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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

El lado más cruel del éxodo venezolano

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Foto: Cortesía ONU

Por María Rodríguez

Maryhen Jiménez Morales, investigadora venezolana en el Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford, viajó dos semanas a la costa colombiana para recabar datos que ayuden a entender la situación de la migración venezolana no sólo en la frontera. ¿Se esperaba todo lo que encontró? “En parte sí, pero verlo fue muy doloroso”, describe la politóloga en esta entrevista al diario ALnavío.

Hacinamiento, insalubridad, mendicidad, riesgos de enfermedades infecciosas, prostitución, alquiler de menores, nacimientos de niños apátridas, vientres de alquiler, xenofobia, explotación infantil, microtráfico… y hasta reclutamiento forzoso. Así viven miles de venezolanos que cruzaron por trochas la frontera con Colombia huyendo de la crisis humanitaria en Venezuela y se dirigieron a la costa. Sin papeles no pueden acceder a un trabajo y malviven en ciudades como Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, al norte del país.

Todo ello lo constató en un viaje de estudio a la zona Maryhen Jiménez Morales, investigadora venezolana en el Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford. Quería recabar datos para entender la situación de la migración venezolana. ¿Se esperaba todo lo que encontró? “En parte sí, pero verlo fue muy doloroso”, describe la politóloga en esta entrevista al diario ALnavío.

“Todo el énfasis mediático e internacional se concentra en la frontera y poca luz se da a la situación política, social y económica que ocurre en otros estados”

Habló con organizaciones de venezolanos en Colombia, con los propios venezolanos, con autoridades locales, con Migración Colombia, con representantes de la Cancillería y de las secciones de salud y educación de los ministerios, etc. “Lo que sucede y lo que me comentaban es que todo el énfasis mediático e internacional se concentra en la frontera y poca luz se da a la situación política, social y económica que ocurre en otros estados que también acogen a miles de venezolanos”.

Entre los estados Bolívar, Atlántico y Magdalena (donde se ubican Cartagena, Barranquilla y Santa Marta), Migración Colombia calcula que viven más de 200.000 venezolanos, en torno a 20% del total que acoge el país.

“Mi estudio no es para criticar a Colombia, sino para describir la situación. Colombia ya tiene un problema de pobreza, falta de educación, acceso a salud, infraestructuras en muchos estados… Y a eso le añades un millón y medio de venezolanos, de los que la gran mayoría no tiene la posibilidad de integrarse”, recalca Jiménez.

¿Qué destacaría de lo que está sucediendo con el éxodo venezolano irregular?

– Hay mucha desinformación entre los migrantes. A Colombia llegan madres venezolanas o se embarazan rápidamente porque piensan que al tener un hijo en Colombia de papá colombiano o no, van a tener acceso a papeles y a la nacionalidad. Y esto no es así. Sólo en 8 meses, en Cartagena nacieron 600 niños apátridas, que no existen como ciudadanos.

¿Qué problemas laborales constató?

– La situación laboral es muy, muy precaria. Sólo aquellos que tienen permiso consiguen trabajo formal. La mayoría entra en situación irregular. Sobre el papel tener permisos suena bien, pero en la realidad, este tipo de permisos genera desconfianza entre la población colombiana. Al empleador, como no conoce muy bien ese sistema (de papeles), no le da confianza incorporar a esta población en su trabajo. No sabe si es confiable y desconoce cómo responderá el Estado si algo sucede. Ahí el Estado tiene que insistir más al empleador para que abra las puertas a los venezolanos que cuentan con estos permisos.

“Sólo en 8 meses, en Cartagena nacieron 600 niños apátridas”

Y los que no tienen esos permisos especiales no tienen acceso a la salud.

– Exacto. Pero por ejemplo en Cartagena se están haciendo excepciones para enfermedades con riesgo de muerte y mujeres embarazadas, aun estando en situación irregular. Esto está generando un problema porque no hay recursos en Colombia ni siquiera para atender a la propia población colombiana. En Cartagena están atendiendo a la población venezolana con parte de un fondo especial para población pobre no asegurada colombiana.

¿Constató muestras de xenofobia contra los venezolanos?

