Por Noel Álvarez
La prisión es un instrumento de abuso de poder con el cual los tiranos encierran a sus enemigos, a sus opositores y a veces también es un medio para obtener los bienes del preso, como lo encontramos en la historia antigua, pero también en la moderna. Nació como pena muchos siglos después de que el poder, “religioso y político la utilizara como un medio preventivo para evitar que se fugara, el supuesto violador de la norma social. En tanto la autoridad, cualquiera que fuera en ese momento, la autorizada por el grupo social, decidiera si el reo era culpable y cual pena le debería ser aplicada.
En las antiguas naciones paganas “los castigos se caracterizaban por la crueldad”, se señala en el libro de los Jueces, y los lugares de encarcelamiento a veces se diseñaban como para privar a los prisioneros de toda comodidad. La pena más cómoda en los grupos primitivos era la pena de muerte ya que los recursos económicos no eran suficientes para mantener con vida al transgresor de la ley. En otros casos los prisioneros eran sacados a barrer las calles y así se evitaban de pagar costosos honorarios.
Estos criterios de castigo, permitieron que la lapidación se usara en las sociedades primitivas como medio de ejecución, y de esta forma multitudinaria, todos los miembros del grupo social podían participar en el linchamiento, ejerciendo venganza. En los tiempos bolivarianos, se combate la protesta con disparos a la cara como lo recomiendan los manuales de los peores sanguinarios de la historia.
Antiguamente se usaban las cisternas vacías o con poca agua para poner en ellas a los prisioneros. Dado que el calabozo o la mazmorra era la parte más oscura y pésima, por lo general ubicados en una cueva subterránea, como la que está en Plaza Venezuela, es fácil comprender que una persona no podía subsistir mucho tiempo en un confinamiento tan inhumano. En la cárcel filistea, Sansón fue engrillado y forzado a hacer un trabajo humillante. Algunos de los profetas sufrieron prisión a manos de los dictadores y de los colectivos, rebeldes y enfurecidos.
Tal como van las cosas en nuestro país, con las cárceles llenas de opositores, y con el anuncio de elevar la pena capital a 50 años, es posible que los “inconstituyentistas” piensen en esto para desviar la atención. En tiempos de revolución, la pena de muerte no se ha planteado ¡por ahora! Lo que no dijo el litigante era si esto tenía efecto retroactivo, ya que, comenzando desde la época de “Petróleo Crudo” y llegando hasta muchos de los que hoy gobiernan, tienen prontuario por quema de carros, saqueos, atracos a bancos y asesinatos de militares y policías.
Cristo enseñó a sus discípulos a socorrer a los que están en la cárcel. Los presos de Maduro, no reciben los beneficios de las recomendaciones de Jesús: pasan hambre y no se les permite recibir visitas. Tampoco reciben su ración de alimentos muchos de los militares encargados del orden público. Los primeros cristianos con frecuencia sufrían prisión no solo a manos de los paganos, sino también ante la ira de los judíos. Los presos eran encadenados a soldados asignados para cuidarlos.
Cuando los verde oliva enfrentan la incertidumbre de la represión en busca de opositores, a menudo sus mentes se vuelven hacia pensamientos de muerte. Ellos buscan la forma de hallar tranquilidad espiritual para sí mismos y la de suministrar la paz perdida a sus seres queridos. Asiduamente escriben cartas a sus familiares, solicitándoles su comprensión y apoyo e instándolos a que mantengan incólumes sus principios, a fin de que la dignidad y el espíritu de lucha sean sus fieles compañeros.