Luis Oliveros
En semanas recientes se conoció que el economista español Alfredo Serrano Mancilla era uno de los asesores económicos de Nicolás Maduro (y el cual al parecer le dijo que todo estaba marchando muy bien en Venezuela, que era una gran mentira que la inflación era un fenómeno monetario, que la guerra económica era quien generaba los problemas, etc.). El Sr. Serrano es Doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona-España y director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (forma parte del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador y mantiene alianzas con instituciones de Bolivia, Venezuela y Argentina). Serrano es director de la Unidad de Análisis Político en la presidencia de Venezuela y asesor de Telesur para Economía y Geopolítica en América Latina. Se le ha ligado con el partido español de izquierda Podemos y con sus líderes Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero.
Este año el Sr. Serrano presentó un libro titulado “El Pensamiento Económico de Hugo Chávez”, editado por Vadell hermanos editores y con el Grupo de Investigación Social Siglo XXI (GISXXI) como colaborador. El libro, según los editores, se esfuerza en mostrar el carácter dinámico, dialéctico y progresivo de sus ideas económicas.
Entre las muchas contradicciones encontradas en este libro está su precio. Un libro dedicado al supuesto “pensamiento económico humanista” de Hugo Chávez, ¿cómo puede tener un costo de Bs. 1.700?, esa cantidad representa en este momento más del 20% del salario mínimo en Venezuela, por lo cual quienes pueden adquirirlos no son precisamente los que, según el autor, fueron los protegidos por el referente del libro. Otro es que el prólogo lo escribió Jesse Chacón, quien se sepa no es economista.
En las siguientes líneas les haré un resumen de los aspectos más importantes del libro.
El Libro
Las primeras 100 páginas son un ejercicio de un Chávez en supuesta formación, donde se interesa por todo lo que ocurre en el mundo. Es el inicio de un libro que más que un análisis parece una biografía de un personaje perfecto, de un Dios. Luego el autor trata de analizar la historia venezolana disparando contra todo lo que sea ACH (antes Chávez), haciendo énfasis en el pacto de “Punto de Fijo”.
Interesante como en las páginas 124-125 habla del “Caracazo”, pero no dice que estaba haciendo el militar ese día.
En la página 136 habla de la “formación económica de Chávez en la cárcel”, donde resalta que la persona más influyente en esa materia fue Jorge Giordani. El autor no debe saber que hoy Giordani cuestiona no solamente al gobierno actual en el manejo económico, sino que reconoce que Chávez cometió graves errores en la campaña electoral del 2012 que fueron la base del actual problema. En el libro el autor también nombra la influencia en Chávez de Carlos Matus, ex ministro de economía de Allende (saquen cuentas). Más adelante (en la página 214) habla del “equipo económico de Chávez”, donde además de Giordani, estaba gente del marxismo venezolano en su máximo expresión. como Francisco Mieres, Adina Bastidas, JJ Montilla y Jorge Pérez Mancebo (de quien por cierto dice en la nota 154 que “estuvo enredado en el célebre caso de Antonini Wilson).
En la página 152 presenta el viaje de Chávez a Cuba del 13 al 15 de diciembre de 1994, el cual lo cataloga casi como epifanía. En ese viaje Chávez refuerza sus conocimientos que sobre el capitalismo, libre mercado y Latinoamérica tenía. Fidel lo recibe en el aeropuerto y este gesto marca al autor (recordemos que el autor es Doctor en economía y aunque tiene todo su derecho de sentir admiración por Fidel, no deja de ser un contrasentido exaltar una figura de un dictador). Dos años después (junio de 1996) Chávez presenta la Agenda Alternativa Bolivariana, donde identifica algunos lineamientos en materia económica que van desde el papel del estado, el petróleo, equilibrios macro sociales, educación, hasta deuda externa, dinamización de la producción y equilibrios macroeconómicos. Llama la atención sobre estos tres puntos que el autor no haga mención a los vertiginosos aumentos en la deuda externa y a la dependencia a las importaciones (que generaron caídas en la producción nacional) en la administración Chávez (además del fuerte deterioro de los equilibrios macroeconómicos en los últimos años). Es importante destacar en el punto de la deuda externa el autor destaca que “Chávez planteaba diferentes opciones que coincidían en la necesidad de una moratoria, renegociación y solicitudes de condonación en algunos casos”. Lo que le faltó al autor destacar que hoy, el 99% de la deuda externa venezolana fue contratada en el gobierno de Chávez. Por otra parte está el tema de la independencia del Banco Central, en donde el autor aplaude que Chávez desde esos años (y hoy lo padecemos) tenía entre ceja y ceja que el Banco Central tenía que estar al servicio del gobernante de turno (algo que también repetirá en la página 266).