– Sí suceden. Sí que ha generado xenofobia. Pero por otro lado yo pude constatar que en todas las instituciones y con todas las personas que hablé, incluido Migración Colombia, nunca nadie se planteó cerrar fronteras. Todos hablan de “nuestros hermanos” venezolanos, de que hay que apoyarlos porque Venezuela les apoyó en su día. Lo que pude constatar es que Colombia está recibiendo a la gente y tratando de incorporarla lo más que pueda.

¿Qué problemas de salud se están dando?

– Ahora hay brotes de VIH porque la prostitución se ha incrementado. También hay otras enfermedades de transmisión sexual, infecciones de piel… Lo pude constatar con mis propios ojos en un taller semanal con la alcaldía de Cartagena que brinda apoyo a madres en mendicidad, donde les ofrecen charlas sobre temas de derechos humanos y abuso sexual, a cambio de un almuerzo para ellos y sus hijos. Ahí pude constatar la situación tan grave de higiene y salud que viven muchísimos venezolanos. Aunque lo que vi es sólo una muestra.

Infecciones de piel…

– Los venezolanos que llegan a la costa no están acostumbrados a ese calor de Cartagena. Y viven en situación de hacinamiento. De 20 a 30 familias en una casa de dos cuartos. Duermen en colchones regalados, comprados, heredados… Ahí está surgiendo un cultivo de enfermedades porque no tienen acceso al agua ni a la higiene. Se bañan muy, muy poco. Estas infecciones afectan a los niños y a la población adulta. Ha tenido que entrar el Estado colombiano a los barrios con la ‘Casa de Justicia móvil’ a vacunar a la gente, porque como no tienen papeles no cuentan oficialmente con acceso a la salud. Estas infecciones no son de riesgo de vida, pero se están generando brotes y problemas de salud en los barrios. También hay brotes de sarampión. Todas las enfermedades que hay en Venezuela de cierta manera también están migrando hacia Colombia.

¿Cuán complicado es encontrar vivienda?

– Es muy difícil encontrar arriendo sin documentos oficiales. Muchos bajan su consumo de alimentos a una comida o dos por día, como en Venezuela, para pagar la vivienda y poder mandar dinero a los suyos. Los que pueden alquilar una casa de uno o dos cuartos comienzan a subarrendar espacios a otras familias. En Barranquilla hay terrazas de los pequeños porches que se alquilan por 3.000 pesos la noche, con colchón y acceso a baño en la mañana del día siguiente. En la noche duermen allí, resguardados. Otros duermen en campamentos cerca de la autopista, en carpas o casas de cartón.

¿En la educación el panorama está mejor?

– Colombia sí está recibiendo a los niños venezolanos. Y eso es una labor extraordinaria. En los colegios públicos que antes tenían 30 alumnos ahora tienen 40, de forma que se colapsa el sistema interno. Pero al menos se están incorporando niños de familias irregulares. El tema es que no todas las familias saben esto. Ahí es donde viene la desinformación y la vulnerabilidad del desplazado migrante venezolano. Cuando llega a Colombia no tiene ni idea de qué hacer. A qué tiene acceso y a qué no. No maneja el sistema y estos niños se quedan por fuera del sistema.

Comenta que también vio explotación infantil en su viaje a la zona…

– La vi varias veces al día en todas partes. Hay madres sentadas con sus bebés, recién nacidos, pidiendo dinero, o familias que envían a sus hijos para pedir dinero por chocolate. También, presuntamente, a niños también los drogan para que duerman todo el día y de esta forma los padres ejerzan la mendicidad. También se ve el tema de alquiler de niños. Me lo comentaron periodistas que trabajan en Cartagena: tres niños por 50.000 pesos. Familias con niños se los alquilan a familias sin niños para que estos puedan pedir y generar algún ingreso y en la noche los regresan.

