Por Jorge Piña
En una calle lateral del Vaticano se encuentran los documentos que determinarán si Pío XII no escuchó los alaridos de dolor que venían de los campos de exterminio de los judíos a manos de los nazis, o fue una estrategia para moverse entre bambalinas para tratar de salvar lo salvable.
Por orden de Francisco, el 2 de marzo del próximo año se abrirán los archivos secretos del Vaticano, que podrían revelar el papel que jugó Eugenio Pacelli (1939-1958) durante la Segunda Guerra Mundial.
De los millares de documentos dependerá si continuará su proceso de canonización, o se interrumpirá por haber callado ante el Holocausto nazi y el Fascismo que asolaba su país. Ya fue declarado Siervo de Dios por Benedicto XVI en 2009 y Juan Pablo II inició en 1998 el proceso de santificación.
L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, señaló que 20 empleados de archivo han dedicado más de 12 años a inventariar y organizar 68 volúmenes, 76 discursos de Pacelli, más de 5.100 sobres de representaciones pontificias y varios cientos de miles de cartas y telegramas.
Francisco aseguró: “La Iglesia no tiene miedo de la historia, al contrario, la ama, y quiere amarla más y mejor, como la ama Dios. Por lo tanto, con la misma confianza de mis predecesores, abro y confío a los investigadores este patrimonio documental”.
Su silencio cuando lo hebreos romanos fueron encerrados en el Ghetto de Roma, el 16 de octubre de 1943 y deportados a Auschwitz: de 1022, sólo regresaron 16, es como una pesada mochila que ha cargado incluso en su muerte. El Vaticano quiere finalmente sacársela.
Francisco lo ha defendido personalmente: “Al pobre Pío XII le han tirado encima de todo, pero hay que recordar que antes se le veía como el gran defensor de los judíos”.
“Escondió a muchos en los conventos de Roma y en otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la habitación del Papa, en su propia cama, nacieron 42 hijos de judíos y de otros perseguidos allí refugiados”.
Pío XII dirigió “la Barca de Pedro en uno de los momentos más tristes y obscuros del siglo XX” y recordó que “su pontificado ha sido investigado y estudiado en tantos de sus aspectos, a veces discutido y criticado, y se diría con algún prejuicio o exageración”.
Hoy, subrayó, “ha sido oportunamente revalorizado e incluso puesto en la justa luz por sus poliédricas cualidades pastorales, sobre todo, pero también teológicas y diplomáticas”.
“No quiero decir que no haya cometido errores –yo mismo cometo muchos–, pero su papel hay que leerlo según el contexto de la época”, insistió.
“Famiglia Critiana”, un semanario de inspiración católica, la revista de mayor venta en Italia, fundada en 1931, calificó a Pío XX como “un gran papa”, un “Pontífice muy amado, que dijo que “su presunto silencio se ha demostrado que es completamente falso”.
Un juicio diametralmente opuesto expresó Noemi Di Segni, presidenta de la Unión de las Comunidades hebreas italianas, quien se preguntó: “¿Qué habría sucedido si el 16 de octubre de 1943 hubiera hecho un llamamiento público a los hebreos a que se refugiaran en el Vaticano?”.
“Espero que no se trate de otro armario de la vergüenza”, aludiendo a un armario descubierto en Roma en 1994 en el cual se encontraron centenares de fascículos de investigación sobre crímenes de guerra durante la ocupación alemana.
Riccardo Di Segni, Rabino Jefe de Roma, recordó que una comisión de expertos católicos y judíos, establecida en 1999 para examinar los archivos sobre Pío XII, se disolvió en 2001 “porque sus miembros no tenían la garantía efectiva de acceso a todos los documentos”.
Escepticismo que también me expresó Marcello Pezzetti, ex director del Museo de la Shoa de Roma, el más importante histórico del Holocausto italiano, autor de diversos libros y documentales, profesor universitario, consultor de películas, como Schindler’s List y La Vida es Bella de Roberto Benigni.
De 65 años, me recibe en su departamento de Monte Verde, en una sala repleta de libros y documentos. Nos sentamos junto a su escritorio, donde cuesta apoyar incluso una pequeña libreta de apuntes.
“La duda es que muestren una vez más una selección de documentos y no todos, como ocurrió con los que ya se abrieron hasta 1943”, expresó.
“Por ejemplo, el Vaticano no dio a conocer un informe de diciembre de 1941 del Nuncio Apostólico en Berlín, Cesare Orsénico, realizado a petición del Pontífice, que señaló que “aunque el nazismo fue enérgico en sacar a los hebreos de las funciones del Estado y de la actividad social, hay que reconocer que ha sido humano con ellos en la existencia práctica de la vida”.
“Era el momento en que los hebreos estaban todos hacinados en un Ghetto”.
Seguramente, agregó, “mostrarán las cosas que se hicieron en favor de los hebreos, y está muy bien, porque se hicieron. En Italia, un hebreo de cada cinco terminó en Auschwitz. Y si muchos se salvaron, se debe sobre todo a la apertura de los conventos. No hay duda que existió esa ayuda”.
