Por Félix Arellano
A pesar de la relevancia que tienen los Estados Unidos en el contexto internacional, tradicionalmente los temas de la política exterior no constituyen objeto de mayor debate en los procesos electorales, razones políticas de larga data fundamentan tal situación; empero, se aprecian cambios en la actual campaña electoral y, para la comunidad internacional, los resultados de las elecciones resultan decisivos.
El mundo registra muchos focos de tensión cuya evolución puede alcanzar niveles de peligrosidad impredecibles y, en todos ellos, los Estados Unidos juegan un papel fundamental. Casos como Taiwán, el mar del sur de China, las pruebas misilísticas de Corea del Norte, el programa nuclear de Irán y el expansionismo terrófago de Rusia constituyen serias amenazas para la paz y la seguridad internacional. Pero también los casos de Israel y Palestina, Siria, Yemen pudieran desbordarse, y no podemos dejar de mencionar los efectos del cambio climático o la amenaza de otra futura pandemia.
En todos los casos de crisis que se registran, los Estados Unidos están, directa o indirectamente, involucrados; en consecuencia, las acciones que adopte y sus implicaciones para el pueblo norteamericano están generando mayor atención en los medios de comunicación y, en alguna medida, en el debate político. Pero debemos tener presente que, desde la conformación de Estados Unidos como un país independiente, la atención política se ha concentrado fundamentalmente en los asuntos de orden interno que el ciudadano enfrenta directamente.
Estados Unidos y Washington
Entre las razones que han contribuido a generar tal actitud destaca el aislacionismo que se promueve desde la independencia del país, en particular con las recomendaciones del primer presidente George Washington quien, en lo que se ha llamado “el discurso del adiós”, al dejar la presidencia (17/11/1796), plantea al país que se debería concentrar en su fortalecimiento interno y cohesión nacional.
Luego, aun cuando el tercer presidente, Thomas Jefferson, promueve una postura internacionalista –asumiendo que el país constituye el imperio de la libertad y la democracia–, el aislamiento y la neutralidad, particularmente frente a Europa, han caracterizado la política exterior por más de un siglo.
Las llamadas guerras mundiales, con epicentro en Europa, han constituido puntos de inflexión para propiciar un giro internacionalista más activo en la política exterior de los Estados Unidos. En el caso de la Primera Guerra Mundial, con el diligente papel del presidente Woodrow Wilson en la conformación de un orden internacional institucional, que permitiera enfrentar una nueva amenaza a la paz y la seguridad.
El presidente Wilson realizó su mayor esfuerzo para llevar a la práctica “Los 14 puntos”, una propuesta idealista (con base kantiana) de las relaciones internacionales, y su perseverancia dio resultados cuando Europa finalmente acepta la creación de la Sociedad de Naciones; empero, el proyecto nace con serias debilidades, entre otras, que los Estados Unidos, país promotor de la iniciativa, no se incorporó, pues el partido republicano, fiel al aislamiento y la neutralidad, no apoyó la ratificación del tratado.
El radicalismo internacionalista de Wilson le cobró factura en el Congreso y en el país, y será luego, ante el expansionismo alemán de Adolfo Hitler, invadiendo a los diversos países europeos, que el presidente Franklin D. Roosevelt promoverá de nuevo el internacionalismo, en defensa de las libertades amenazadas por los autoritarismos (particularmente el nacismo y el fascismo). Y fue el devastador ataque a la flota de los Estados Unidos en Pearl Harbor (07/12/1941), el factor determinante de la intervención plena en la crisis mundial.
Estados Unidos y Roosevelt
Con la contundente intervención militar de los Estados Unidos y la equivocada decisión de Hitler de invadir la Unión Soviética (junio 1941), el fin de la guerra se acerca, por ello Roosevelt también orienta su atención a la definición de un orden internacional liberal que debería prevalecer después de la guerra, proyecto que tiene entre sus antecedentes la llamada Carta del Atlántico (agosto 1941). Tal orden, con algunas transformaciones, llega hasta nuestros días, pero enfrenta múltiples y serias amenazas.
El orden internacional liberal que promovieron los Estados Unidos fue logrando avances, como la creación del sistema de las Naciones Unidas, con la Carta de San Francisco; la institucionalidad económica internacional, con los acuerdos de Bretton Woods y la progresiva consolidación de los valores libertarios, en particular, el sistema de derechos humanos y la defensa de la institucionalidad democrática.
En plano interno, luego de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos se logró articular una coordinación bipartidista en los temas fundamentales de la política exterior, lo que facilitó ampliamente su protagonismo y liderazgo internacional; sin embargo, también alejó los temas de la opinión pública, limitando la participación de la sociedad.
En estos momentos el bipartidismo ha colapsado y el orden internacional liberal enfrenta amenazas, tanto desde las fuerzas rupturistas autoritarias y antisistema como desde las posiciones de algunos gobiernos democráticos. En tal contexto, las elecciones de los Estados Unidos pueden jugar un papel determinante, entre otras, porque el expresidente Donald Trump, desde los tiempos de su primer gobierno, ha cuestionado el orden internacional liberal y ha tratado de avanzar en su desmantelamiento.
America First
La tesis del America First tiene sus raíces en la visión aislacionista que ha predominado por largo tiempo en la sociedad estadounidense, con especial énfasis en el partido republicano. La propuesta simplifica la situación para lograr un mayor respaldo popular, críticas sobre los costos humanos y económicos de mantener un orden de libertades; también el rechazo a la apertura del país a las migraciones (una posición histórica) está movilizando al electorado y Trump mantiene una hábil estrategia sobre la agenda conservadora, nacionalista y excluyente.
Por otra parte, para complicar aún más la agenda internacionalista del partido democrática, se suma el creciente rechazo de muchos jóvenes estudiantes universitarios a la agresiva estrategia del premier Netanyau de Israel frente a Gaza. La agenda internacionalista libertaria del partido demócrata, atractiva para buena parte de su electorado, se enfrenta con la grave situación en el Medio Oriente y, en particular, con la soberbia de las partes (Netanyau y Hamas), reacios a la suscripción de un acuerdo de paz.
Es muy probable que en los debates en el actual proceso electoral no aborden en detalle los delicados asuntos de la agenda internacional, pero las acciones que se adopten tendrán implicaciones para todas las partes, en particular, para el pueblo estadounidense. Aislarse del mundo, enfrentando a sus aliados históricos, es servir la mesa al autoritarismo internacional, en particular a Rusia, Irán y China, que avanza en su guerra híbrida contra occidente sus valores e instituciones.
Fuente: TalCual Digital.