Alfredo Infante sj
Estamos sumergidos en una campaña política irrespetuosa y sin propuestas. Ambos candidatos están en una confrontación personal dejando los problemas reales del país fuera del ring. Pareciera que sólo cuenta mover pasiones hacia las urnas. Nuevamente las elecciones se proponen y se perciben como un hecho apocalíptico donde nos jugamos el paraíso o la catástrofe. Por favor: las elecciones son importantes pero no son el fin de la historia.
Ambos candidatos han desplazado el lenguaje democrático hacia el lenguaje religioso y pareciera que más que en una campaña electoral nos encontramos en una cruzada o guerra santa. ¡Cosa peligrosa! Así, mientras que el chavismo ve la figura del finado presidente como un Mesías y construye una religión alrededor de su personalidad, el candidato opositor llega al colmo de proclamar en su apertura de campaña que “esta es una guerra del bien contra el mal, y el mal tiene cachos”, es decir, él es el bien, el otro es el mal, el diablo. Pobre y empobrecedor discurso.
Por otro lado, los seguidores de ambos candidatos, en teoría defienden la inclusión pero en sus ataques virtuales acuden a señalamientos discriminatorios, por ejemplo, los seguidores del chavismo hacen alusión a Capriles como el “pato” y “burguesito”, discriminándolo por una supuesta condición homosexual y por su posición social, hijo de familia adinerada. Si así fuera, les recuerdo que un homosexual goza de los mismos derechos políticos que un heterosexual, y que la pertenencia a una determinada clase social no es impedimento para acceder a la presidencia.
Por su parte, los opositores haciendo gala de su “nacionalismo”, están circulando un mensaje por las redes sociales señalando a Maduro como hijo de colombiana. ¿Acaso ser hijo de colombiano resta crédito a la venezolanidad? Para ser candidato a la presidencia basta haber nacido en Venezuela, no ser venezolano pura sangre o ¿Acaso el apellido Radonski es originario de Apure? Recordemos que un alto porcentaje de la población venezolana es de origen binacional y este hecho no resta calidad a nuestra identidad, sino que la enriquece. O es que en el horizonte opositor hay extranjeros de primera y extranjeros de segunda. También se le señala a Maduro despectivamente como “Autobusero”, como si ser chofer fuese una deshonra ¿ Qué concepción del trabajo y del trabajador está implícita?
Lamento que esta campaña esté profundizando la polarización política y social, engrasándola con un discurso discriminatorio y excluyente social, sexual y de falso nacionalismos. Pido a ambos sectores, más respeto por el elector, y más decencia. Debatamos los problemas reales del país, y que gane la mejor propuesta. Hasta ahora, el país real está fuera del ring.