Por Rodrigo Fernández | El País
El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, ha visitado este martes Rusia por primera vez después de que la investigación de Robert Mueller terminara concluyendo que no hubo colusión del equipo del presidente Donald Trump con Rusia. Pompeo se ha reunido Vladímir Putin y con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov. Las dos partes manifestaron su intención de buscar una mejora en las relaciones, pero el encuentro diplomático evidenció las graves divergencias en las crisis de Irán, Siria, Venezuela o a propósito de la interferencia política.
Al comienzo de sus conversaciones en Sochi, Pompeo ha declarado que se encontraba en Rusia “porque el presidente Trump está decidido a mejorar las relaciones con Rusia”. Más tarde, el presidente ruso ha dicho creer que Trump tiene una sincera intención de restablecer las relaciones bilaterales y se ha mostrado dispuesto a colaborar en relación a Corea del Norte, Afganistán y avanzar también en el diálogo estratégico.
Sin embargo, las conversaciones han evidenciado los múltiples frentes de fricción. “Estados Unidos y más de 50 países consideran que es hora de que [Nicolás] Maduro se vaya para que terminen los sufrimientos del pueblo de Venezuela. Esperamos que cese el apoyo ruso a Maduro”, ha dicho Pompeo, pese a que todo apunta a que Moscú no está dispuesta a abandonar a su aliado e incluso hay quienes afirman que podría enviar más asesores militares a Venezuela. Lavrov ha respondido que “no se puede instaurar una democracia por la fuerza”.
En cuanto a Irán, aliado de Rusia en Siria, el secretario de Estado ha asegurado que EE UU continuará “ejerciendo presión sobre el régimen de Teherán hasta que sus dirigentes estén preparados para regresar a las filas de las naciones responsables que no amenazan a sus vecinos ni difunden la inestabilidad y el terror”. Y aunque ha subrayado que no desea la guerra con ese país, ha advertido que responderán adecuadamente si los intereses estadounidenses se ven amenazados.
Lavrov, por su parte, ha constatado las diferencias que existen en torno a Irán, pero se ha mostrado más optimista, argumentando que “el solo hecho de continuar las negociaciones permite tener esperanzas de poder llegar a ciertos acuerdos”.
La lista de discrepancias seguía. Lavrov se ha referido a las diferencias entre Moscú y Washington en lo relativo al tratado de limitación nuclear NEW START, que el Kremlin quiere prolongar cuando el acuerdo expire, dentro de dos años. Sobre este tema, para Pompeo, sin embargo, sería deseable incorporar a las conversaciones sobre desarme nuclear a otros países, especialmente China. Pero Pekín en principio no está por la labor.
Pompeo ha aprovechado la visita a Rusia para advertir que Washington no tolerará nuevas interferencias en el proceso electoral para las presidenciales de 2020. Los responsables rusos, como vienen haciendo desde hace años, han negado estar inmersos en cualquier actividad en ese campo.
En Sochi, el secretario de Estado ha hecho un llamamiento a Moscú para que liberara a los marinos ucranios presos desde noviembre después del incidente en el estrecho de Kerch —en el que un buque ruso impidió el paso a tres barcos de la Armada ucrania—, lo que permitiría comenzar positivamente las relaciones con el nuevo presidente electo Volodímir Zelenski.
A pesar de las grandes y numerosas diferencias constatadas, hay optimismo sobre el futuro de las relaciones entre ambos países. “Después de que se publicara hace poco el informe del fiscal especial Robert Mueller, espero que las pasiones se calmen en la otra orilla y que podamos avanzar por fin en la creación de una relación más constructiva y de un diálogo profesional entre Rusia y Estados Unidos”, ha opinado Lavrov.
El ministro ruso no es el único en piensa así; son muchos los que recuerdan que Donald Trump, antes de resultar elegido presidente, había elogiado a Putin, pero luego de asumir en la Casa Blanca las relaciones con Moscú, lejos de mejorar, empeoraron. Con el fin de la investigación de Mueller, las presiones sobre Trump remiten. Tanto que, al comienzo de sus conversaciones en Sochi, Pompeo ha declarado: “Hoy me encuentro aquí porque el presidente Trump está decidido a mejorar las relaciones con Rusia”.
Lavrov se ha lamentado de que la tensión entre Moscú y Washington influya negativamente en la situación mundial, por lo que es hora, ha dicho, de emprender pasos concretos para distender las relaciones, a pesar de las “sospechas y suspicacias” que existen en ambas partes.
Pompeo y Lavrov han coincidido en la necesidad de restablecer los canales de comunicación entre las partes, y el jefe de la diplomacia rusa ha señalado que la creación de consejos ruso-estadunidense no gubernamentales y comerciales contribuiría a disipar la desconfianza mutua existente.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/05/14/actualidad/1557860465_302814.html