¿Cómo alimentar a un anciano?
María Eugenia Brun
Muchos de nuestros mayores viven en residencia. Ciertos estudios han detectado que la mayoría presenta algún déficit alimentario. ¿Qué podemos hacer nosotros para ayudarlos?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica un gran cambio demográfico, con un incremento mantenido en el tiempo de personas mayores de 60 años, proyectando para el año 2050, una población por sobre los 2000 millones de personas (un 20%).
En Latinoamérica los residentes mayores de 60 años bordean el 7%; en el Caribe, aumenta a más del 9%; en Asia, 7,6%, África, 5,9% y en Europa, 16,8%.
Nuestros adultos mayores son más vulnerables que el resto de la población debido a su edad, a las enfermedades crónicas y a las discapacidades que sufren.
Pueden tener limitaciones, pero también tienen potenciales únicos y diferentes que lo hacen especial y que todos debemos valorar, como la serenidad, madurez vital, la perspectiva de la vida histórica, personal y social y su experiencia.
Por distintas razones, soledad, problemas de salud y otras circunstancias que afectan a su entorno familiar, muchas veces deben vivir en residencias geriátricas.
Últimamente se ha observado que con frecuencia en estos centros los mayores sufren alteraciones en su alimentación y un mayor riesgo de padecer deficiencias nutricionales o malnutrición.
De hecho, una investigación realizada en centros geriátricos desarrollada por la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral dio a conocer que el 60% de los adultos mayores que viven en las residencias presentan desnutrición.
¿Por qué es tan importante cuidar la alimentación de las personas mayores?
Una investigación realizada en Colombia muestra que el menú servido en las residencias presenta un valor energético, de carbohidratos, lípidos y colesterol superiores a lo recomendado y la ingesta de fibra es mucho menor.
Sabemos que con el envejecimiento las necesidades de nutrientes varían y que, sumado a sus múltiples patologías, se pueden producir deficiencias nutricionales.
Por ello una buena alimentación en ellos va a jugar un rol muy importante en la prevención de enfermedades y mejora de su calidad de vida.
Con las personas mayores que viven en sus hogares generalmente no sucede lo mismo. Esto se debe a que los que están en residencias son un colectivo muy heterogéneo, en el cual es muy difícil a veces establecer pautas comunes de alimentación, unos pueden moverse con facilidad, pero otros no, haciendo que las necesidades nutricionales de cada uno sean distintas, y no se encuentre un patrón común.
Su complejidad clínica también condiciona su estado nutricional, ya que alto consumo de fármacos influye mucho en la alimentación y disminuyen la absorción de la comida y genera una diminución del apetito.
Los problemas fisiológicos también se relacionan con una baja ingesta de alimentos y nutrientes, como resultado de problemas digestivos, reducción de la percepción del gusto o el olor, problemas de dentición y afección de las funcionales mentales y cognitivas.
En base a una investigación realizada por University College London, en Reino Unido, la dieta mediterránea puede ayudar a las personas mayores a mantener la fuerza muscular, actividad, peso y los niveles de energía adecuados.
Por tanto, es necesario que los gobiernos, las personas que están a cargo de estos adultos incentiven a tomar medidas para mejorar la calidad de vida y alimentación de nuestros mayores.
El cuidado que merecen
Si tenemos a un miembro de la familia a una residencia conviene visitarle en distintos momentos de la jornada, por ejemplo, cuando comen, para en este caso estar atentos a su alimentación. Además, conviene preguntar a sus responsables sobre las siguientes cuestiones:
¿Realizan evaluaciones para determinar el estado nutricional de las personas cuando ingresan al centro? ¿Con una frecuencia vuelven a controlarlos?
¿El centro cuenta con un especialista en nutrición para supervisar los menús y para que sean acordes a las necesidades de cada residente?
¿Cuál es el menú del día? ¿Es sano, equilibrado? ¿Le gusta la comida?
¿Las preparaciones tienen la consistencia adecuada para los residentes? ¿cómo es la presentación de los platos? ¿está bien cuidada y es variada en colores?
¿Cómo le sirven la comida? Lo ideal es que lo hagan en platos de postre, de esta manera no percibirá la ración como pequeña.
¿Cómo es el consumo de frutas y verduras? Lo ideal, 3 frutas al día. Necesita pocos alimentos de alta densidad energética, especialmente grasas, por lo que conviene priorizar las legumbres y los cereales integrales que contienen más fibra y nutrientes.
¿Cuántos vasos de agua toma al día? El consumo de agua es muy importante pues los ancianos tienen un alto riesgo de deshidratación debido a los cambios en los mecanismos de la sed, la disminución de la función renal y al descenso del agua corporal total, que se producen con el envejecimiento.
Nuestros ancianos son personas muy vulnerables y no pueden estar mal cuidados ni olvidados.
Tenemos que luchar para mejorar su calidad de vida, respetar sus costumbres adaptando su alimentación a sus hábitos alimentarios ya incorporados, permitiendo que la comida siga siendo uno de esos momentos placenteros para evitar que esta sea una causa de inapetencia y que por ende los lleve a padecer algún tipo de malnutrición por déficit o por exceso de peso.
Fuente:
https://es.aleteia.org/2018/02/17/el-60-de-los-ancianos-que-viven-en-residencias-padece-desnutricion/?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es