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El niño Jesús nos anima a seguir esperando

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En Navidad conmemoramos algo increíble: que Dios se ha hecho hombre. Lo hemos dicho, visto y leído tantas veces que no nos damos cuenta de que ese es el hecho más portentoso e increíble que ha ocurrido en la historia humana.

De Dios afirmamos que es eterno, que es infinito en todo sentido, que ha creado lo visible y lo invisible, que nos ha sacado de la nada por amor, que nos quiere tener consigo en el cielo… Y resulta que Jesucristo se olvida de todo eso y se somete a lo que el ser humano es: temporal, limitado en su conocimiento, sufriente, víctima de la maldad… En Navidad tenemos que sacudir nuestra mente y nuestro corazón para que aceptemos ese gran misterio: que se puede ser Dios y hombre al mismo tiempo y que ese misterio nos permite esperar una vida de entendimiento entre nosotros, de cercanía, de amor y de perdón.

Navidad Pues bien, ese hecho impresionante de Dios hecho hombre nos ayuda mucho en los tiempos que vivimos en Venezuela. Nos ayuda a entender que Jesús sufrió la ignorancia, el desdén, la incomprensión, la calumnia, la envidia, las acusaciones falsas, el destierro, la violencia física, el asesinato. ¿Nos suena todo eso? Él acompaña a tantas madres y padres de familia, a tantos que viven en la extrema pobreza, a tantos que se han tenido que ir del país para poder vivir. Y su acompañamiento nos da a todos fortaleza y fe en que todo esto pasará. Jesucristo pasó por la muerte, pero luego el Padre lo devolvió a una vida eterna, preludio de la que todos esperamos.

En el final de la temporada de lluvias la naturaleza se muestra más viva, más hermosa. Los árboles verdean en pleno esplendor, las flores brotan luminosas orientándose hacia el sol. Cantan a ese Dios que las creó y le devuelven belleza y frescura. Como dice el papa Francisco citando al maestro espiritual Ali Al-Kawwas:

Hay un secreto sutil en cada uno de los movimientos y sonidos de este mundo. Los iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla, los árboles que se doblan, el agua que corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los pájaros, el sonido de las cuerdas o las flautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los afligidos […] (Laudato Sí’, 233).

Todos podemos iniciarnos en esa contemplación a la que nos invita el Papa y acompañar así a Jesús hecho niño, que la vivió y quiso que la viviéramos también nosotros. Esa contemplación es preludio de la armonía, la paz y la justicia que van a venir a nuestro país como regalo navideño de Jesús Niño, de María y José y de nuestro querido José Gregorio Hernández, que supo vivirlas para beneficio y curación de tantos pobres y enfermos de su tiempo.

SIC así se lo desea a todos los lectores y a toda Venezuela.

Un gran abrazo.


F. Javier Duplá, s.j.

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