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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

El 23 de enero

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Foto: Archivo Web

Por: José Guerra

El 23 de enero de 1958 marcó el final de la penúltima dictadura que ha tenido Venezuela. Derrocado Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948, una Junta Militar se hizo con el control del país y combinó una política de grandes obras públicas con una represión que casi extermina a los partidos políticos, principalmente a AD  y al PCV, que gracias al arrojo de sus dirigentes pudieron sobrevivir a la represión, conducida por la Seguridad Nacional, en manos dos hombres temibles Maldonado Parilli y Pedro Estrada.

En medio de aquella desolación que había dejado la represión de los esbirros de la Seguridad Nacional, se crea el movimiento de coordinación de las luchas estudiantiles en la UCV donde comenzó la agitación cuando en la recién construida Ciudad Universitaria en 1956, un grupo de estudiantes irrumpió en el Aula Magna en un acto internacional organizado por la dictadura. Allí estaban Américo Martín, Adicea Castillo, Chela Vargas, Jesús Carmona, Héctor “el macho” Pérez Marcano, Héctor Rodríguez Bauza, entre tantos otros.

Luego se conforma de manera unitaria el comité sindical con los líderes que habían sobrevivido y posteriormente la Junta Patriótica, como esfuerzo conjunto de AD, PCV, URD y Copei. Ninguno de ellos solo hubiese podido con la dictadura.

La verdad histórica es que el peso de la represión recayó principalmente sobre el partido AD y luego el PCV. La dirigencia de AD fue asesinada o enviada a los campos de concentración de Guasina y Sacupana y a las Cárcel Modelo y del Obispo en Caracas, donde luego adecos,  comunistas, urredistas y copeyanos fueron labrando el camino de la unidad al comprender que divididos no podían. Muertos Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli, Antonio Pinto Salinas, exiliado Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y presos Eligio Anzola Anzola e Isabel Carmona, el timón adeco pasó a las manos de Octavio Lepage hasta que lo capturó la Seguridad Nacional y de allí aparece el joven Simón Sáez Mérida a dirigir a AD hasta la caída de Pérez Jiménez.

Los comunistas también mermados, al estar presos Jesús Farías y Alonso Ojeda, fueron dirigidos por el legendario Pompeyo Márquez (Santos Yorme) a quien en diez años no pudieron apresar los sabuesos de la Seguridad Nacional y por Douglas Bravo, Teodoro Petkof, Eloy Torres, entre tantos otros. Por Copei destacaron Luis Herrera y Aristiguieta Gramcko mientras que URD lo conducía un hombre excepcional, Fabricio Ojeda, presidente de la Junta Patriótica, dado que Jóvito Villalba estaba exiliado.

Tras el enorme esfuerzo hecho por la dirigencia política, vino el alzamiento del coronel Hugo Trejo el primero de enero de 1958 que terminó de debilitar a la dictadura. Luego del fraude de la Constituyente y el plebiscito, orquestado por la dictadura para legitimarse, fue todo este afán unitario de estudiantes, sindicalistas, intelectuales y una dirigencia política  con el horizonte claro lo que permitió derrocar a una dictadura que parecía indestructible, entre otras cosas porque tenía una obra de gobierno respetable. Pero el pueblo venezolano quería más que concreto armado, casinos y fiestas de carnavales. Quería principalmente libertad y que pudiese decidir su propio destino mediante elecciones libres, directas y universales.

Hoy estamos en una situación parecida y por ello el espíritu de la unidad sigue rondando sobre Venezuela y unidos saldremos de esta tragedia.

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