Mt 11,25-27
Alfredo Infante sj
Jesús inició su anuncio de la buena noticia con la esperanza de que ésta iba a ser acogida por todas las personas, independientemente de su condición socio económica y política. Su lugar de anuncio fue la periferia social y religiosa, desde allí ofrecía su mensaje universal. Pero pronto su buena noticia resultó incómoda y hasta «mala noticia» para quienes estaban interesados en mantener un mundo injusto signado por la exclusión social, económica, religiosa y política de las mayorías.
Poco a poco Jesús fue descubriendo las dinámicas de los intereses mezquinos que encadenan y esclavizan el corazón humano, llevando a quienes caen en sus redes a negar el camino de la fraternidad. El rechazo de la buena noticia por parte de los enquistados en el poder llegó a tal punto que lo acosaron y persiguieron para matarlo injustamente.
En este camino, Jesús descubrió y confirmó que son las víctimas de los poderes del mundo quienes acogen y se alegran con su noticia; que son las víctimas, quienes están en la periferia del poder, el sujeto privilegiado de su alternativa fraternal; que ya esta alternativa está aconteciendo germinalmente en muchas personas y grupos que no se resignan a un mundo inhumano.
Por eso, en esta escena del regreso de misión de los 72 discípulos, una vez escuchados sus testimonios, Jesús exclama: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor».
Los “sabios y entendidos”, aquellos intelectuales serviles e idolatras del poder, acomodados al «status quo» no ven más allá de sus intereses egoístas y, por tanto, no reconocen al otro, al diferente, sus propuestas están siempre atadas a las mieles del poder y no a la dignidad humana. Son, por tanto, sabios y entendidos para el mundo y necios a los ojos de Dios porque cierran su corazón al prójimo.
De ahí que recorrer el camino de Jesús implica colocarse en la acera de enfrente del poder que oprime y excluye, y desde allí, probar que la alternativa ya está actuando entre nosotros de manera germinal en el corazón de muchas personas y grupos; por eso, concluye Jesús «Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar»
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas -Venezuela.