Eso es explotación…

– Y de alguna manera también trata de personas. Además, desde la fundación Un Solo Pueblo me comentaron que en Cúcuta se están investigando casos de ventas de niños. También en Cartagena. No hay pruebas concretas. Están activando todas sus redes porque hay rumores. Al final Cartagena es una ciudad llamativa para esto porque tiene puerto, aeropuerto, muchísimo turismo… Y esto no sólo es un riesgo para la población local sino internacional. También se está dando el alquiler de vientres de jóvenes venezolanas por parte de personas que no tienen posibilidad de ser padres por la vía natural.

¿Y la prostitución?

– Lo constaté en la plaza central de Cartagena. Era una cuestión bárbara. Durante el día ya ves el tema de la prostitución, pero sobre todo a partir de las 5 y 6 de la noche. En Colombia no está penada. Por eso no pueden mover a esas mujeres (algunas aparentemente adolescentes) del espacio público. A partir de las 5, 6, todos los días, pero más aún de miércoles a domingo. A partir de las 6, 7 y 8 de la noche te encuentras con 80 mujeres en una plaza pequeña ofreciendo este servicio de prostitución. Estas personas están ahí por esa situación de hambre, de crisis migratoria, humanitaria… No están teniendo oportunidades de salir del círculo de la prostitución.

“A partir de las 6, 7 y 8 de la noche te encuentras con 80 mujeres en una plaza pequeña ofreciendo este servicio de prostitución”

Habla de varios tipos de prostitución.

– Sí, la voluntaria y la prostitución por tráfico de influencias. En la voluntaria escogen una esquina de acuerdo con quien lleve la plaza o la calle. A las afueras de la ciudad pueden generar a partir de 3.000 pesos (un dólar). El precio ha bajado completamente después de la migración masiva de venezolanas. Esto también genera un conflicto entre las trabajadoras sexuales que ya estaban en Cartagena, porque el precio bajó y hay mucha más competencia. Si es por proxeneta el precio es a partir de 30.000 pesos (10 dólares).

¿Y la prostitución por tráfico de influencias?

– Me lo contaron organizaciones de venezolanos. Por las redes sociales se ponen anuncios de que buscan emplear a una joven venezolana a la que pagarán 4 millones de pesos por semana, una cantidad bárbara para una situación irregular. Acepta y presta el primer servicio. Le preguntan por familiares que quieran ir a Colombia. Y los contacta la propia muchacha. Una joven que empieza en la prostitución y se trae a dos, tres, cuatro más. Tanto es así que me contaron un caso donde la mamá, la hija, la prima, la tía y hasta la abuela se metieron en esto. Es tráfico de influencia a través de las familias. Trata de personas, pero de otra manera. También están las tinteras, que disimulan vendiendo café, pero son trabajadoras sexuales. Los tinteros se dedican al microtráfico. También venden café, pero igualmente una pequeña dosis de droga. Más muestras de que la crisis está cruzando la frontera. De que la crisis humanitaria está migrando con los venezolanos.

¿Qué se necesita para paliar esta situación?

– La ayuda se está concentrando en la frontera. Pero no está siendo trasladada a otras provincias donde hay los mismos problemas. El llamado es a que la estructura de ayudas en la frontera se expanda a otras regiones. Se necesitan albergues, comedores, refugios para ciudadanos desplazados en la costa… Pero la ayuda humanitaria no es suficiente. Necesitan recursos para incorporar a toda esta población al sistema. Pero Colombia no tiene recursos ni siquiera para su propia población. Por lo que se tiene que hacer a través de la cooperación internacional. Se necesitan políticas públicas transnacionales. Otro tema es trabajar la regularización de los venezolanos en Colombia.

¿Qué papel tiene Juan Guaidó en todo ello?

– Juan Guaidó tiene una crisis que atender en Venezuela, pero también tiene una crisis que atender más allá de la frontera venezolana. Y esto no está siendo parte del discurso. Tiene que emprender esfuerzos transnacionales para poder atender también a esta población desplazada. No puede dejarse sólo en manos colombianas. Por otro lado, la política opositora se desplazó con los venezolanos. Y si se organizan cabildos en Venezuela, ¿por qué no se están haciendo con los venezolanos que están fuera? Hay que organizar también a la gente en el extranjero. Porque esta gente también necesita ver a políticos de su país. Que les digan que van a salir de esta, que aguanten.

Al Navío

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