En la página 173 el autor coloca que Chávez aprovecha su tiempo en Yare para leer e ir “construyéndose un pensamiento económico enriquecido por Giordani, Matus, Varsavsky, Meszaros, Nyerere, Gramsci”.
Entre las partes cómicas (por su carácter lamentable) está la página 186 donde el autor comenta que supuestamente Chávez tenía sus dudas sobre si ir a las elecciones presidenciales en 1998 y que “convencer al MBR era tarea complicada”. Hasta habla que Chávez decidió irse un tiempo a la finca de sus padres en Barinas “porque creía que no podría convencer a sus propios compañeros del camino a seguir”. También está la página 191 donde (increíblemente) hace una larga mención (de 10 páginas, pero bueno cuando necesitar rellenar 600, hay espacio para todo) de una entrevista que le hizo el “periodista ultra neoliberal y opositor”, Jaime Bayly a Chávez.
En la página 197 encontramos una explicación de la mala situación económica con el gobierno de Caldera por parte de Chávez (en una entrevista con el periodista Blanco Muñoz) al advertir “que la inflación, escasez, inseguridad, pobreza eran por culpa del desgaste del modelo político, que no tiene la capacidad para regular las perturbaciones que se le fueron de las manos. Es la teoría de las catástrofes.” Creo que esa explicación es perfecta para contrastarla con la fuerte crisis que hoy se vive en Venezuela. En la página 204 hay una idea interesante (de las pocas del libro) y tiene que ver con que Chávez “procuró hacer del discurso sobre economía algo cercano y próximo, tan cotidiano como su efecto en la vida de los ciudadanos”.
La idolatría del autor por Chávez llega a tal punto que este inicia la página 277 con fragmentos del himno nacional venezolano y pone entre paréntesis “entonado por Chávez”. Nunca había visto algo parecido.
En la página 300 se habla del Plan Bolívar 2000 como “la primera piedra del todavía incipiente Estado de Misiones, con el objetivo prioritario que Chávez buscaba cumplir: sin satisfacer necesidades más básicas, rápida e integralmente, no se podía pensar en etapas posteriores”, lamentablemente el autor no se informó sobre las acusaciones de corrupción que tuvo el programa, a tal punto que hoy ese plan no existe. Otra lamentable mención podemos encontrarla en la página 304, en la cual habla del fortalecimiento del Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica (FIEM) como “mecanismo estabilizador”. El autor nuevamente no investiga y por lo tanto no se pregunta, ¿Por qué ese fondo que llegó a tener $ 7.000 millones para septiembre de 2001, hoy solamente tiene $3 millones?, ¿qué pasó con ese dinero?, ¿no sería hoy un excelente mecanismo de estabilización para la crisis que vive el país?
En la página 397 hay una confesión, de esas que lucen tristes tomando en cuenta todos los esfuerzos por lograr “la independencia”: Chávez era plenamente consciente de que la dependencia de Venezuela con el centro de gravitación de este sistema capitalista aún era significativa (año 2010).
En la página 402 el autor vuelve a incurrir en un error importante, al decir que el PIB venezolano pasó de $90.000 millones a $300.000 millones sin indicar el tipo de cambio para ese cálculo. En la página siguiente nombra al Fonden pero no dice nada de los $130.000 millones que fueron a ese fondo y de los cuales no se tiene ninguna rendición de cuentas.
