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“El hambre no se soluciona con armas”

Militares toman las calles y controlan la colas   en San Antonio de e

Revista SIC

Alfredo Infante, director de la revista SIC, nos da su impresión sobre algunos puntos concernientes al tema fronterizo, permitiendo al ciudadano común una lectura más inteligible de la actual disputa entre Venezuela y Colombia: “Hay una frontera que no se puede cerrar con las armas y es la del estómago hambriento. El hambre no se soluciona con armas”.

Militares toman las calles y controlan la colas en San Antonio de el Tachira foto Edixon Gamez
Militares toman las calles y controlan la colas en San Antonio de el Tachira foto Edixon Gamez

 —¿Qué piensa de la situación fronteriza?

Venezuela es un techo inclinado por los cuatro costados, pero es un error pensar que el asunto se resuelve poniendo un muro de contención para que el agua no corra. No hay contención que valga.  Si quieres solucionar el problema tienes que cambiar la estructura del techo.  Lo que quiero decir es que mientras no se sanee la economía venezolana y deje de existir un desequilibrio tan bárbaro entre el peso y el bolívar el contrabando será imparable. Lo mismo sucede con las otras fronteras.

—¿Por los cuatro costados?

Sí, el contrabando no es un asunto sólo de la frontera colombo-venezolana. Es un fenómeno de todas las fronteras. Aruba, Curaçao, Trinidad, Guyana y Brasil.

—¿Y entonces por qué Colombia?

Es la frontera más dinámica y visible. Además, el tema colombiano toca fibras muy profundas y pasionales a favor y en contra. Despertar pasiones siempre entretiene y más en un escenario pre-electoral.

—¿Entonces a quién beneficia?

Son tácticas desde el poder que buscan distraer la atención respecto a los problemas cotidianos de la gente, pero mi impresión es que estas medidas no cuentan con el apoyo de las mayorías; aunque el Estado, a través de los medios, así lo vende. Lo que sí está claro es que quienes pierden son los deportados y el ciudadano común y honesto de  la frontera.  Muchos de los deportados son solicitantes de refugio que, después de haber vivido más de un desplazamiento interno en Colombia, habían encontrado acogida en Venezuela.

—Pero el gobierno venezolano señala de irresponsable al gobierno colombiano, ¿tiene razón?

Sin duda alguna, el Estado colombiano tiene una gran responsabilidad en la crisis humanitaria que ha vivido Colombia a causa del conflicto armado. Son más de seis millones de desplazados y refugiados. La política de seguridad democrática del presidente Uribe fue nefasta para millones de campesinos. Pero hay que reconocer que la administración del presidente Santos ha hecho grandes esfuerzos en favor de la paz  y en poner las bases de una institucionalidad que garantice justicia para las víctimas. El mismo presidente Chávez lo reconoció. ¿Logrará la administración de Santos esta encomiable tarea? Tendrá que sortear muchos obstáculos, pero está dando señales de que le interesa la paz.

—¿Qué piensa de las declaraciones del gobierno colombiano?

El presidente Santos ha debido mantenerse como al principio de la crisis, centrado en los asuntos humanitarios y de derechos humanos de los deportados. En cuanto comenzó a responder a los señalamientos políticos que hicieran de manera provocadora el presidente Maduro y Diosdado Cabello, pisó el cable pela’o que le lanzó el gobierno venezolano, más aún  cuando estas declaraciones fueron apoyadas por el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Interesaba al gobierno venezolano vender la imagen acoplada de Santos y Uribe. Pero no olvidemos que el presidente Santos es un estratega político y Colombia está también en año electoral… Creo que dolorosamente el pueblo pobre es víctima de una estrategia electoral de lado y lado.

—Paramilitarismo y guerrilla en la frontera, ¿mito o realidad?

Realidad nada nueva. Desde hace muchos años se viene insistiendo, a través de estudios fundados, que los actores del conflicto colombiano traspasaron las fronteras y en muchas zonas han impuesto su ley por la ausencia del Estado o la complicidad de sus funcionarios. El Padre Acacio Belandría, desde El Nula (Alto Apure) siempre hizo pública esta realidad. Hay un estudio publicado por la Universidad Católica del Táchira (UCAT), creo que de 2008, donde se da cuenta de la influencia de los distintos actores en los municipios del Táchira. Recientemente, con datos de  2010, la fundación Nuevo Arco Iris, de Colombia, presentó un estudio que da cuenta de todas estas dinámicas y visibiliza las actuaciones del paramilitarismo y la guerrilla en territorio venezolano. Sería ingenuo pensar que un conflicto tan añejo y complejo como el colombiano no incide en nuestro país, mas en esta situación tan polarizada que vivimos.

—¿Entonces por qué es ahora cuando se emprenden estas acciones?

Esa es una pregunta muy pertinente para el gobierno venezolano, más cuando señala la presencia paramilitar y no la de la guerrilla. Es decir, se está haciendo un abordaje polarizado. Cualquier habitante común de la frontera sabe que la presencia es de ambos.

­—¿Entonces sí hay razones para actuar?

Sí, hay muchas razones para actuar y nadie critica ese hecho. El problema es el tipo de actuación y a quién afecta dicha actuación. La mayoría de los afectados son personas que ya han sido víctimas de la violencia en el vecino país y que ahora se les revictimiza. Basta con ver las fotografías para desmontar el hecho de que esas personas son paramilitares.

—El Gobierno habla de aproximadamente seis millones de colombianos en Venezuela…

Recientemente publicamos un dossier en la edición impresa de nuestra revista SIC donde la investigadora Anitza Freitez da cuenta del no acceso a la información sobre el tema migratorio.  Me sorprende que el Gobierno maneje cifras tan exactas; yo dudo de la veracidad de dichas  cifras si no se hace público el método utilizado para obtener tales datos. Sobre el tema de colombianos en Venezuela hay muchos mitos y uno de ellos es la cifra. Hoy conviene señalar un chivo expiatorio. Son tácticas políticas.

—Volvamos al tema del contrabando. Mencionó un desequilibrio entre el peso y el bolívar…

Bueno, como no soy economista, te pongo ejemplos de la cotidianidad. Imagínate que un colombiano de a pie, que haga el esfuerzo anual de ahorrar un salario mínimo, tiene el suficiente dinero para pasar unas vacaciones en Venezuela a todo dar, durmiendo en grandes hoteles. ¡Con el equivalente a un salario mínimo colombiano! Los  margariteños se indignaron con el cierre de frontera porque  el turismo perdió uno de sus principales clientes. Recuerdo que una maestra de la frontera preguntaba impotente: “¿Cómo puedo educar en valores  si una gallinita criada en suelo venezolano y vendida al otro lado de la raya es el equivalente a más de un mes de mi trabajo?”. El problema es estructural, y si no se sanea nuestra economía esta dinámica es incontenible.

—¿Se seguirán cerrando fronteras?

Tal vez, porque el poder es sordo y ciego… Pero hay una frontera que no se puede cerrar con las armas y es la del estomago hambriento.  Si el Gobierno no decide tomar medidas que saneen la economía y activen la productividad en el país hablarán los estómagos. El hambre no se soluciona con armas.

Foto: ÚN/Edixón Gáme

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