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El opositor inteligente

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Alexis Andarcia

Un régimen quebrado y cercado financieramente. Deslegitimado, nacional e internacionalmente. Un régimen sin respuesta a los graves problemas del país. Con un rechazo del 85% de la población.

¿Por qué y cómo se mantiene?

Asumo dos respuestas. El apoyo de una cúpula militar y la disgregación del liderazgo opositor.

En cuanto al primero, no poseo mayores indicios e información para precisar, porcentual y cualitativamente ese “apoyo militar”. Las últimas detenciones llevadas a lo interno de la Fuerza Armada, nos llevan a inferir que hay resistencia al régimen. Una característica de la actividad conspirativa es, precisamente, no dar indicios de su alcance.

El segundo punto, la disgregación opositora, es más visible; incluso posible de ser medida, a través de encuestas. Al contrario de lo militar, su característica es hacerse pública y notoria.

La división de partidos, ideas y proyectos de país, son propios de una sana democracia. No obstante, estamos muy lejos de ello. Ante un régimen dictatorial, donde la libertad, los derechos humanos y el riesgo de perder la vida sobrepasan las banderas políticas e ideológicas, las opciones se reducen y polarizan. En éste momento es Democracia o Dictadura, Libertad u Opresión, Vida o Muerte.

En ese escenario, la formación de “bloques” de confrontación política debería ser inminente: por un lado, los pro régimen y en el otro los demócratas. En la población, esa polarización se expresa ¿Por qué no sucede en el liderazgo opositor?

Aquí pueden citarse muchas variables de análisis; desde los personalismos y la corruptibilidad, hasta los errores tácticos y estratégicos.

Es mi interpretación que ha habido de todo un poco. No obstante, lo que ha prevalecido es la eficacia del régimen en fomentar la división de sus adversarios. Lo ha hecho desde laboratorios de desinformación, opacidad, calumnia e incertidumbre. Todo ello, con el firme objetivo de impedir la conformación de un “bloque democrático alternativo”.

Es la aplicación clásica y lógica del instinto conservador:  “si nada sirve, lo que está es bueno”.

Desde allí, parten “noticias” supuestamente de corrupción, donde se consiguen mezclados chavistas y opositores; fotos y frases descontextualizadas, montajes.

¡Todos son iguales! dirá el ciudadano común. Se genera la duda, la desmotivación y el descreimiento…la desmoralización y desmovilización. El régimen gana.

Por lo general, son matrices sin identidad o con falsos registros de procedencia. “Opiniones ” y “noticias” con opacidad discursiva. En mi caso, he optado por limitarme a seguir las actuaciones del Departamento del Tesoro de USA, Canadá, la Unión Europea y Luisa Ortega Díaz.

Esas “noticias” sin filtro inteligente alguno, generan en las redes una serie de señalamientos que sentencian la vida política y hasta familiar de cualquier persona. Así, se instalan guerras anti-MUD, anti-Capriles, anti-María Corina, anti-Borges, anti- Ledezma, anti-Leopoldo…

En ésta perspectiva, el régimen gana. Imagino al inefable Diosdado: “Es verdad, nosotros somos corruptos, mentirosos e ineptos, pero ellos también “.

En mucho, la apatía del venezolano opositor al régimen, se debe a ello. La siembra de la duda y la desconfianza; la desesperanza inducida, absorbida por el liderazgo medio. Fenómeno que se expresa en esa, tan inexplicable como ineficaz actitud de no asistir a una actividad de protesta, por el sólo hecho de haber sido convocado por un factor distinto.

Objetivamente, el hambre, el racionamiento eléctrico, la corrupción y la muerte, están allí; independientemente de su bandería política; de lo que usted interprete, haga o deje de hacer. Pero, el régimen gana cuando usted deja de hacer. Si usted, contribuye a la disgregación.

En cuál espacio, sea familiar, de trabajo o político, funciona “las cosas deben ser como yo digo o interpreto”. Máxime, tratándose de la complejidad de un país. Posiciones como estas, proyectan un futuro caótico. Por naturaleza, el ser humano rehúye al caos y busca estabilidad y coherencia.

Qué duda cabe. Hay quienes juegan al régimen; algunos, desde posiciones bien elaboradas, lo hacen con proyección de poder. Los hay de formación media e intereses primarios; éstos últimos, ubicados en estructuras populares.

Pero, también los hay en la oposición. Algunos como quinta columna, la mayoría como consumidores y correaje de la desinformación estructurada. Son víctimas del bombardeo, que terminan ejecutando el trabajo para el régimen.

En sentido pedagógico, propongo la aplicación y ejercitación de algunos criterios, con la finalidad de no ser presa y construir ese opositor inteligente que el régimen detesta.

En primer lugar, aplicar eso que Rafael Echeverría (Ontología del Lenguaje) llama “principio de la benevolencia “. El cual consiste en no rechazar toda la propuesta de un autor, por el hecho de no compartir una parte. Luego, para evitar ser víctima, sugiero: verificar la información antes de retrasmitirla. Apoyarse en fuentes de reconocida credibilidad; exigir al remitente el origen de lo recibido.

A estas alturas, eso sería no sólo de gran ayuda a la lucha por la democracia; también, el contrataque al régimen; pero, sobre todo, tu liberación como víctima.

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