Jesús María Aguirre s.j.
Aunque se da por descontado que México, a pesar de todas las revoluciones y persecuciones laicistas, mantiene un alma católica, protegida por el manto de la Virgen de Guadalupe, la realidad religiosa dista mucho de ese imaginario propagandístico y simplista. Rodolfo Soriano, experto en sociología religiosa, afirma que si bien la secularización no ha modificado el substrato religioso, tampoco se sostiene la idea del “México semper fidelis” (México siempre fiel) de Juan Pablo II.
“Lo ocurrido en México en los últimos 50 años contradice a unos y a otros. Entidades del sureste con alguna tenue base industrial, como Campeche, mutan a la descreencia religiosa (15.7% de los campechanos dijeron no profesar religión alguna, según el Censo de 2010) o a la práctica de variedades del cristianismo distintas al catolicismo (21.15% de los campechanos manifestaron profesar alguna religión no católica); otras, como Chiapas y Oaxaca, transitan a la práctica del cristianismo no católico. En las grandes zonas metropolitanas del Distrito Federal, el Estado de México, Jalisco, Puebla, Nuevo León, Baja California o Chihuahua emergen complejas identidades que combinan antiguas prácticas religiosas que, en algunos casos, anteceden al catolicismo, con actitudes del escepticismo ateo o agnóstico, pero que reconocen —al mismo tiempo— la utilidad de prácticas como la meditación o incluso la oración”.
Los espacios geográficos culturales y religiosos, donde se desarrollaron las guerras cristeras, y que se supone mantienen una mayor y arraigada identidad católica también han sido afectados por las transformaciones socio-religiosas de estos últimos años con una baja de la pertenencia católica y la hibridación de las creencias. En esta recomposición se ha dado por una parte la vuelta al substrato indígena y por otra el sincretismo con las nuevas corrientes que van desde el pentecostalismo a la nueva era.
No hay que olvidar el dicho irónico de: ¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los EE.UU.! ya que refleja por una parte el deslave que supusieron tantos años de persecución religiosa y laicismo beligerantes y por otra la penetración creciente del coloso americano, que hoy invade México no por vía militar sino comercial por los tratados de libre comercio. Por eso Soriano asoma la hipótesis de una vitalidad aparente:
“Los estados del Bajío histórico (la confluencia de los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Michoacán y Jalisco) pero se extiende sobre un territorio mucho más vasto que abarca a Querétaro y Zacatecas, además de aquellos estados (…) cuentan con los contingentes más nutridos de católicos a escala nacional. Es una región en la que el catolicismo conserva una vitalidad aparente —expresada en las cifras censales, en la toponimia y los espacios públicos que reafirman la primacía de lo católico— y que se mantiene, todavía en 2014, como el semillero de la Conferencia del Episcopado Mexicano”.
La tesis de Rodolfo Soriano sobre el deslave religioso parece tanto más plausible por cuanto los estados considerados más católicos, han sido los más afectados por los escándalos religiosos y la beligerancia de ciertos bastiones anticatólicos, representadas por Melchor Ocampo y Francisco J. Múgica, entre otras figuras públicas.
“Es una vitalidad aparente, como lo demuestra el Índice de Religiosidad, que deja ver que ni a escala regional ni en los estados del Bajío hay una práctica religiosa más robusta. Una posible razón es que el Bajío ha sido cuna también de algunas de las más formidables contradicciones del catolicismo: Marcial Maciel, la Nueva Jerusalén y los Caballeros Templarios”.
Es este México, convulso políticamente, tocado por la violencia y la transculturación, el que espera del Papa un mensaje de aliento y esperanza, una activación de sus recursos espirituales y una confirmación de su vocación de crisol de las razas al amparo de la Virgen de Guadalupe.
Para seguir de cerca la visita del Papa en México ve aquí Itinerario y programa papal
Nota: Dejamos para su revisión, un mapa que conseguimos sobre la violencia en México.
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