Raquel Levy
-Desde Chile-
“Lo más interesante en la historia del café es que en todas partes donde fue introducido públicamente, engendró libertades y revoluciones. Es quizás la bebida más radical, cuya función parece haber sido la de incitar al pueblo a pensar. Y cuando el pueblo empieza a pensar, este ejercicio es peligroso para los tiranos y los enemigos de la libertad” (W.H. Uckrs).
Y es que realmente el café es la bebida hidratante para el ejercicio del pensamiento; a la vez que no hay nada más grato que conversar mientras se saborea un buen café. Cuánta falta hacen en Venezuela estos espacios que enriquecen el alma y alimentan los sueños. Pero lamentablemente, la realidad que hoy viven los venezolanos no permite ni siquiera sentir el aroma de este elixir de los dioses.
Este escrito está dedicado a mi querida amiga Olga La Rosa, compañera de tertulias y cafés, quien un día me presentó esta interesante novela “El Café de Qúshtumar, del escritor egipcio Naguid Mahfuz.
Me contaba mi amiga que esta novela la encontró “curucuteando” libros en esas calles que se abren entre el bullicio de la gente que camina aprisa, muchas veces atormentada. Estaba ahí, opaco, escondido de las miradas de los transeúntes, pero no para Olguita, quien con sólo ver el título percibió su valor; y es que mi amiga, ávida lectora tiene “ojo clínico” para descubrir interesantes lecturas que enriquecen nuestro ser.
Gracias amiga por hacerme partícipe de esta historia que nos sumerge en la cotidianidad política y social de un país como Egipto, pero con la cual nos identificamos plenamente en estos tiempos adversos, de crisis sociopolítica y económica de Venezuela.
“El Café de Qúshtumar” narra la vida de cuatro amigos marcados por las profundas transformaciones políticas y sociales de su país, pero también por los misterios que llenan la existencia humana: el paso inexorable del tiempo, la infancia, el amor y la muerte en un mundo cambiante y caótico. Una historia que recoge las vivencias de unos amigos que citan la realidad vivida en El Cairo.
A través de las experiencias comunes de los protagonistas, contemplamos la historia de Egipto en el siglo XX. Pero, también “El Café de Qúshtumar” es el lugar donde todos quisiéramos rescatar nuestras vidas con una sonrisa serena que dan la edad y la experiencia” Definitivamente, un himno a la amistad y a la tolerancia.
Y es por eso, que con esta lectura nos identificamos quienes como Olguita y yo, en tardes de eterno filosofar en un café en nuestro pueblito Cagua nos entregamos a esas reflexiones sobre el acontecer de nuestro país que ha estado sujeto a transformaciones, que lo han llevado a un estado de deterioro que no da cabida a los sueños. Pero también estas historias nos recuerdan que todo es transitorio, que lo que hoy es, mañana no será, que los gobiernos pasan, que hay tiempos terribles como el actual. Sin embargo, todo pasará y vendrán tiempos nuevos, donde se recobren los sueños.
Así como en El Café de Qúshtumar, nos seguimos preguntando mi amiga y yo, a pesar de la distancia, sobre todos esos temas que están en nuestras vidas, aquellos que nos llegan a las entrañas del alma, aquellos que evocan el amor, la amistad, la religiosidad, la espiritualidad, la política y otros tantos que atañen a la vida misma.
Olguita, un día no muy lejano, compartiremos nuestro café, el café de la esperanza…
Olga es teóloga,y además catequista. Actualmente lleva a cabo la animación bíblica en la parroquia, da a conocer las sagradas escrituras a las personas que asisten a la Iglesia y a todo aquel que quiera.
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