La literatura negra cobra adeptos entre los autores venezolanos
Ivanna Méndez
La novela negra o hard-boiled como la definió Raymond Chandler, uno de sus máximos exponentes, nació en el siglo XX en Estados Unidos con el crimen organizado que se desató producto de la crisis económica posterior a la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión. Sin embargo, también se desarrolló ampliamente en lugares como Francia, Italia y Alemania. Así mismo, el género tiene en Latinoamérica autores muy fecundos como los argentinos Ernesto Mallo y Horacio Convertini; los mexicanos Élmer Mendoza y Paco Ignacio Taibo II; el cubano Leonardo Padura, o el brasileño Rubem Fonseca. Venezuela por su parte, liderando las estadísticas del crimen, pareciera el lugar perfecto para escribir novela negra.
Entre los primeros pasos del género en el país se puede recordar el libro Cuatro crímenes, cuatro poderes de Fermín Mármol León, publicado en el año 1978. Cabe preguntarse, ¿qué se ha escrito desde entonces en uno de los países más peligrosos del mundo?
Para Sonia Chocrón, autora de La dama oscura y Sábanas negras, la situación del país “sea consciente o inconscientemente es, sin duda alguna, una influencia poderosa” a la hora de escribir.
Para aquellos que creen paralizada la actividad en este género, Chocrón admite que la dinámica ha cambiado ahora que muchas editoriales se han marchado del país, especialmente aquellas que publicaban novela negra. Menciona entonces el caso de Ediciones B, que en 2012 publicó la colección Vértigo con títulos como Jezabel de Eduardo Sánchez Rugeles, El requetemuerto de José Pulido, Por poco lo logro de José Manuel Peláez y Óyeme con los ojos de Valentina Saa. “Pudo haber mermado el número de publicaciones, pero no porque exista menos interés”, agrega Chocrón.
En ese sentido, Marcos Tarre y Yajaira Requena de Tarre han hecho esfuerzos por fomentar la lectura y escritura de este género en Venezuela. Ambos lanzaron al mercado recientemente la colección La Iguana Negra integrada por libros de bolsillo a precios económicos con los textos El muñeco de nieve de Raquel Rivas Rojas y Un día cualquiera y La ciudad perdida de Tarre.
El año pasado, durante la primera Semana Negra de Caracas, también presentaron el libro Relatos de la orilla negra V que, luego de un prólogo de Argenis Monroy sobre lo que llama el “neopolicial venezolano”, reúne relatos como La cruzada de los niños de Israel Centeno, Desde la ventana de Rodolfo Izaguirre, Corazón a lo bestia de Orlando Chirinos, Ego te absolvo de Ellos Yagüe y O Gran Sol de Juan Carlos Méndez Guédez. En ellos estos autores se propusieron abordar distintos tipos de violencia: violencia familiar, potencial, el secuestro, los homicidios.
“La violencia venezolana es una monstruosidad de tal magnitud que la literatura negra siempre se va a quedar corta a la hora de reflejarla. Pero este tipo de novela es una herramienta útil”, comenta desde Madrid Méndez Guédez.
El autor de El baile de madame Kalalú, quien recientemente volvió al género con la novela La ola detenida, asegura que si bien este género no está tan establecido como en otros países, ha tenido un repunte en España y Venezuela.
De los últimos años resaltan La otra isla de Francisco Suniaga, Gemelas de Juan Carlos Chirinos y la más reciente novela de Inés Muñoz Aguirre, Feliz cumpleaños, quien en 2012 también publicó La segunda y sagrada familia.
“Hay allí unos códigos que le permiten apuntar mínimamente el infierno que viven los venezolanos, y que a la vez le permiten al narrador dar salida a los demonios y a los miedos que lo asaltan cada vez que piensa en lo que significa el país en estos momentos”, agrega Méndez Guédez.
Tarre, quien además de llevar el proyecto La Orilla Negra Venezuela, escribe desde los años 80 literatura negra, explica que “quizás la gran diferencia” con el resto de los países en cuanto al género se deba al contexto, que ofrece a los escritores un abanico de oportunidades. “A la par de las dificultades de publicar, creo que se está escribiendo más que antes y han surgido nuevas formas de expresión como las redes sociales y los blogs”.
“Son tantas las cosas que pasan actualmente, el peor país del mundo en cuanto a homicidios. Todos sabemos de casos de criminalidad, de violencia, estamos rodeados de esa temática. Si en algún país en estos momentos se puede y se debe hablar de violencia es en Venezuela”, concluye el autor de Bala morena, al tiempo que admite que esta literatura es a su vez una especie de “terapia colectiva” y “denuncia los problemas de la sociedad”.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/entretenimiento/genero-estos-tiempos-violentos_685527