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Edson, ícono de la lucha por los migrantes, se confiesa

Migrantes hoy

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Wooldy Edson Louidor es su nombre completo. Haitiano, español perfecto, incansable, ícono de la lucha por los derechos de los migrantes en Latinoamérica, nos revela sus secretos.

¿Cuándo te fuiste de Haití por primera vez y por qué?

Me fui de Haití por primera vez en enero de 1996, a los 20 años de edad recién cumplidos, para iniciar una larga formación humana, académica y profesional, que no he terminado hasta el día de hoy.  Este primer viaje hacia México fue también el comienzo de una trayectoria emocionante y enriquecedora como migrante en el Caribe (Haití, República Dominicana) y en América Latina (Brasil, Ecuador, Panamá, Venezuela, Chile, Colombia, etc.), estudiando, trabajando con migrantes haitianos y refugiados colombianos, investigando sobre temas de migración y hospitalidad, aprendiendo, aportando.

¿Desde cuándo te interesas por los migrantes?

Empecé a trabajar en 1998 con migrantes indígenas mexicanos que vivían en Guadalajara, la segunda ciudad de México. Trabajé principalmente con los jóvenes indígenas wiraritari (que los mestizos llaman huicholes) que llegaron a esta metrópoli para buscar oportunidades de estudio. En esta experiencia concreta, son varias cosas que hicieron que me interesara por los migrantes: en primer lugar, su voluntad inquebrantable de seguir adelante a pesar de las dificultades que afrontaban en una ciudad hostil o por lo menos no tan hospitalaria hacia ellos; luego, su apego a su cultura, sus usos y costumbres y también su lucha por mantenerlos vivos; el espíritu comunitario que los animaba a organizarse para salir adelante. Realmente me di cuenta que había mucha afinidad entre estos hermanos indígenas y las comunidades negras, en particular con mi pueblo [haitiano]. Una de las grandes lecciones que aprendí de los migrantes wiraritari es la siguiente: detrás del migrante existe un rostro humano, una persona, una cultura, una resistencia, una esperanza e incluso toda la sabiduría de un pueblo. Encontrarse con un migrante, en un sentido profundo, es encontrarse con todo un mundo con todas sus fracturas y su belleza; y esto es lo que más me interesa.

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