Por Isaías Covarrubias Marquina*
La construcción del Muro de Berlín y, especialmente su caída, han formado parte de los momentos más emblemáticos de la historia del siglo XX. Este muro dividió Berlín en dos partes durante veintiocho años, separando a miles de familias y amigos. A su vez, las diferencias entre los comunistas y los aliados fueron creciendo hasta llegar al punto en que surgieron dos monedas, dos ideales políticos y, finalmente, “dos Alemanias”. Diversos relatos y obras hoy preservan la memoria histórica de un país que, a fuerza de voluntad, logro la unificación
FICHA TÉCNICA
Película: Good Bye, Lenin!
Dirección: Wolfgang Becker.
País: Alemania.
Año: 2003.
Género: Drama / Comedia.
Duración: 121 minutos.
Es sabido que la caída del Muro de Berlín, suceso que comenzó un 9 de noviembre de 1989 y duró varios días, además de propiciar la reunificación de Alemania en un solo país, significó un hecho emblemático del derrumbe de los socialismos reales, los existentes bajo la “cortina de hierro”, una cortina que cubría con un relativo manto de secreto cómo se vivía en los países socialistas y cómo funcionaba la economía socialista.
Treinta años después del derrumbe de esos socialismos, aún se debate intensamente sobre estos en aras de sacar en claro no solo las fallas que arrastraban, sino incluso sus bondades, que también las tenían. Por supuesto, las fallas privaron para su colapso, pero en retrospectiva también fallaron los análisis y las previsiones optimistas de esa época, como las expuestas por el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, quizás la más conocida, de que sobrevendría un orden liberal en lo económico y democrático en lo político, que arroparía hasta las naciones económica y socialmente más rezagadas de manera que el mundo se uniformaría alrededor de una sola tendencia liberal de progreso y bienestar global.
Además de los análisis económicos, geopolíticos y de otra índole, el cine se ha encargado de retratar algunos rasgos característicos de las dos Alemania y de las diferencias acentuadas entre una –la capitalista–, y otra –la socialista–, pero también de mostrar algunas semejanzas. De esas películas, a mí particularmente, me gusta mucho el film alemán: Good Bye, Lenin!
Good Bye, Lenin!, describe las vicisitudes que pasa una familia tras la enfermedad de la madre, una mujer orgullosa de ser socialista, miembro del partido y comprometida con mantener el socialismo en Alemania Oriental, que cae en coma en octubre de 1989 y solo despierta varios meses después. Los médicos indican a sus dos hijos que, ante los profundos cambios sufridos desde la caída del muro de Berlín, probablemente su madre no los aceptaría ni resistiría ver su mundo vuelto trizas –un mundo que ya no existe– y tendría un shock que probablemente le provocaría la muerte. El hijo toma la decisión de hacer todos los esfuerzos necesarios para recrear la Alemania socialista que desapareció, por lo menos para que exista por un tiempo a los ojos de su madre. Entonces es cuando uno asiste a ver los aspectos económicos y sociales que tenía esa Alemania: alta regulación de los mercados, producción obedeciendo a unos planes estrictos, uniformidad en el consumo, tecnología obsoleta, industrias contaminantes, relativamente baja productividad, falta de innovación, racionamiento. Todo ello contrasta con el sistema económico que se impuso, guiado por el funcionamiento del libre mercado, la alta productividad, el consumo conspicuo y la libertad de la toma de decisiones para trabajar, invertir y emprender.
Uno de los aspectos más chocantes de los cambios que se observan en la película es encontrar a un antiguo astronauta de Alemania Oriental, un héroe de la nación, trabajando de taxista pues en las nuevas condiciones del mercado laboral capitalista su formación y preparación como astronauta no le sirve de mucho para conseguir un trabajo en el sector público, como el que tenía bajo el manto protector del socialismo. En pocas palabras, se cambió un sistema económico poco productivo pero que brindaba una relativa estabilidad laboral (siempre y cuando el trabajador no se metiera en problemas políticos o protestara) y una relativa seguridad social, por un sistema económico altamente productivo, competitivo, pero donde priva la incertidumbre en el mercado laboral y en la seguridad social, donde cualquier ralentización del ritmo de crecimiento económico puede generar mucho desempleo y una caída de la producción y del consumo, y la seguridad social no está plenamente garantizada.
Dos Alemania, una película y una economía, porque lo que también revelan los hechos históricos ocurridos hace treinta años, desde la caída del muro de Berlín, y lo corrobora desde entonces el desempeño económico de la unificada Alemania, es que en definitiva los principios económicos básicos funcionan en casi todas las situaciones. De estos principios económicos básicos destacaré dos de los más comunes: (1) la gente responde a los incentivos y (2) los mercados competitivos funcionan más eficientemente que los mercados regulados.
Ahora bien, que los agentes económicos –llámese consumidores, empresarios, inversionistas–, respondieron a los incentivos que se ofrecían con la unificación de Alemania se deja ver en la aceleración de la actividad económica de esos días generada por consumidores con el incentivo de contar con una gran variedad de productos con los que no contaban en la Alemania Oriental; de empresarios ávidos por producir más bienes y servicios para esos consumidores; e inversionistas dispuestos a invertir en empresas y negocios ante la expectativa de lograr una alta rentabilidad de la inversión.
También los trabajadores respondieron al incentivo de poder laborar atraídos por salarios competitivos, que reflejaban mejor el valor de sus capacidades y habilidades laborales. Y todo ello fue posible porque en Alemania Occidental funcionaban los mercados con relativa libertad, donde la determinación del precio de los bienes y servicios, los salarios, la tasa de interés, se correspondían con las decisiones de oferta y demanda que tomaban los agentes económicos y no con las prescripciones y regulaciones de precios como las existentes en la Alemania Oriental, que terminaron por provocar desabastecimiento, racionamiento y otros problemas en los demás mercados, lo cual finalmente influyó sobremanera en el mediocre desempeño de su economía.
Y no es que en la Alemania unificada con orientación capitalista, de libre mercado, no existan problemas económicos y sociales, pero ni los gobernantes, ni los ciudadanos alemanes confrontados con estos problemas parecen tener en mente dar marcha atrás hacia el socialismo, como lo intenta el amoroso hijo de Good Bye, Lenin! al menos por un fin noble y piadoso, preservar la vida de su madre recreándole un mundo socialista que no solo desaparecía rápidamente, sino además no funcionaba ni funciona en ninguna parte.
*Economista. Profesor Investigador Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.