Por Rodrigo de Oliveira Andrade | scidev.net.
Las áreas impactadas por desastres mineros requieren estudios independientes de monitoreo científico que puedan medir los daños ambientales y la salud, informen debidamente a los decisores de políticas sobre la salubridad a largo plazo de los sistemas afectados, y determinen la extensión de los impactos y las estrategias a adoptarse después de la tragedia.
Esta es una de las lecciones aprendidas tras la rotura de una enorme presa de relaves en la ciudad de Brumadinho, en el estado de Minas Gerais, en el sureste de Brasil, en enero de 2019, que arrojó toneladas de lodo y relaves de hierro al río Paraopeba, usado hasta entonces para abastecer algunas de las principales ciudades de dicho Estado.
La rotura de la presa fue uno de los peores desastres socioambientales de Brasil. Mató a más de 270 personas y causó serios estragos a casi 40.000 residentes de los alrededores. También aumentó drásticamente los niveles de metales pesados en el río Paraopeba, destruyendo asimismo 133.3 hectáreas de vegetación del bosque atlántico y 70.6 hectáreas de áreas protegidas a lo largo de sus cursos de agua.
“Los estudios independientes son importantes porque tienden a ser una fuente imparcial de información que puede ser consultada tanto por los tomadores de decisión como por la población afectada”, precisa Alex Bastos, geólogo de la Universidad Federal Espírito Santo (Ufes).
“Se pueden generar muchos datos, pero si la población no los conoce y no cree en los resultados, hay una escalada de conflictos, por lo que no solo se trata de llevar a cabo estudios independientes, sino también de crear un sistema de manejo de la información y un modelo de comunicación capaz de informar adecuadamente a la población afectada por este tipo de desastre”, agrega.
Para Vivian de Mello Cionek, bióloga de la Universidad Estatal de Santa Catarina, “este tipo de estudios proporcionan bases científicas para una mejor evaluación de los impactos ambientales asociados con las fallas de las represas, guiando hacia una discusión más efectiva del daño causado por la falta de una cultura de seguridad en operaciones riesgosas”.
Y la bióloga Cybelle Longhini, también de Ufes, opina que los estudios en las áreas impactadas por desastres mineros “son importantes para entender las respuestas de la gran contaminación por metales a nivel del ecosistema y los resultados pueden orientar futuros estudios sobre estrategias de manejo y conservación de las áreas afectadas”.
Bastos, por su parte, señala que “cada estudio ambiental posterior a un evento de alto impacto es importante para generar datos con información imparcial y de calidad que sirva a los tomadores de decisión”.
Añade que, a un año del desastre de Brumadinho, lo más importante “es la producción de información de calidad sobre los impactos por parte de empresas independientes, universidades o centros de investigación y que esos datos sean auditados y debatidos”.
“El papel de las universidades públicas cuando ocurre un desastre ambiental grave es apoyar a las autoridades públicas y a la población para que sean una fuente de información que pueda consultarse y considerarse imparcial”, señala.
Un río inutilizable y una catástrofe que continúa
Una de las mediciones de impacto fue realizada una semana después del desastre por un equipo de investigadores de la Universidad Estatal del Norte de Río de Janeiro. Los investigadores realizaron análisis biogeoquímicos, microbiológicos y ecotoxicológicos en los 464 kilómetros del río y los repitieron cuatro meses después.
Los resultados han sido publicados en la edición de febrero de la revista Science of the Total Environment y sus autores coinciden con otros expertos en la necesidad de realizar estudios de impacto independientes.
Encontraron que inmediatamente después de la ruptura, la turbidez del río en Brumadinho —a 6 km del desastre— era 30 veces mayor que el estándar recomendado por la Resolución Brasileña de Calidad del Agua, una regulación emitida por el Consejo Nacional de Medio Ambiente de Brasil.
Igualmente, los valores de mercurio estaban 21 veces por encima del nivel aceptable. El mercurio es un metal tóxico que puede ser potencialmente dañino para el medio ambiente, los animales y humanos.
Cuatro meses después del desastre (mayo de 2019), los parámetros de calidad evaluados indicaban que el agua del río no era apta para suministro humano ni para la pesca.
El equipo también identificó un aumento de hasta 60 veces en la colonia bacteriana tolerante al hierro en un lugar ubicado a 115 km aguas debajo de la rotura de la presa, en comparación con la evaluación hecha en febrero de 2019, indicativo de que la descarga de mineral en el río está estimulando el crecimiento de microbios patógenos y tóxicos en el agua.
“Posiblemente ello indica la llegada del relave mineral a ese lugar”, indica Carlos Eduardo de Rezende, biólogo de la Universidad Estatal del Norte de Río de Janeiro y uno de los autores del estudio.
“También sugiere que las aguas son altamente tóxicas y pueden representar una amenaza para la salud pública, ya que estimulan el crecimiento de microbios potencialmente patógenos y tóxicos”, advierte Omar Yazbek Bitar, geólogo del Instituto de Investigación Tecnológica de São Paulo.
Para Bastos, la importancia de este estudio es que presenta información básica que muestra que la sanidad del río está comprometida, “lo cual parece obvio considerando que el volumen de relaves todavía debe seguir alimentando al río, lo que significa que el evento no ha terminado”, subraya.
Así parece indicarlo también el estudio más reciente, lanzado por la Fundación SOS Mata Atlântica en enero de este año, después del análisis realizado entre el 8 y el 17 de enero en 21 puntos ubicados a lo largo de 356 km del lecho del río, que determinó que el río sigue estando inutilizable y sin condiciones de vida y que, debido a las fuertes lluvias en la región, los metales pesados fueron llevados a puntos más alejados del lugar de la tragedia.
Bastos cree posible que los impactos resultantes de la ruptura de la presa Brumadinho en el río Paraopeba permanezcan desconocidos en gran parte.
Los investigadores también observaron una alta mortalidad en los embriones del pez cebra en toda el área de estudio, tanto en febrero como en mayo, lo que en opinión de Rezende “podría ser una consecuencia del deterioro de la calidad del agua en el área estudiada”.
Las fallas en las presas de relaves solían considerarse eventos aislados en Brasil, pero han ido en aumento en años recientes. Desde 2015, el estado de Minas Gerais, que tiene una larga historia de extracción de recursos mal regulada, ha sido testigo de dos grandes rupturas de relaves de hierro.
El riesgo de nuevos desastres en las represas de Brasil también es muy grande. El último Reporte Anual de Represas, de noviembre de 2018, advierte que 45 instalaciones de este tipo de Brasil presentan alto riesgo de fallas, incluyendo cinco represas de relaves mineros..
Fuente: https://www.scidev.net/america-latina/medio-ambiente/noticias/desastres-mineros-requieren-monitoreos-independientes.html