Por Alfredo Infante s.j. | Editorial Signos de los Tiempos n° 76
El 11 de agosto de 2020, la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) emitió un comunicado acerca de las elecciones parlamentarias del 06 de diciembre. En dicho texto, acuñó una contundente frase que generó polémica en los sectores políticos de oposición y en las redes sociales: “Abstenerse no basta”. Y es que, pocos días antes, una coalición de 27 partidos políticos de oposición llamó a la abstención, afirmando que habían agotado “todos los esfuerzos nacionales e internacionales para conseguir un proceso electoral justo y competitivo”.
El comunicado de la presidencia de la CEV era claramente una respuesta a la decisión de la coalición opositora: “un grupo importante de líderes y de partidos políticos ha expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias. Esto no basta, deben asumir la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años han creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza ante el futuro. Esta decisión de abstenerse priva a los ciudadanos venezolanos del instrumento válido para defender sus derechos en la Asamblea Nacional. No participar en las elecciones parlamentarias y el llamado a la abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en diciembre de 2005, y no tuvo ningún resultado positivo. A pesar de las irregularidades, la participación masiva del pueblo es necesaria y podrá vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno”.
En el documento se dejaba claro que el llamado a la abstención, sin propuestas, es desmovilizador, sin dejar de observar el carácter “inmoral” de la convocatoria a comicios, debido al conjunto de estratagemas fraudulentas que el gobierno viene haciendo para ganar dichas elecciones: “Somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento electoral: desde la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral, la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecuciones y encarcelamiento de algunos dirigentes políticos, el cambio del número de diputados y de circunscripciones electorales. Resulta inmoral cualquier maniobra que obstaculice la solución política y social de los verdaderos problemas presentes en el país”.
Aún, así, con todo este diagnóstico, la presidencia de la CEV indicó que “Abstenerse no basta”, porque vio en la abstención un mecanismo de despolitización de la población, más cuando se trata de una sociedad con vocación pacifista que ha buscado incansablemente dirimir sus conflictos y decidir su destino por la vía política electoral: “Nuestro pueblo tiene una gran vocación democrática, por lo que asume en su normalidad ciudadana la vía electoral como la manera pacífica y racional de establecer una ruta política consensuada e inclusiva para resolver los ingentes problemas que le afectan; esta convicción nos lleva a descartar cualquier salida fuera de la institucionalidad constitucional. Para ello, es necesario celebrar elecciones libres, justas e imparciales con participación de todos los partidos y movimientos políticos, y con un basamento ético que respete el voto ciudadano según está previsto en la Constitución y las normas electorales”.
Ahora bien, de agosto a octubre ha corrido mucha agua por el río. Aunque el régimen dio señales de cierta flexibilización, con la liberación de un número significativo de presos políticos en los días previos a la presentación del informe de derechos humanos por parte de la Misión Internacional Independiente de la ONU, la contundencia de dicho informe, que señala al Estado venezolano de crímenes de lesa humanidad, ha hecho que la coalición dominante haya optado por atrincherarse más en el poder y hacer todo lo posible para, desde la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, garantizarse el triunfo a través de las “elecciones” fraudulentas del 06 de diciembre, conquistar la Asamblea Nacional (AN) y tener todos los poderes del Estado bajo su control.
Recordemos que ya Hugo Chávez Frías, en entrevista concedida a Marta Harnecker en noviembre de 2002, señaló que “yo siempre tuve muy clara la importancia de la Asamblea Nacional como espacio estratégico a conquistar. En el primer discurso que hice cuando empezó la campaña electoral dije que cambiaba todas las gobernaciones y alcaldías por la Asamblea Nacional. Era fundamental ganar la mayoría de los escaños, porque esa mayoría iba a determinar la composición de los otros instrumentos de poder: La Fiscalía General de la República, el Tribunal Supremo de Justicia, el Poder Electoral, el Poder Moral. Y era fundamental tener buenos diputados para elaborar las leyes revolucionarias”. El finado expresidente sigue dando la línea: la AN es un espacio estratégico para atornillarse en el poder.
Ante estas circunstancias, ya no la Presidencia de la CEV, sino los arzobispos y obispos de todo el país se pronunciaron el pasado 15 de octubre sobre el próximo evento electoral y, después de analizar la situación que vivimos los venezolanos -que raya en catástrofe humanitaria, agravada por la pandemia- emitieron una exhortación pastoral en la que hicieron un llamado directo a suspender las elecciones en cuestión, porque profundizarán la crisis:
“El evento electoral convocado para el próximo 6 de diciembre, lejos de contribuir a la solución democrática de la situación política que hoy vivimos, tiende a agravarla. Es inmoral realizar elecciones cuando el pueblo sufre las consecuencias de la pandemia, carece de las condiciones mínimas para su subsistencia, y no existe transparencia en las reglas y mecanismos de verificación que deben regir un proceso electoral. Esto sin olvidar que aún deben realizarse las elecciones presidenciales, pues las del 2018 estuvieron signadas por condiciones ilegítimas que han dejado al actual régimen, a los ojos de Venezuela y de muchas naciones, como un poder de facto. La voluntad mayoritaria del pueblo venezolano es dilucidar su futuro político a través de la vía electoral. Esto implica una convocatoria a unas auténticas elecciones parlamentarias y elecciones presidenciales con condiciones de libertad e igualdad para todos los participantes, y con acompañamiento y seguimiento de organismos internacionales plurales”.
Como puede verse, la Conferencia Episcopal Venezolana sigue apostando a la vía político electoral como la más adecuada para superar nuestras diferencias y decidir nuestro destino. Asimismo, rechaza la abstención sin propuestas de movilización por contribuir a desmovilizar la sociedad y, al mismo tiempo, considera que, dada la crisis sistémica que vive el país y las condiciones fraudulentas estructurales de las próximas elecciones, las mismas empeorarán nuestras condiciones de vida.
Toca, pues, a la sociedad civil organizada y a los partidos políticos con vocación democrática informar, capacitar, organizar y movilizar para contener la avanzada totalitaria. Es tiempo de discernir “los signos de los tiempos” (Lc 12, 54-59) y actuar en consecuencia a favor de la vida en nuestro país.
Fuente: https://mailchi.mp/95f5acc2c888/signos-de-los-tiempos-n-76-16-al-22-de-octubre-de-2020