Por Alexis Andarcia
He aprendido a dar las Gracias. Asiduamente, a Dios, por darme certezas cuando no las tengo y requiero; sea lo que fueses, doquiera que estés y cómo. Gracias por llenar los vacíos que pudieran desintegrarme. Me siento mejor, creyendo.
También, he dado gracias a mis amigos; a esa construcción, a veces incomprensible, de lazos permanentes. Me siento mejor teniendo amigos.
Sin embargo, hoy quiero hacer pública mi declaración de amor y gratitud a mi familia; no es la primera vez, pero necesito reiterarla. Me urge tanto.
Esa liberación que me produce no dar las cosas por sentadas; del egoísmo de considerar las cosas dadas o merecidas y el individualismo de creerse suficiente.
Tienen las crisis esa facultad de llevarte a tus adentros y reconsiderarte. Tiene la soledad la virtud de la retrospectiva; sobre todo, la soledad apresurada, sobrevenida.. la que deja maletas hechas.
Actualmente, en Venezuela, hay tantas maletas dentro como fuera del país; a diario, observo las que me tocan. Gracias, familia, por tu capacidad cuántica de estar en dos lugares al mismo tiempo, conmigo.
Gracias. Amén.