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El fin del Régimen Chavista (1998 – 2015) y del desgobierno de Maduro

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José Gregorio Delgado Herrera

El Chavismo como régimen gubernamental, es distinto al chavismo como sentimiento popular, sin embargo, como todo proyecto político su simbología se agota y muere cuando ya deja de estar en la mente y el corazón del pueblo, hoy quienes protestan contra el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, recuerdan que este personaje con responsabilidades importantes dentro del Chavismo, se muestra como el heredero político del “Legado” del comandante Chávez.

Las protestas en contra de Maduro, se expanden como la pólvora en Venezuela, y la simbología de Chávez, presente en los caminos de la patria, va perdiendo su respaldo, de allí las estatuas derribadas en Villa del Rosario, Estado Zulia y en San Antonio, Estado Táchira, por manifestantes que exhiben sus pedazos como trofeos de guerra.

Las estatuas de Chávez se colocaron en diferentes sitios, uno de ellos la Plaza Italia, en Mariara, Estado Carabobo, allí la estatua fue quemada, en Sabaneta de Barinas, población natal del comandante, en el Estado Barinas y en las afueras del Hotel Venetur en Porlamar, Estado Nueva Esparta, no se tiene noticias si algo sucedió. Es tanto, el fanatismo inoculado y el empeño del gobierno de Maduro en establecer estas estatuas chavistas, que algunos hasta llegaron a pensar que eran “nuevos símbolos patrios”, es un factor a considerar en el presente inmediato y en el futuro.

Desde el mundo chavista ya se indicaba el error en esta acción del gobierno, de hecho, en un artículo de 2016, con motivo de la estatua de Chávez en Margarita se expresaba lo siguiente:

“Margarita no deja de ser noticia. Sí fuera poco, lo ocurrido con los recientes hechos en la localidad de Villa Rosa, donde estuvo envuelto un sublime cacerolazo de protesta contra el presidente de la República, lo cual derivó en la destitución de la secretaría general de gobierno de Nueva Esparta, junto con movimientos en la seguridad de Maduro, y en plenas festividades religiosas de la Virgen del Valle, llamada “Vallita” por nuevas generaciones y turistas, así como servir de sede a la próxima cumbre de los llamados Países No Alineados (Noal), ahora tenemos una estatua de Chávez en las afueras del hotel Venetur, en Porlamar, lo cual no creo que haya sido la mejor decisión para la imagen del gobierno, e incluso para la percepción post-histórica del líder fallecido de la revolución bolivariana, sobre todo por las connotaciones políticas con Lenin en Ucrania en los años 2013 y 2014. Para qué recordar los inicios del siglo XXI cuando ante nuestros ojos fue derribada la mítica estatua de Saddam Hussein en Bagdad”.

El artículo en referencia, escrito por Javier Antonio Vivas Santana, bajo el título “A propósito de ser ciego. La estatua de Chávez en Margarita” de fecha 08/09/2016, termina con un pensamiento clarividente, cuando expresa:

“La estatua de Chávez en Margarita es una polémica decisión. Una decisión que no beneficia a Maduro, porque incluso quienes respetamos y seguimos el pensamiento del líder bolivariano, rechazamos semejante acción porque la consideramos provocadora, y porque, en consecuencia, a la hora de cualquier turba enardecida, con razón o sin ella, no me extrañaría que tal estatua termine con la misma suerte de los monumentos levantados en honor a Lenin y Saddam Hussein. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea”.

 https://www.aporrea.org/actualidad/a233718.html. Consulta 06/05/2017

Ciertamente en el contexto de la población opositora, estas estatuas representan una provocación, a la vista de las protestas actuales y los actos de ceguera y de sordera en el gobierno Nicolás Maduro, que, en cuatro años derrumbó el legado político de Chávez, así que, no debe haber sorpresas en la quema y el derribo de estos monumentos al personalismo populista que se cultivó en Venezuela. Según recientes encuestas de Datanálisis. Pese a una aguda crisis económica que sufre el país hace cuatro años, un 24 % de los venezolanos aún apoya al gobierno de Nicolás Maduro, y en este mismo sentido, aunque el 80 % de los venezolanos quiere cambio de gobierno, de acuerdo con la misma encuestadora, la mayoría no se define ni por el chavismo ni por la oposición.

