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El debate sobre el control de la natalidad y la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI

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Foto: Archivo web

Por Luis Alberto Machado Sanz

Al salir la encíclica Humanae Vitae, hace ya 50 años, lo que mayoritariamente tituló la prensa mundial fue lo siguiente: “El Papa condenó la píldora anti conceptiva”. Pues bien, las palabras “píldoras anticonceptivas” no aparecen ni una sola vez en dicha encíclica, ni siquiera la palabra “píldora”. Dicha encíclica es muy densa y trata “sobre la vida humana”, los métodos naturales y artificiales sobre el control de la natalidad son apenas un aspecto de la Humanae Vitae.

Métodos naturales son por ejemplo el llamado método del ritmo, método de la temperatura y método Billings y es el caso que si bien habla que cuando hay causales serias y graves para ello se da el caso de la licitud moral de los llamados “períodos infecundos”, la encíclica no habla expresamente ni del ritmo, ni de la temperatura, ni de Billings.

Por otra parte, hay que hacer una salvedad en lo que mediática y popularmente se conoce como píldora anticonceptiva. Al fin y al cabo, estamos hablando de hormonas que impiden la ovulación del óvulo femenino   al no haber ovulación no hay en consecuencia espermatozoide que pueda fecundar al ovulo; la salvedad es la siguiente:

Es cuando la llamada “pastilla anticonceptiva” fuere utilizada como medicina, ya que en este caso no sería un anticonceptivo, sino que sería una medicina, la llamada “pastilla anticonceptiva” no son otra cosa que hormonas que, por ejemplo, pueden ayudar a la regularización del ciclo menstrual.

Si este fuere el caso, hay licitud moral para que la mujer las tome aun cuando a la vez tengan un efecto anticonceptivo. Esto en moral se llama la causa del doble efecto, que consiste en que si una misma causa tiene dos efectos, uno deseado y el otro no, en función del efecto deseado se permite realizar lo que se plantea aun cuando hubiere el efecto concurrente no deseado, como se ve claramente en este caso de las “hormonas” que acabamos de ver, cuando se usan como medicina para regularizar, por ejemplo, el ciclo menstrual, aunque a su vez tengan un efecto anti conceptivo.

Se esté de acuerdo o no con la encíclica Humanae Vitae, hay que reconocer el grado supremo de valentía que tuvo San Pablo VI al haberse echado encima como se echó prácticamente toda la prensa y la opinión pública mundial y toda la espantosa y feroz guerra mediática que se desató contra San Pablo VI por no haberle dado luz verde a la llamada “pastilla anticonceptiva” como muchísima gente en el mundo esperaba. Bastaría únicamente nombrar el caso de los laboratorios farmacéuticos que se sintieron afectados en sus intereses económicos por dicha encíclica y muchísimos otros intereses de todo tipo que se vieron afectados y perjudicados por dicha encíclica.

San Pablo VI llegó a decir que el escribir la Humanae Vitae fue uno de los momentos de su pontificando en que más se sintió inspirado por el Espíritu Santo.

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