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El cielo invertido

el-cielo-invertido

el-cielo-invertidoLuis Alberto Bracho

El cielo invertido es una historia que se desarrolla principalmente en el Seminario Diocesano Virgen de Coromoto de Guanare, en el Palacio Arzobispal de Valencia, en el Seminario Arquidiocesano Divina Pastora de Barquisimeto y en la ciudad de Valera. En ella se narra la vida del segundo Obispo de Valencia Salvador Montes de Oca, quien fuera asesinado brutalmente por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Este hecho real y atroz fue una fatalidad que en su momento no se trató con las consideraciones requeridas ni por los representantes de la Iglesia venezolana ni por los políticos de este país para aquel entonces. Por el contrario, las propias autoridades del clero y del gobierno lo ocultaron, le restaron importancia, lo censuraron y lo sepultaron en un silencio para que quedara como un mal recuerdo. Sin embargo, fue un acontecimiento que dejó una honda huella en sus compañeros del Seminario. En la novela se percibe implícitamente el sentimiento de indignación que produjo en sus amigos la muerte del Obispo Mártir, sentir que los conduce a rendirle un reconocido homenaje. El exsacerdote y compañero de estudios del Colegio Pío Latino de Roma, Ricardo Mandry Galíndez, escribió Un pantalón más, dedicado a la vida de este Monseñor; asimismo, el Padre Simón Salazar escribió el “contentivo de ‘apuntes’ para una síntesis biográfica de Salvador Montes de Oca”, y su querido consorte, el Padre Ignacio Andueza, también escribió el borrador: Los caballos vencidos, dedicado a su vida y tragedia.    

En la historia, el Padre Alberto Gudiño, amigo cercano de Eduardo, el joven protagonista, es quien comienza a hablarle sobre lo sucedido con el Obispo Mártir, como solían llamarlo. Este hecho conmovió y alimentó de forma significativa la imaginación de Eduardo, quien se obsesiona con la historia de este digno Monseñor. Estos dos personajes, Salvador y el joven protagonista, entablan una relación ficcional de amistad y de confianza. En efecto, las dos historias comienzan a mezclarse, y estos personajes vivencian pasajes que registran distintos momentos de la vida de ambos, sobre todo: la infancia, la adolescencia y la juventud de Salvador, son episodios realmente conmovedores.

El autor, José Napoleón Oropeza, hace gala de sus dotes de narrador cuando entreteje estas dos historias a través de estados e imágenes oníricas donde los personajes principales comparten episodios de la vida de Salvador Montes de Oca. Es de esta manera que la novela se va nutriendo de elementos oníricos que recrean la existencia de un mundo de recuerdos compartidos. En sueños y ensoñaciones, Eduardo participa, experimenta las vivencias de Salvador, las cuales son contadas por los propios personajes generando un ambiente de ensueño y ficción que transporta al lector a un mundo de experiencias gratas.

El entrecruzamiento de estas dos vidas paralelas es inspirado por una tercera historia, la que relata el Padre Ignacio Andueza, quien fuera amigo entrañable de Salvador. Sí, Andueza le hace llegar al joven protagonista el borrador de una pequeña biografía que elaboró del Obispo Mártir, pero que nunca pudo ser publicada, y la mantuvo escondida esperando que apareciera la persona indicada para que la leyera y le diera vida. Eduardo, en la medida que se sumerge en esta historia, comienza a tener episodios de ensueños que lo comunican con Salvador. Se trata de tres vidas, de tres espacios, de tres momentos y de una traición que sumerge a Monseñor Salvador Montes de Oca, segundo Obispo de Valencia, al Padre Ignacio Andueza y al joven Eduardo, en una misma tragedia, la cual se repite producto de la intriga, la miseria, la traición de unos curas y unos jerarcas de la Iglesia quienes querían mantener, a toda costa, sepultada la verdad de lo que aconteció con el Obispo Mártir.

En esta historia estos tres personajes corren con la misma suerte, son olvidados, “triturados por Dios y por su Iglesia”; son traicionados, desprestigiados y hundidos por una serie de figuras vestidas con sotanas y decoradas con la imagen de un Jesús de Nazaret que llora sangre por las injusticias cometidas contra estos dignos personajes. El Dios llora de pena, por el dolor de las espinas clavadas por estos falsos servidores de la Iglesia; llora porque en ellos reina el desamor y en ellos ve su obra perdida, llora por el huerto destrozado, por la inocencia perdida, por ya no tener la fuerza ni la voluntad para transformar a su rebaño.

Esta novela plantea, con sutileza los dilemas que durante siglos han perseguido y sacudido a la Iglesia Católica. En ella se tocan aspectos que reflejan, más allá de la espiritualidad, de las creencias y la fe, los vicios, las aberraciones de los hombres debajo de la sotana, el poder que disipa la divinidad, el juego político cargado de racionalidad instrumental, etc. Es una narración que devela los cismas hacia el interior de la Iglesia Católica, los cuales responden a un pólemos producto de grupos, hombres sin escrúpulos cargados de vanidad y de ansias de poder. Estos tópicos son plasmados con sutileza artística, por José Napoleón Oropeza, sin que desvirtúen el aura estética generada por el entrecruzamiento de las tres historias que se desarrollan en esta novela. Son aspectos que fungen de telón de fondo, de contexto, y le imprimen unidad y sentido a esta historia de traición e injusticia. Estos elementos se convierten en puntos de fuga que le permiten al lector desplegar una hermenéutica que extiende las fronteras, los horizontes que desbordan el propio significante, colmando la novela de planos implícitos que entretejen la trama.     

El cielo invertido es una narración que va envolviendo al lector, y lo hace copartícipe de la historia que se narra a sí misma y de la injusticia que entraña toda traición. Asimismo, nos muestra la crueldad del hombre civilizado que deviene en barbarie, y que despiadadamente, sin remordimiento destroza la humanidad contenida en aquel cuerpo hasta extinguir su vida. Pero también, sumerge al co-jugador en mundos de ensueños donde la alegría de la existencia se desborda como un río, donde la justicia brinda su aroma de flor, donde el sentir juntos es una experiencia reveladora y conmovedora. Se trata de pasajes cargados de poesía, de imágenes verde-violeta que llevan al lector al borde del llanto compungido. Estos pasajes de ensueño, tan bien logrados por José Napoleón Oropeza, conmueven e inspiran al lector en pleno verde de montaña, en medio del desgarre desolador de la muerte.

En esta novela, el sueño en ensueño es invocado por Eduardo para celebrar el encuentro y la comunión con el amigo Salvador, éste es esa piedra que sostiene con firmeza inquebrantable la fe y la esperanza en la humanidad. Nada puede con la voluntad de piedra que habita en el Obispo Mártir. Él es sombra, piedra, anhelo, río desbocado que inunda los surcos áridos del desierto que reside en Ignacio y en Eduardo. 

Finalmente, consideramos que esta obra, de José Napoleón Oropeza, atrapa al lector, lo seduce, lo invita a jugar, lo convoca a una lectura atenta a los matices, a los detalles, a las sutilezas, los cuales van fusionando las historias y le proporcionan consistencia narrativa.

En efecto, después de leer esta historia el lector no podrá quedar incólume, no dejará de interpelarse sobre lo divino y profano que habita en la “casa de Dios”. Sin duda se trata de una novela amena, bien escrita e inspiradora que no podemos dejar de leer.   

 

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