Jesús María Aguirre
Se acabó la luna de miel del Papa Franciso, que vino desde el otro mundo, se acercaba a todos con una informalidad inusitada, rompía con los protocolos seculares, sorprendía con sus declaraciones sobre los homosexuales, retaba con sus críticas sociales, cubría las primeras planas de los periódicos, se convertía en el personaje del año…
Ahora pareciera que se han confabulado todos sus enemigos internos y externos para desacreditar al Papa, que flaquea con la ortodoxia, tolera la comunión de divorciados, se muestra inflexible con los curas pederastas, preferencia a los excluidos, se reúne con dirigentes de izquierda, cuestiona una economía inhumana, pone en jaque a las industrias contaminantes y, en fin, choca con el status quo dominante dentro y fuera del Vaticano. “Peronista, comunista, pervertido, heterodoxo, divisor de la iglesia, hereje, traidor al legado de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI”, son algunas de las descalificaciones y atributos, que se acumulan para pedir incluso su dimisión. Los poderes de este mundo se han aliado para bajarlo del pedestal de su posible influencia perniciosa dentro de la Iglesia y en la marcha de la humanidad. Les encantaría verlo orando en las catacumbas de Roma en un arrebato místico o preso en las mismas mazmorras del Sant Angelo, donde estuvo encerrado en el pasado sin juicio el general de los jesuitas Lorenzo Ricci (1775).
Lo que molesta del Papa
Revisando las fuentes de donde proceden los ataques orquestados en Europa y Estados Unidos podemos encontrar la confluencia de los intereses de grupos vaticanistas opuestos al Papa con las plataformas comunicacionales del neoconservadurismo norteamericano y los motivos de sus molestias.
En sus entrevistas, el papa Bergoglio cita a menudo la doctrina social de Juan XXIII y Pablo VI y considera necesario luchar para recuperar la centralidad de las familias y las personas. “La distribución y la participación en la riqueza producida, el establecimiento de la empresa en un territorio, la responsabilidad social, el bienestar empresarial, la igualdad de trato en materia de retribución entre hombres y mujeres, la armonización de los tiempos dedicados al trabajo y a la vida, el respeto del medio ambiente, el reconocimiento de la importancia del hombre respecto a la máquina, el reconocimiento del salario justo y la capacidad de innovación son elementos importantes que mantienen viva la dimensión comunitaria de una empresa”.
Nada nuevo en la visión católica de la Doctrina Social de la Iglesia, sustentada por el mismo San Juan Pablo II, elogiado por esos mismos medios por su enfrentamiento con el comunismo. Por otra parte, incomodan también sus mensajes, dirigidos sobre todo a Europa y Estados Unidos, cuando pide ocuparse de la crisis de migrantes, “personas que huyen de la miseria y del hambre”, así como los referidos a la irresponsabilidad ante el cambio climático.
En esta estrategia ofensiva, una investigación del National Catholic Reporter, precedente al escándalo Viganó (21.07.2017), Tom Robers enumera una lista de donantes dispuestos a firmar jugosos cheques para infiltrar la narrativa católica en el país del norte e influenciar la cultura y la opinión publica. Para ello incluso financian universidades bajo el ‘sello católico’ que profesan el neoliberalismo sin raíces en la doctrina social de la Iglesia en un mixto entre teología de la prosperidad y técnicas de marketing, mercadotecnia y pragmatismo económico.
Pero, por si los ataques anticomunistas no funcionan, ahora los torpedos se han dirigido directamente a su persona a través de las acusaciones del ex nuncio Viganó en Washington, que incluyen encubrimiento de abusos y mentiras alrededor de un ex cardenal destituido y suspendido por Francisco. Estos denuestos son amplificados por una blogósfera militante y por medios ‘católicos’ norteamericanos (Ewtn, National Catholic Register …) que empujan a la renuncia del Papa financiados por sectores ultra conservadores neoliberales y defensores a ultranza de una economía que está por encima de las personas.
En esta contienda el blanco de tiro se extiende al General de los jesuitas P. Arturo Sosa, cómplice comunista y modernista, de las desviaciones del Papa: : Fr. Arturo Sosa Abascal, a Venezuelan Communist and Modernist, is carrying out Francis’s agenda.
El diario inglés The Guardian apuntaba, en el primer par de líneas de un reportaje, que “el Papa Francisco es uno de hombres más odiados hoy”. No por “ateos, ni protestantes, ni musulmanes, sino por algunos de sus propios seguidores”. El periódico incluso cita a un cura anónimo, un introvertido, que dice que “Ojalá se muera”. He aquí, entonces, el meollo del asunto. ¿Cómo puede un católico esperar a que un Papa -cualquier Papa, vicario de Cristo en la Tierra- se muera? ¿Detrás del sentimiento se esconde acaso una carencia de argumentos para discutirlo de forma más humana las razones del Evangelio?
A los 50 años del proceso iniciado en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, estos ataques contra la voz de un Papa latinoamericano, confirman la advertencia evangélica: “Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. (Mt. 5,11).
NUEVA IMAGEN DE LA IGLESIA PROPUESTA POR EL PAPA FRANCISCO
Son ya famosas sus frases lapidarias, que se podrían sintetizar en estas sentencias dirigidas a desclericalizar a la Iglesia y ponerla al servicio de los fieles: “Oler a oveja”. “Iglesia en salida”. “Iglesia, hospital de campaña”.
A sacerdotes y obispos: “No son príncipes, sino servidores del Evangelio”. “Los mensajeros del Reino no son funcionarios ni empresarios potentes”. “Pobreza de medios”. “Un criterio de sobriedad”. “El Maestro los quiere libres y ligeros, sin miedos”. “Apoyados solo en su palabra”.
CARDENALES AFECTADOS POR LAS DECISIONES DEL PAPA FRANCISCO
“Theodore McCarrick es el tercer cardenal que ha sido acusado de abusos sexuales, tras Groer y O’Brien”… Algunos cardenales fueron sospechosos o acusados en los últimos años de haber ocultado, entorpecido o encubierto casos de abusos sexuales, pero solo dos de ellos enfrentaron demandas civiles: George Pell (Australia) y Ricardo Estate (Chile). Otros cardenales acusados nunca llegaron ante un tribunal, ni civil ni canónico: Bernard Law (Boston, USA) y Francisco Javier Errázuriz (Santiago, caso Karadima).
Fuente: Jesús María Aguirre