Andrés Cañizález*
“Pudiéramos decir que la debilidad manifiesta del aparato productivo interno, el recrudecimiento del proceso inflacionario, los dramáticos niveles a los que ha llegado el desempleo y subempleo, el creciente déficit en la balanza de pagos, la liquidación de las reservas internacionales, el deterioro indetenible del bolívar respecto al dólar, las tasas de interés negativas que desestimulan el ahorro y el persistente déficit fiscal constituyen los principales problemas que conforman el cuadro crítico de la economía venezolana”.
Fácilmente podría creerse que lo citado en el párrafo anterior constituye el balance de la gestión económica del gobierno de Nicolás Maduro, en sus primeros tres años de gestión (marzo 2013-marzo 2016), pero no es así. Esto lo escribió Víctor Álvarez, economista y ministro durante el gobierno de Hugo Chávez, al hacer un balance de la herencia económica que le dejaba al país la administración de Jaime Lusinchi (1984-89). Lo cierto del caso es que el país parece un la gestión económica de Lusinchi en un artículo que tituló “Los principales problemas perro que se muerde la cola, dando vueltas sobre sí mismo. El modelo económico rentista fracasado del pasado se reprodujo con la revolución bolivariana. Álvarez hizo un balance de económicos del nuevo gobierno”, publicado en la revista SIC de enero-febrero de 1989.
La base del modelo estaba errada en los años 80 y está errada ahora: tenía (y tiene) como base de crecimiento el precio internacional del petróleo, una variable que como hemos visto no puede ser controlada. En verdad, la historia venezolana de las últimas décadas deja en claro el carácter cíclico que tiene la cotización internacional del crudo. Los altos precios no son para siempre. Solo que nuestros gobernantes, ayer y hoy, parecen creerlo.
“Como lo hemos podido apreciar, en circunstancias de deterioro sostenido de la cotización del petróleo en el mercado internacional, el modelo fiscal ha demostrado su escasa capacidad para apuntalar el debilitado aparato productivo interno. Y como la rigidez de este último le impide generar abundantes fuentes de trabajo para la creciente población laboral venezolana, se refuerzan, entonces, las presiones económicas y sociales sobre el gasto público, determinando un insostenible déficit fiscal que ha acentuado un proceso inflacionario sin precedentes en nuestro país”, escribía Álvarez en esa primera edición de SIC del año 1989.
Otra clave apuntada por el economista en relación con la gestión de Lusinchi que parece tener mucha similitud con la práctica económica del gobierno de Nicolás Maduro es el fiel cumplimiento del pago de la deuda externa. No se trata de no pagar, sino que para Álvarez una caída abrupta en los ingresos debía tener como respuesta una renegociación dada la disminución de la capacidad de pago del país. “La deuda externa, lejos de constituir una expresión más de la crisis, se revela también como uno de los principales nexos de causalidad de los desequilibrios (macroeconómicos). En efecto, una vez que tuvo lugar la crisis petrolera, la pesada carga de la deuda se ha traducido en una de las principales presiones deficitarias sobre la balanza de pagos. Al mismo tiempo, los cuantiosos recursos fiscales que se destinan al servicio de la misma, constituye una de las explicaciones del creciente déficit fiscal”.
Al delinear cómo debería ser la economía venezolana del futuro, para Álvarez debía ocurrir un cambio de modelo y un cambio de mentalidad en la elite política y económica, se trataba entonces (y parece ser el desafío actual) de poner fin al rentismo: “La economía del futuro deberá estar más sustentada en los ingresos que pueda generar la actividad productiva interna, a fin de ir superando gradualmente la tradicional dependencia que ha tenido del ingreso petrolero. Ante un mercado internacional inestable y una OPEP que no termina de dirimir definitivamente sus contradicciones internas, difícilmente el petróleo pueda continuar cumpliendo el rol de fuerza motriz que durante muchas décadas desempeñó en el contexto de la economía nacional”. Palabras de absoluta vigencia en la Venezuela del siglo XXI, que sigue signada por el rentismo.
*Miembro del Consejo de Redacción de SIC.