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El interinato entre los extremos

3.2.3_@stalin_gonzalez

Por Hugo Pérez Hernáiz*

Luego que Juan Guaidó asumiera la presidencia interina de la República el pasado 23 de enero, interpretando las atribuciones del artículo 233 de la Constitución, los objetivos estaban claros: cese de la presunta usurpación por parte de Nicolás Maduro, conformar un gobierno de transición y convocar elecciones universales libres y democráticas en el país. Hoy, a más de 9 meses de aquel acontecimiento que regresó la ilusión a los venezolanos, el camino luce poco esperanzador y aquella ruta, más que lejana, se torna hostil y distorsionada

 

¿Qué significa ser oposición en Venezuela? No hay manera de hacer un mapa relativamente estable sin el antipático plural. La parte fácil es establecer los extremos, por tanto, este podría ser el resumen de la opinión de “una parte” de la oposición: “Llevan veinte años pidiendo diálogo, negociaciones y elecciones, pero cada vez nos han hecho trampa ¿hasta cuándo? ¿cuándo se darán cuenta de que con narco-criminales no se negocia?”. “Nadie dará un golpe, nadie invadirá, así no nos guste tenemos que negociar si algún día queremos salir de esto”, podría ser el de “la otra”.

Entre esos dos extremos hay un continuo útil para poner las posiciones de las oposiciones, que se complejiza al considerar otras coordenadas igualmente útiles: la postura frente a las sanciones, por ejemplo, o frente a la nueva mesa de diálogo que un grupo minoritario de la oposición ha establecido con el Gobierno, entre las más importantes. Aunque es una reducción de posiciones complejas, esta simplificación extrema nos permite hacer un mapa de las oposiciones hoy. Adrede en este mapa no se nombran partidos ni personas, es por tanto un mapa de posiciones precario, abstracto y casi incorpóreo. Personalmente, creo que los mapas políticos con nombres y apellidos pueden ser más útiles, lo que sucede es que de esos ya hay muchos y también es importante, a veces, dar un paso atrás en medio de coyunturas vertiginosas y abstraer un poco para ver otras cosas.

El interinato

Entre dialogar y negociar, y el tremendismo de acciones que obliguen al desenlace, podemos poner al presidente interino (sin entrar en el debate taxonómico sobre el verdadero cargo, llamaré a eso el interinato) y a quienes lo apoyan. El interinato demostró estar dispuesto a embarcarse en el proceso noruego y en los encuentros en Barbados, y a solo retirarse cuando el Gobierno lo hubiera hecho. También participó (¿de manera reticente?) en el confuso conato de golpe de abril de este año. Pero ahora para esta parte de la oposición, hasta hace nada agente unificador y mayoritario, se abre la incertidumbre de una nueva dinámica en la Asamblea Nacional (AN), en la que se habían amarrado acuerdos con algunos partidos para continuar al frente de esa figura inédita de presidente interino, reconocido por tantos países, pero a la vez sin poder real dentro del país.

Recientemente la Asamblea Nacional ha cambiado, tras la reincorporación de parte de los diputados del chavismo que se habían retirado tras el tejemaneje del desacato. Hay que reconocer que esa extraña figura del interinato fue una osadía que puso por momentos al Gobierno en una posición dificilísima, al menos en lo internacional. Pero también fue una apuesta elevada y riesgosa y, sobretodo, muy voluntarista. Con la figura del interinato quizás somos testigos del extraño fenómeno de una oposición con mucho poder simbólico (su presidente es el legítimo, de acuerdo a una cincuentena de países), pero a la vez con tan poco poder efectivo.

Sufrió el interinato, sobre todo sus primeros meses, de un exceso de optimismo en el poder simbólico voluntarista de definir una situación como verdadera, pero al contrario de lo que queremos creer los sociólogos, no siempre tal situación es real en sus consecuencias. Reconocer no siempre implica que aquello que se reconoce es, a esto se lo llama ilusión. No es menospreciar: nada se logra sin ilusión.

La oposición del Gobierno

La reincorporación de los representantes del Gobierno a la Asamblea Nacional es, al menos ostensiblemente, parte de los acuerdos alcanzados por el Gobierno con un grupo muy pequeño de la oposición –cinco partidos– (la detallada fragmentación de los partidos de oposición sorprendería a los expertos más ecuánimes). Ese pequeño grupo goza de prominencia temporal garantizada por su aquiescencia a un proceso de negociación que no es avalado por el interinato. Como medida de lo minúsculo de ese grupo opositor se ha señalado que solo cuentan con unos ocho diputados en la Asamblea Nacional, quizás ni siquiera todos estén sentados en esa mesa.

En realidad, este fue un intento del Gobierno por fraguarse una oposición y una negociación a su medida, una vez que el proceso de Barbados se hizo incómodo. Sin embargo, siendo un proceso de negociación sesgado, parece haber al menos logrado que los representantes del Gobierno volvieran al Parlamento. Queda por ver si otra parte importante del acuerdo también se cumple: la “nueva conformación” del CNE desde la Asamblea Nacional, como debió ser desde siempre. Algún otro “gesto” gubernamental, como la liberación de más presos políticos, aparte del que participó en la mesa, tampoco ha ocurrido al escribir esto. Evidentemente, en esa mesa de diálogo con ese sector de la oposición no se ha discutido la transición “rápida”, es decir, el desconocimiento de las elecciones del 20 de mayo y el abandono por parte del chavismo del poder efectivo.

