela sean algo demenciales:  una análisis de orina sencillo puede costar en un sitio 100 bolívares soberanos (Clínica Atías) y en otro hasta 2.000 bolívares soberanos (Instituto Clínico La Florida), es decir, un poco más que el salario mínimo (Bs.S 1.800).

La locura es tal que la anticipación a una posible subida de los precios para cubrir el costo de reposición y obtener una ganancia hace que el sobreprecio sea siempre enorme, por lo que cada actor busca sacar el mejor provecho de este devastador proceso que, por el camino que vamos, podría sobrepasar la estimación de inflación que había hecho el FMI para el cierre del año 2018, cual es 1.000.000%.

El problema es que cuando los agentes económicos (empresarios, comerciantes) pierden la confianza en la política económica, que es caso que está ocurriendo con el “Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica” del gobierno del Presidente Maduro, la fijación de precios depende en buena parte de las expectativas, y cuando se depende de las expectativas para fijar precios, se produce entonces entre los agentes económicos el comportamiento propio de economías plenamente adentradas en un evento hiperinflacionario.

Es decir, intentan colocar precios en función de su apreciación de lo que podría ser la tasa de inflación esperada en el momento en que tengan que reponer su inventario. De esa manera, el circuito económico acelera la hiperinflación. Ese comportamiento no sería así, si en este momento hubiera confianza en la política económica del gobierno, por cuanto los agentes económicos optarían por esperar resultados antes de proceder a cambiar los precios.

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