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Desolación y decisión

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Foto: Flickr

Por Alfredo Infante s.j.

San Ignacio de Loyola, nos recomienda que: «En tiempos de desolación no hacer mudanzas».

Estar desolado es estar seco, como sin ánimo, viviendo un desierto espiritual.

La desolación tiene diferentes causas, tanto externas como internas, por eso es bueno hacer ejercicio de introspección para identificar y nombrar dichas causas, si no lo hacemos, éstas inconscientemente terminarán conduciendo nuestra vida y reduciendo nuestra libertad.

Aprender a ponerle nombre a lo que ocurre en nuestra vida interior es muy importante para superar nuestras crisis internas y ampliar nuestra libertad de decisión.

Cuando estamos en desolación las cosas se ven grises, opacas, sin luz. Pareciera que todo se nos derrumba. Hasta nos preguntamos si la vida tiene sentido y si vale la pena vivir.

Ignacio está convencido de que en estas situaciones existenciales somos muy vulnerables y el enemigo susurra a nuestros oídos y corazón, para reducir nuestra libertad y desviar nuestras opciones fundamentales.

En este tiempo de cuarentena todos hemos experimentado un cambio en nuestros hábitos y muchos se han sentido desconcertados en su psicología y desolados espiritualmente. Es normal en todo reacomodo existencial, involuntario, venido de fuera.

Según San Ignacio, no es aconsejable, cuando transitamos existencialmente un momento de confusión y desazón interior, tomar decisiones que cambien la dirección de nuestra vida.

Seguramente antes de la cuarentena tenías propósitos que, hoy, por estar en distanciamiento social y exiliado de tu vida ordinaria, parecieran ser imposibles, y este hecho genera en ti desazón espiritual y mucha inquietud interna ante el futuro.

El santo de Loyola te invita a no cambiar tales propósitos, a tener paciencia y no desesperar; antes bien, discernir cómo en estas nuevas circunstancias se hacen posible tales opciones y, esperar a que pase la tempestad, «recuerda que después de toda tempestad viene la calma».

La tempestad es parte del camino de la vida; llega, muchas veces no depende de ti. Cuando llega genera incertidumbre y desolación, y éstas son experiencias propias del ser humano, que no hay que evadir, pero tampoco dejarse arrastrar por ellas al punto que comanden tu vida.

Para el peregrino de Loyola, en la incertidumbre y desolación, muchas veces nos viene la tentación de bajar los brazos, de abandonar todo y lanzarlo por la borda y, resignados, cambiar de ruta; pero él, quien vivió muchos momentos de incertidumbre y desolación, nos alerta y nos dice que los mismos no son buenos momentos para mudar o cambiar de propósitos, porque la experiencia reza que si se toman decisiones vitales en situaciones oscuras, lo más probable es que esa decisión saque a la persona de las opciones fundamentales de su vida y termine lamentándose o, peor aún, desbarrancándose.

Recuerda, no tomar decisiones impulsivamente para huir de ti mismo y de la situación; es importante tener paciencia, saber esperar, porque «en tiempo de desolación no hay que hacer mudanza».

¡Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor!

«Sagrado corazón de Jesús en vos confío»

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