Oscar Bastidas Delgado
Si bien en el país existen cooperativas desde inicio del pasado siglo, no fue sino en los 60´s cuando se conformó un movimiento que le concedió concepto y direccionalidad con las federaciones, en un principio, y las Centrales Cooperativas Regionales (CCRs) con la Central Cooperativa Nacional de Venezuela (Ceconave) como organismo cúpula posteriormente. Ceconave como ente integrador de 18 CCRs fue fundada el 26 de junio de 1976 por conversión de la Federación de Cooperativas de Ahorro y Crédito; ella instauró el 26 de junio como “Día del Cooperativismo Venezolano” en su Congreso Nacional de Educación Cooperativa de 1997.
Mientras en Venezuela, gracias al populismo barato del fallecido Chávez, hoy tenemos el cementerio de cooperativas y de frustrados cooperativitas con no menos de 380.000 cooperativas muertas y unos 3.500.0000 venezolanos embarcado. En el mundo el cooperativismo avanza, lo que demuestra que el fracaso no fue de las cooperativas sino de un gobierno que las desconocía, las mal utilizó y, para rematarlas, les impuso impuesto sobre la renta cuando ellas no generan ganancias sino excedentes y, con la hiperinflación, remata las que a duras penas y sin apoyo gubernamental sobreviven. Otra muestra de cómo el totalitarismo dizque socialista enfrenta las iniciativas privadas.
A pesar de ello en Venezuela destacan cooperativas que insisten en cumplir su objeto social sin apoyos gubernamentales y desde antes del actual régimen militarista como el Servicio de Protección Social con su sistema funerario de Ceconave, las Ferias de Consumo de Lara con sus impactos económicos en el 25% de las familias barquisimetanas, y cooperativas como la San José Obrero en Punto Fijo, Corandes en Tovar, La Florencia en Rubio, y otras, que, sin apoyos gubernamentales, persisten
En el planeta, gracias a los procesos de intercooperación e integración el alcance de las cooperativas adquiere interesantes dimensiones, son numerosas las experiencias que ilustran sus impactos. El cooperativista constituye el mayor movimiento socio – económico con más de 1.000.000,000 de asociados con unos tres millardos de terrícolas que dependen de ellas. Sin integración pueden existir cooperativas, pero no cooperativismo.
Conocer sus experiencias y sistematizar sus elementos comunes es fundamental para dominar su funcionamiento y alcances al mismo tiempo que se aportaría a la construcción de una Teoría del Cooperativismo. La iniciativa “Global300” de la ACI (2005), reveló en su tercera edición que el volumen de negocios de las mayores 300 cooperativas había crecido un 11,6% hasta alcanzar los 2,2 billones de US$ en el 2012, monto superior al PIB de Italia o Canadá.
Ni hablar de los impactos del empleo cooperativo. Se estima que involucra al menos 250 millones de personas en 74 países que cubren el 79% de la población mundial: 10,8 millones trabajan con trabajadores – asociados y 15,6 millones como empleados para un total de 26,4 millones de personas laborando en cooperativas, a ellos se suman 223,6 millones de productores que organizan su trabajo en este ámbito. En USA emplean a más de 2 millones de personas; Francia e Italia a 1 millón y 1,1 millones respectivamente; Brasil 274.000; Argentina unos 290.000; y Colombia 700.000.
Una visión mundial de conjunto indicaría que el cooperativismo es rico en experiencias, ellas abarcan desde sencillas experiencias de trabajo – asociado como las de peluquería, talleres mecánicos, artesanía, herrería, carpintería, profesionales del periodismo, de cine, de contabilidad, sociólogos, escuelas, pasando por otras intermedias como clínicas, escuelas y universidades, de producción y distribución agrícola, hasta otras grandes con increíbles volúmenes de asociados y operaciones como los complejos financieros al estilo del Credit Agricole en Francia, el Movimiento Desjardins en Canadá, el Banco Raiffensen en Alemania; y las industriales como la Lechera Arla al norte de Europa y la Corporación Cooperativa Mondragón (MCC) en el País Vasco.
En conclusión, en nuestro país y en el mundo puede hablarse de circuitos económicos cooperativos en contraposición a circuitos capitalistas sin Responsabilidad Social alguna y a capitalismos salvajes de Estado como el venezolano; también de una opción globalizadora de las Organizaciones de la Economía Social (OESs: asociaciones, cooperativas y mutuales), que haga contrapeso a la globalización neo – liberal. Debemos hacer esfuerzos comunicacionales, a pesar de la presencia e impactos del cooperativismo en el Planeta, sus movimientos no son percibidos como verdaderas redes o resortes de funcionamiento de países considerados capitalistas, cuando realmente miles de OESs juegan en ellos papeles importantes.