Alfredo Infante sj*
Uno de los fundamentos teóricos del populismo es la sentencia «vox populi, vox dei» o « la voz del pueblo es la voz de Dios». En la liturgia del domingo de ramos la palabra de Dios nos pone en evidencia la falacia de esta afirmación. La procesión comienza con la lectura de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, centro del poder judío.
El pueblo lo proclama rey, mesías, y lo recibe con vítores; alfombra su paso con mantos y con ramas de olivo; los ricos con mantos, los pobres con ramos. El pueblo espera el triunfo político del mesías y la liberación de Israel. Sin embargo, pronto se defraudarán, porque sus expectativas no se corresponden con el proyecto histórico de Jesús; el mesianismo de Jesús, es un mesianismo antimesiánico, no viene a sustituir, viene a despertar.
No viene a dominar, viene a servir. Su fuerza es el amor, no las armas. Su reino, no es según la lógica de este mundo. Por eso, entra montado en un burrito como señal profética de que la salvación no está en el poder y las riquezas sino en la sencillez y el amor. No hay vista para ver tan contundente signo porque las expectativas mesiánicas han enceguecido la mirada sobre la realidad. El burrito, es un llamado de Jesús a cambiar de paradigma, un grito profético.
La liberación no viene desde las potestades del mundo, se va labrando desde abajo, en lo sencillo, en el silencio, en el secreto, en lo germinal y contundente. El pueblo proclama rey a Jesús, pero el reino de Jesús no es el de sus expectativas.
En la segunda parte de la liturgia, en la eucaristía, se proclama la pasión y muerte de Jesús. Allí, el mismo pueblo que gritaba «¡viva el rey de los judios!», ahora, convertido en masa manipulada por los intereses de poder, grita: « ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!». Podríamos decir que el pueblo subjetivamente es víctima de sus expectativas mesiánicas, y, éstas objetivamente, les hace presa fácil de las manipulaciones del poder y, el resultado es la muerte del justo: la crucifixión de Jesús.
«Vox populi, vox dei», el contraste de las escenas de hoy, nos muestra que todo mesianismo es engañoso y nos conduce al despeñadero; que el verdadero camino de liberación está en la consciencia personal y ciudadana, sólo así seremos corresponsables de nuestro destino, transitaremos la historia sin crucificar al justo y, seremos libres de las manipulaciones del poder. El reino de Jesús, es el reino del despertar de las consciencias y los corazones.
En Venezuela las expectativas mesiánicas y la falsa creencia de «vox populi, vox dei», nos han llevado al populismo y, el mismo, a esta tragedia humanitaria, sin precedente, que crucifica a millones de venezolanos.
Es hora de despertar. Levantemos las palmas de nuestros corazones y conciencia.
Oremos: Señor, que al levantar nuestras palmas se levante y despierten nuestros corazones y conciencia para transitar el camino de la liberación.
*Sagrado corazón de Jesús, en vos confió*
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.