Al terminar el gobierno de Nicolás Maduro, el sentimiento chavista permanecerá entre nosotros de allí la necesidad del diálogo para entender las razones y los motivos que llevan a buena parte del pueblo venezolano a respaldar a Hugo Chávez, en el proceso electoral presidencial de 6D de 1998, el referendo revocatorio del 2004 y el referendo de Enmienda Constitucional en el 2009 y su Reelección Presidencial el  7 de octubre de 2012, así como, los triunfos electorales de sus candidatos en el ámbito nacional, estadal y municipal, en virtud de los cuales el chavismo se legitimó como una mayoría durante diez y ocho eventos electorales. Los vientos del cambio se evidencian, en la pérdida de la Reforma Constitucional, 3D de 2007, y en el avance progresivo opositor, en los espacios políticos nacionales, estadales, distritales y municipales existentes en el país.

Los resultados del CNE indican una victoria del PSUV y sus aliados en la mayoría de los municipios del país, obtienen 240 de las 337 alcaldías, pero, las grandes ciudades quedaron regidas por candidatos opositores además de obtener la mayoría de los concejos municipales y mayoría de votos a nivel nacional con 5.216.522 votos para la alianza oficialista lo que representa 48,69 %, mientras que la alianza opositora MUD obtuvo 4.373.910 votos para 39,34 %, mientras la disidencia del oficialismo alcanzó 561.723 (5,05 %) y la de la oposición 274.634 (2,47 %). El resto de los sufragios fueron obtenidos por otros partidos políticos, con 283.169 votos (2,55 %) y los votos nulos registrados fueron 412.977 (3,77 %). La oposición habría obtenido al menos 81 alcaldías, lo que supone un incremento de 33, 9% frente a las 56 alcaldías obtenidas en las elecciones municipales de 2009. El último resultado electoral favorable de la opción opositora al Chavismo – Madurismo, se evidencia en las elecciones Parlamentarias Nacionales, el 6D de 2015, que le dieron la mayoría, 112 diputados de la Mesa de la Unidad Democrática, de los 167 parlamentarios que integran la Asamblea Nacional.

El gobierno de Maduro con la complicidad del TSJ, salieron al paso a este hecho político, evidenciando ningún talante democrático, al respaldar y validar la demanda en contra de los diputados electos por el Estado Amazonas y la circunscripción indígena del Alto Apure, y lograr la desincorporación de los parlamentarios y la consecuentes decisiones judiciales, para anular la acción de la Asamblea Nacional opositora, bajo la pretendida figura del “desacato” corporativo de la AN, calificado como un “golpe de Estado judicial” continuado en contra de la soberanía popular.

En este contexto, la última actuación del gobierno, que se ha interpretado como la quema y el desmontaje simbólico del legado de Chávez, en un acto más grave que las reseñadas quema o destrucción de sus estatuas, se ha consumado en la pretendida convocatoria gubernamental a una Asamblea Nacional Constituyente, que presenta vicios de inconstitucionalidad, y cuyo resultado final sería el cambio de la “Constitución de Chávez”, que nosotros preferimos indicar como la Constitución de Venezuela. Ciertamente, Hugo Chávez fue el padre político de la convocatoria a la ANC de 1999, pero, el pueblo venezolano en su conjunto, es el padre soberano de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dado que, aprobada en 1999 mediante un referendo popular, y ratificada en el 2007, mediante otro referendo popular, negando la propuesta de Reforma Constitucional, presentada por Hugo Chávez a la Asamblea Nacional.

Ciertamente, nuestra reflexión inicial era sobre el fin del Régimen Chavista (1998 – 2015), sin embargo, ante las protestas ciudadanas recientes, con saldos lamentables de muertos, heridos y presos, en números sin precedentes, por la violencia institucional desplegada en contra de ciudadanos y por algunos hechos vandálicos o delincuenciales, podríamos, pensar en agregar el fin del desgobierno de Nicolás Maduro, electo por mínima diferencia y deslegitimado en sus decisiones y acciones.

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