Tampoco, si tal era uno de los objetivos del Gobierno, parece que sectores “moderados” de la oposición se plegasen a ese grupo, quizás este esperaba que la nueva movida en la Asamblea Nacional propiciase nuevas divisiones explotables en la oposición. ¿Qué será de ese micro grupo opositor? En las coordenadas que he trazado arriba, forman parte de aquellos inclinados a dialogar, negociar, acordar, aceptar, y más, sin muchas precondiciones y con pocas concesiones de la contraparte. Tampoco, ya está dicho de sobra, es un grupo que represente legítimamente a la oposición. Pero si el Gobierno quiere auparlo frente a otra oposición a la que considera golpista e intransigente (y cosas peores), puede mostrarlo como que ha logrado cosas: la rehabilitación de la Asamblea Nacional como el verdadero lugar del diálogo y la negociación en una democracia y, quizás, que esa Asamblea sea capaz de “reconformar” el CNE. El Gobierno podría hacerlo, no quiere decir que lo haga: luego de considerar la racionalidad de los actores, siempre es bueno poner esa racionalidad en entredicho.

La pureza de los maximalistas

Para ello se tendría que, además, contar con al menos la aceptación de la nueva situación por parte del interinato, el cual siempre está bajo presión aún de otro sector de la oposición que, en nuestras coordenadas, está en el extremo del cansancio con todo a lo que suene a diálogo, negociación, e incluso elecciones. Este también es un grupo minoritario de la oposición, pero con una fuerza sorprendente en las redes sociales. Lo más notable es que representa un grupo que se mueve, cómodamente y con poco sentido de la ironía, bajo las coordenadas dicotómicas que el chavismo intentó imponer en el discurso político venezolano: derecha vs. izquierda, liberalismo/capitalismo vs. socialismo y, sin tapujos, se ubica en lo primero. Como espejo de la retórica chavista, replica teorías conspirativas sobre el funcionamiento del mundo y descubre incluso confabulaciones de un Papa “socialista” amigo del chavismo. Al igual que el chavismo, cree en el poder absoluto de un imperio conspirador capaz de poner y quitar gobiernos a su antojo y en eso fija su esperanza.

En sintonía con la nueva ola de la “neo-derecha populista internacional”, los más importantes influencers de este grupo dicen representar a una oposición de pureza ética liberal, no contaminada por “bobadas chavistas” como la idea de igualdad y de justica social o la preocupación por la pobreza. No descansan en sacarle en cara al interinato su falta de logros respecto a aquel primer documento, en el que se afirmaba la necesidad de un gobierno de transición (lo cual implicaba la salida inmediata del chavismo del gobierno), antes de cualquier elección. Sospechan que el interinato está contaminado de “socialismo” y, muy posiblemente, esté comprado por el régimen. Por ello –dicen–, el interinato no ha centrado sus esfuerzos en la confrontación directa y en pedir una intervención militar extranjera, y por ello traiciona a la oposición pura cuando muestra disposición al diálogo.

Una transición negociada y no violenta impediría la purga total del mal socialista –dicen– y, por lo tanto, no sería una transición en absoluto. El logro del cambio súbito de gobierno, lo que se ha llamado “el cese de la usurpación”, llegó a parecer cercano durante los primeros meses del interinato, sin embargo, hoy luce poco realista. Aunque, de cualquier manera, este grupo opositor siga insistiendo en ello. Tampoco es realista su otra gran esperanza (y la de algunos chavistas, por supuesto): Trump y Bolsonaro no están a punto de invadir Venezuela. Que tal invasión no se haya dado aún es alternativamente culpa de algunos científicos políticos socialistas/pacifistas que, dicen desde este grupo siempre poniendo el poder donde el poder no está, han convencido a la opinión pública de que la guerra es mala idea, y del interinato, que se empeña en no pedirla abiertamente.

¿A dónde van las oposiciones?

Este mapa es provisional: el interinato, si continúa, o lo que sea que salga de la nueva dinámica de la Asamblea Nacional, tendrá que navegar por entre las oposiciones que están a sus extremos. Que no es otra cosa que decir que tendrá que mantener el centro, aprovechando a veces lo que el Gobierno da a la oposición aquiescente, pero a la vez aceptando, tal cual lo dice el otro extremo, que el Gobierno realmente no da nada gratis. Si el centro de la oposición logra aprovechar la posible rehabilitación de la Asamblea Nacional, que es la única institución que conserva la etiqueta de “democrática” en todo el Estado venezolano, y concentrarse en la renovación del CNE para que la exigencia de elecciones tenga sentido, quizás logre conjurar la manipulación y la compra de tiempo que ha hecho el Gobierno con todas las iniciativas de diálogo pasadas. Las coordenadas del mapa de las oposiciones cambiarán entonces a posiciones respecto a si participar en elecciones o abstenerse. Ojalá.

*Sociólogo y traductor. Ha sido profesor universitario en FACES-UCV y UCAB.

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