Jesús María Aguirre sj
¿Qué cosas han cambiado desde que el día 12 de octubre fue declarado día de la Resistencia Indígena? Por supuesto los calendarios y almanaques han desterrado el Día de la Raza, aunque no siempre nos quedó claro de qué raza se trataba, pues los afrodescendientes y los mestizos bifrontes no se sentían incluidos en esta conmemoración y menos en la de la resistencia indígena. Por lo demás el proceso actual y las últimas decisiones gubernamentales no parecen haber transformado substancialmente el estado actual de los indígenas a pesar de las proclamas constitucionales (ver “La política indígena camina en retroceso”, SIC, Nº736, julio 2011 ).
No se trata de negar el terrible proceso de conquista y colonización del llamado Nuevo Mundo por parte de los europeos, no sólo españoles, pero sí de aclarar y precisar las narrativas de algunos voceros políticos que utilizan la historia o los deshechos de ella como si se tratara de unas comiquitas de Tarzán.
Así nos cuentan cómo con Cristobal Colón al frente llegaron unos tipos malucos que con la cruz y la espada aplastaron a todos los indígenas que vivían idílicamente en el paraíso terrenal, les engañaron intecambiando baratijas de vidrio por su oro y plata y los convirtieron en sus esclavos. Y para completar la obra los misioneros se dedicaron a inculcarles la sumisión a sus señores como condición para llegar al reino de los cielos. Entonces llegó…
También es común en publicaciones como “Independencia 200” recurrir a procedimientos anacrónicos, retrotrayendo opiniones de hoy al pasado como si la sensibilidad antropológica de ayer fuera como la actual. Así un supuesto diario de 1915 trae como titular noticioso: “Pueblos indígenas amenazados con la promulgación de la Ley de Misiones”. Por el hecho de que el Ejecutivo Federal decide encargarse de la contratación de personal nacional o extranjero para atender a los pueblos indígenas con el propósito de reducir y atraer a la vida ciudadana a las tribus, la nota del periodista actual concluye anacrónicamente que ello “implica el total desconocimiento de las prácticas y tradiciones culturales de estos pueblos” (19-25 de septiembre de 2011).
Otro capítulo de este arte de birlibirloque es el de dedicarse a cubrir con la imaginación las lagunas históricas. Con motivo de estas celebraciones del Bicentenario un escritor crítico denuncia el silenciamiento de los indígenas y elabora unas conjeturas sobre lo que pasaba en la mente de Guaicaipuro:
“Lo que sostengo es que no sólo no se siguió en ese curso crítico de deconstrucción de la falacia con la que nos han venido y nos siguen engañando, sino que se retrocedió a posiciones verdaderamente ofensivas con el pasado, como inundar a Caracas con pendones de la Alcaldía del Municipio Libertador en los que, en alusión al 19 de abril de 1810, se leía “Doscientos años combatiendo imperios”, haciendo que cualquiera se pudiera preguntar qué andaría haciendo Guaicaipuro en 1568, cuando Diego de Losada ordenó capturarlo vivo o muerto. Si no estaba combatiendo imperios ¿qué estaba haciendo, jugando metras? Pero si en verdad estaba combatiendo, al precio de su vida, al imperio español, ¿por qué el Bicentenario lo borra?”
Lamentablemente no podemos responder a las incógnitas del escritor, ya que no disponemos de testimonios indígenas escritos para entender mejor lo que ocurría en la mente del Cacique Guaicaipuro en ese momento. Pero precisamente, la obra de José del Rey s.j., “Nosotros también somos gente” nos permite analizar con más realismo las relaciones de los conquistadores –españoles y francoholandeses– con los indígenas y de estos entre sí, así como también cubrir la laguna sobre el papel de los misioneros en estas confrontaciones.
El título “Nosotros también somos gente” ha sido escogido por el autor en contraposición al grito de los caribes coloniales venezolanos: “Ana karinarote” (Sólo nosotros somos gente”). Pues los caribes, como cuenta el P. José Gumilla, eran tan altivos que miraban al resto como sus esclavos: “Amukon paparoro itoto nanto: Todas las demás gentes son esclavos nuestros”.
Según el antropólogo Daniel Barandiarán está por estudiarse el papel de un estamento de indios del Caribe que se convirtió a los largo de 130 años en el mayor traficante de esclavos indios para los mercados franco-holandeses del Mar Caribe.
Este drenaje poblacional, que desintegró todas las demás tribus orinoquenses y guayanesas, está por conocerse y en este sentido el estudio de José del Rey, s.j., aporta nuevas claves para aproximarse al problema, pues, ciertamente, todas estas etnias nunca pudieron dejar constancia de su trágica existencia, y mientras algunas versiones de ayer se nutrieron de la leyenda negra antiespañola, otras interpretaciones actuales se alimentan más de resentimientos que de datos fundados.
La lectura y consulta de esta obra “Nosotros también somos gente. Los jesuitas en Venezuela. Indios y jesuitas en la Orinoquia”*, publicada por la Academia Nacional de la Historia, puede ser una forma provechosa para nutrir nuestra visión en ese día memorable con algo más de substancia que una soflama pseudohistórica y unas arengas rabiosas, que están más orientadas a la pugna electoral que a la dignificación de nuestros indígenas aun irredentos.
Cambió el nombre de la conmemoración, tumbaron las estatuas de Colón, publicaron pasquines antiimperialistas, pero los indígenas de ayer y hoy siguen irredentos, aun con todas las misiones religiosas y civiles. Al menos gracias, en parte, a algunos misioneros y a sus testimonios escritos podemos reconocer ayer y hoy la devastación cultural y el clamor de nuestros hermanos indígenas.
Fuente:
*Del Rey, José (2011) Los jesuitas en Venezuela. Nosotros también somos gente. Indios y jesuitas en la Orinoquia. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 270. Caracas.
Refencias en SIC:
– Vitti, Minerva (2011) “Indígena sin territorio es indígena sin futuro”, SIC, Nº 732, p. 80-83
– Colectivo Yukpa (2010) “Los indígenas quieren ser escuchados”, SIC, Nº 730, p. 466
– Centro Gumilla (2008) “De América Latina a la América pluricultural”, SIC, Nº 707, p. 290-201
– Setién, Adrián (1997) “Tarea evangelizadora de los capuchinos”, SIC, Nº 599, p. 430-431