El pasado domingo 05 de Julio, el papa Francisco aterrizó en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre en Quito. Aproximadamente a las 2:48 p.m. (hora local) arribó en un avión de la aerolínea italiana, Alitalia, luego de 13 horas de viaje.
A su llegada, lo esperaba el presidente del Ecuador, Rafael Correa junto a su esposa. Asimismo, lo recibieron los representantes del Episcopado ecuatoriano como los Arzobispos de Quito y Guayaquil, Mons. Fausto Trávez y Mons. Antonio Arregui, respectivamente.
En su primer discurso en tierra ecuatoriana se dirigió así al pueblo que lo esperaba:
“Desde aquí quiero abrazar al Ecuador entero. Que desde la cima del Chimborazo, hasta las costas del Pacífico; desde la selva amazónica, hasta las Islas Galápagos, nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y ancianos, que son la memoria de su pueblo, de confiar en la juventud, y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su País, que según el señor Presidente es el paraíso”
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Por su parte, el presidente Rafael Correa, le dio la bienvenida al Sumo Pontífice, abordó varios temas como la injusticia, la migración, la pobreza, la globalización, entre otros; hasta se tomó la oportunidad de elogiar a su propio país:
“Los argentinos muy orgullosos dicen ‘El papa es argentino’; mi querida amiga Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, dice ‘Bueno, el Papa será argentino, pero Dios es brasileño’. Por supuesto que el Papa es argentino, probablemente Dios es brasileño, pero de seguro el paraíso es ecuatoriano”
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