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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Diálogo necesario

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El País de España

Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez

La voluntad del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó de tratar de encontrar una salida a la crisis institucional del país sudamericano restableciendo algún mecanismo de encuentro con el régimen de Nicolás Maduro, constituye un ejercicio de realismo político en un momento en el que lo que más urge es evitar la parálisis en la que está sumido el país entero.

Guaidó arriesga incluso la crítica de parte de la misma oposición al dar ese paso, pero lo cierto es que lo ha hecho sin renunciar a los principios básicos por los que fue elegido presidente encargado de Venezuela por la Asamblea Nacional: la liberación de los presos políticos, la convocatoria inmediata de elecciones libres y transparentes y, en resumen, el retorno de Venezuela a la democracia. Y en acuerdo con las líneas básicas de la ronda de conversaciones celebrada por los representantes de la oposición en Barbados. Una línea, además, respaldada por la comunidad internacional.

La aceptación del eventual diálogo —necesario para evitar el choque directo en las calles y para intentar aliviar el sufrimiento de la población— no implica ignorar que se están acumulando las acusaciones de organismos internacionales contra el régimen de Maduro por violaciones de los derechos humanos y tortura.

Entre esas denuncias figura la realizada esta semana en una entrevista con EL PAÍS por una prominente figura chavista, el exdirector de los servicios de inteligencia, Cristopher Figuera. Este, exiliado ahora en Estados Unidos, asegura que las torturas por parte del régimen son sistemáticas y revela un entramado que incluye medios electrónicos y persecuciones sobre el terreno, para vigilar a los opositores.

Figuera, que fue decisivo en la liberación del opositor Leopoldo López, es un testigo clave sobre el proceder violento del chavismo como estrategia de Estado y no como la actuación individual de elementos descontrolados, como a veces se ha intentado explicar. Una buena muestra de esta estrategia es lo que está sucediendo en torno a la muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta, fallecido mientras permanecía detenido por los servicios secretos y cuya autopsia ha revelado politraumatismos e indicios de electrocución. A la familia no se le ha permitido reconocer el cuerpo hasta pasadas casi dos semanas, y el entierro ha tenido lugar bajo estrictas restricciones de asistencia, circunstancias ambas impropias de cualquier sistema mínimamente democrático.

Mientras la oposición, liderada por Juan Guaidó, intenta mantener abierto el diálogo a pesar del hostigamiento, Maduro sigue hostigando a los opositores a pesar del diálogo.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/11/opinion/1562861245_337559.html

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