Por Alfredo Infante s.j.
San Ignacio de Loyola, el peregrino, invitaba a centrar las energías en cada momento de la vida. Estaba claro, por experiencia propia, que vivir el presente de manera consciente es una decisión necesaria para crecer humanamente.
Para esto, recomendaba un ejercicio muy sencillo: preguntarnos al inicio de cada actividad ¿dónde estoy? ¿a qué vengo? Estas dos preguntas son un cable a tierra, un ancla para vivir el momento presente con provecho. Si no vivimos el presente con los ojos abiertos, la vida se nos escapa o, como dice el dicho: «Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente».
Hacer unos minutos de silencio, tomar consciencia de la respiración antes de empezar cualquier actividad y hacernos las preguntas claves de Ignacio ¿Dónde estoy? ¿A qué vengo? nos ayudará a centrar nuestras energías en cada momento y alimentarnos de las experiencias vividas.
Estar por entero en cada momento es vivir el presente con densidad. Recuerda las palabras de Jesús «¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, podría añadir una sola hora al tiempo de su vida?… no se preocupen por el mañana que el mañana trae su propio afán» (Mt 6,27.34) ¡Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor!
Sagrado corazón de Jesús en voz confío.