Y llegamos a la página 413 donde el autor prácticamente aplaude (me imagino de pie) la política de control de cambio chavista (también habla de los grandes aportes en materia financiera). Tilda de neoliberal (casi todo en el libro que sea diferente al pensamiento de Chávez, es catalogado de esa manera) la política de tasas de cambio libres y luego en la página 414 resalta la política de “recuperación de la industria petrolera”. Obviamente era mucho pedirle al autor que en ambos casos hablara de cifras (por ejemplo porcentaje de depreciación del bolívar en plenos controles, montos de salidas de capitales, evolución de la producción petrolera, etc. todo en el período de Chávez en el poder). En la página 419 sigue hablando del tema cambiario con una ligereza bastante preocupante, al punto de hacer énfasis a lo que Chávez llamaba “equidad cambiaria” para soportar la idea de tener una economía con varias tasas de cambio. El autor habla de que el período 2003-2012 puede ser llamado en Venezuela como “la década ganada”, sin hacer mucha mención a la bonanza petrolera del período.
El capítulo 5 (el último) habla de Chávez haciendo campaña electoral con la enfermedad, de la influencia de Henz Dietrich y Meszaros en el Plan de la Patria y del “rentismo importador”. En la página 580 está lo que creo, es el punto más interesante del libro pero que no nos genera ninguna sorpresa: “Para Chávez, no hay economía sin política. Por eso propone una economía politizada o una política economizada”. Privilegiar lo político por sobre la lógica económica a cualquier costo, aunque esto genere distorsiones y problemas económicos. Los objetivos políticos siempre estarán por sobre la economía y tal vez los ejemplos más resaltantes (y a la vez más alarmantes) son el control de cambio y el Acuerdo energético PetroCaribe. Para finalizar en la página 616 el autor cataloga a “Hugo Chávez, como alquimista, ya que conforma un pensamiento económico ecléctico, no encorsetado en ninguna corriente preestablecida”. Confieso que llegar al final del libro fue un alivio.
Ideas Finales
Estas líneas corresponden a un resumen de un libro aburrido, denso y en extremo exagerado sobre las ideas de un personaje que se buscó a mediocres asesores para manejar la economía venezolana. Reconozco que la lectura del libro es un ejercicio complicado, ya que pueden pasar 10-15-20 páginas y no hay una sola idea que invite a la lectura, solo lugares comunes sobre la figura “grandiosa” de Hugo Chávez.
En las 617 páginas del libro no hay un solo gráfico y apenas 4 páginas con cifras (sin fuentes serias, todas sacadas de artículos de opinión de periódicos). En el libro lo único que podemos encontrar es una batería de halagos, una ciega idolatría, un elevado culto a la personalidad hacia Hugo Chávez. Tal vez la palabra que más se repita sea neoliberalismo, la cual increíblemente es nombrada de forma casi adictiva para describir la economía venezolana casi desde Páez hasta la llegada del salvador Hugo Chávez.
En lo personal y a pesar de conocer las limitaciones del autor, estaba esperando de este libro algo muy diferente al producto final. Una obra que profundizara sobre el pensamiento económico de un presidente, que contrastara los resultados obtenidos por ese “pensamiento económico”, que evidenciara bases ideológicas, que mostrara diferencias significativas con el pasado en Venezuela, pero me encontré con un folleto propagandístico de piropos hacia un ser superior. Me imagino que ante esa prosa tan complaciente, de exaltar tanto la imagen del líder a tal punto de colocarlo en un Olimpo planetario, no me extrañaría que el siguiente libro del autor sobre un presidente “importante de la humanidad”, sea sobre Kim Jong-un y con un título al estilo: “El profundo y hermoso apego de este al cumplimiento de los derechos humanos”.
Hoy Venezuela vive la crisis económica más grave de su historia y el responsable directo de ella es Hugo Chávez. Un libro que analice el pensamiento económico de este y deje por fuera temas como por ejemplo la destrucción institucional venezolana, el escandaloso uso discrecional de recursos públicos, los altos niveles de corrupción, los nocivos efectos de los controles y la pérdida a la nación que han significado los acuerdos energéticos no puede ser catalogado de ser un trabajo decente.