Recordó, sin embargo, que cuando los judíos fueron encerrados en el Ghetto, no fueron enviados inmediatamente a Auschwitz, como en general ocurría, porque los nazis querían saber cual sería la reacción del Papa. Pero no hubo ninguna reacción, solo silencio.
Dijo que otro documento, que tampoco se había dado a conocer, señala que el embajador alemán en ese tiempo ante el Vaticano, Von Weizsacker, informó que Pío XII no se dejó convencer a formular alguna declaración pública para no comprometer la relación con el gobierno del Tercer Reich y las autoridades alemanes en Roma.
En opinión de Pezzetti, la apertura de los archivos “es el intento para justificar su conducta, que es difícil de justificar. El juicio sobre él continúa siendo negativo. No creo, más bien espero, que no sea parte de su canonización”.
Liliana Segre, senadora vitalicia nombrada por el Presidente Sergio Mattarella en 1918, quien estuvo entre los deportados, declaró: el papa podría haberse puesto delante de los 18 vagones de bestias que transportaron a los 1.022 hebreos, incluidos 200 niños”.
Una visión diferente tiene Luis Badilla, el chileno que ha tenido la más larga relación laboral con el Vaticano: 40 años entre la Radio y como asesor del padre Federico Lombardi, quien fuera portavoz de Benedicto XVI y de Francisco. Actualmente dirige un sitio en Internet en cinco lenguas con noticias eclesiásticas, el “Sismógrafo”, que goza de gran prestigio.
Badilla, quien fuera presidente de la Juventud Demócrata Cristiana y que se ha dedicado de lleno a ese trabajo y a las relaciones con el mundo católico desde que llegó a su exilio en Roma, me recibe en su departamento que está casi pegado a los muros que rodean el Vaticano.
La “leyenda negra de Pío XII fue inventada por los soviéticos”, aseguró, en respuesta a su acérrimo anticomunismo (en 1949 excomulgó a los comunistas italianos) y para debilitar la fuerte presencia de la Iglesia en la Europa del Este. “Era además el tiempo de la guerra ideológica entre el mundo capitalista y el comunista, que el pobre Pío XII lo pagó caro”.
Reconoció que el Pontífice tuvo comportamientos que podrían ser interpretados como indiferencia hacia el nazismo por su silencio sobre la deportación de los judíos a Auschwitz y sobre la Shoah. “El Vaticano lo explica porque existía miedo a que su denuncia pública podría haber provocado reacciones aún más graves del régimen nazista”.
“No existe nada que pueda indicar una complicidad con el nazismo, que sería demente solo pensarlo. Por lo demás, unos documentos del Vaticano revelaron que Hitler ordenó el secuestro de Pío XII”, manifestó.
Los nazis disponían en 1944 de un plan para secuestrar a Pío XII, de lo que alertaron al Vaticano el entonces embajador del Reino Unido y un diplomático de Estados Unidos, según desveló L’Osservatore Romano el 6 de julio de 2016.
El diario vaticano publicó una carta de Antonio Nogara, quien fue director de los Museos Vaticanos y en la que detalla acontecimientos que sucedieron a principios de 1944 en relación a ese plan.
Según Nogara, el entonces embajador británico, sir Francis d’Arcy Osborne, y el encargado de negocios de la legación de Estados Unidos, Harold Tittmann, informaron a monseñor Giovanni Battista Montini (el futuro papa Pablo VI), que era pro secretario de Estado de Vaticano, de la existencia de un “plan avanzado” del Alto Mando alemán para la “captura y deportación del Santo Padre, con el pretexto de ponerlo (…) bajo la alta protección del Führer”.
El plan fue descartado por las propias autoridades nazis, ante las implicaciones que habría tenido el secuestro del Pontífice.
En un libro, el escritor Mario Dal Bello entrega otros detalles que obtuvo de documentos del Vaticano y de las grandes potencias de la Segunda Guerra Mundial. Sostiene que Hitler ordenó al general de las SS, Karl Friedrich Otto Wolff, que organizara su secuestro con el objetivo de “cancelar el cristianismo y sustituirlo con la nueva religión nazi”.
Badilla, por su parte, se mostró seguro que “cuando se abran los archivos, quedará en claro la oposición de Pío XII al nazismo, aunque reconoció que surgirán cosas críticas, como la supuesta ayuda que el Vaticano habría dado a la fuga de muchos nazistas hacia América Latina.
Sin embargo, puntualizó, “fueron acciones individuales con nombre y apellido, no era política oficial del Vaticano de proteger, dar identidad falsa, medios económicos a muchos oficiales nazistas”.
El caso más relevante fue el del criminal de guerra Adolf Eichmann, responsable directo de la llamada “solución final”, el exterminio total de los judíos, principalmente en Polonia. Fue secuestrado en Argentina por un comando israelí, el 20 de mayo de 1960, trasladado a Israel, juzgado y justiciado.
Fuente: https://www.theclinic.cl/2019/09/13/el-vaticano-levanta-el-secreto-de-los-archivos-sobre-el-papel-de-pio-xii-durante-el-nazismo/