Piero Trepiccione
El control sobre los temas que se discuten y se mantienen en la agenda pública de un país es algo de vital importancia en las relaciones de poder y en la comunicación política.
Mantener el dominio sobre el foco de atención de la colectividad indudablemente repercute en materia de opinión pública, legitimidad, apoyos partidarios, etc. Por ello los grandes propagandistas de la historia han hecho gran énfasis en la difícil tarea de mantener el interés y la atención pública concentrados en aspectos puntuales que beneficien a quien ostenta el Poder.
En el caso venezolano, durante los últimos ocho años –salvo muy contadas excepciones- los temas que son noticia en el país han surgido o bien desde las agencias de prensa oficiales, o bien desde la figura central del presidente de la República, quien con gran habilidad comunicacional, concentra la gran mayoría de los puntos de discusión de la agenda, provenientes todos estos acerca de su persona o en relación a alguna decisión de carácter oficial.
En ese sentido, los factores de oposición en Venezuela han estado en desventaja desde un principio. Simplemente, han carecido de estrategia comunicacional permanente lo cual ha sido aprovechado al máximo por el presidente y sus partidarios. Y más allá del simple debate gobierno/oposición es muy importante, a los efectos de mantener el pluralismo en el país, que la agenda pública sirva de marco regulador en torno a los temas de verdadera trascendencia que nos deberían ocupar.
Por ejemplo, la inseguridad, que a pesar de las constantes denuncias de funcionarios públicos de alto nivel señalando la magnificación del tema, cada día es sentida por propios y extraños con mayor sintomatología. Al mismo tiempo, el aumento en el tráfico y consumo de drogas entre los jóvenes venezolanos y, aún peor, en niños, es algo para lo cual –porcentualmente hablando- se destina muy poca atención desde las políticas públicas. No digamos acerca del hambre, la miseria, la contaminación ambiental, la corrupción o los niveles de intolerancia desatados a lo largo y ancho del territorio nacional. Son éstos problemas reales que afectan a la mayoría de la población venezolana en todos los estratos sociales.
Sin embargo, en la agenda pública del país, cada día nos persigue el fantasma de la guerra fría. Socialistas versus neoliberales. La propaganda contra el adversario. Propaganda habemus. Será mejor un sistema que el otro.
Bueno, que desperdicio de tiempo y de racionalidad. La dialéctica nos está devorando conjuntamente con los verdaderos problemas que no son atacados en su justa dimensión. Es más importante colocar en la agenda pública del país una declaración de algún político a favor o en contra del socialismo o el neoliberalismo, repitiendo como loros los libretos de la propaganda, que atacar organizadamente con amplia conciencia los males que aquejan a esta sociedad. Creo que lo segundo es más importante y los estudiantes universitarios han dado un paso importante en este sentido. ¡Enhorabuena! El debate tiene que darse pero sobre realidades; no sobre abstracciones provenientes de brillantes propagandistas que representan el interés de unos pocos, no de la ciudadanía entera.