Luisa Pernalete
En el año 2000, las autoridades del Penal de El Dorado, pidieron a Fe y Alegría suspender las clases en la pequeña escuela por razones de seguridad. Se había fugado un peligroso delincuente, de apellido Avendaño – aquel que robó unos camiones blindados – y presumían que iba ser recatado por su banda. La escuela queda a una cuadra de la pista de aterrizaje, elegantemente llamada “Aeropuerto”. Nos explicaron que los niños podrían ser tomados como rehenes. Comprendimos la situación, pero era finales noviembre, ¿íbamos a perder todo diciembre de clases? Para nosotros un día de clases importa. Meditamos y resolvimos pedir apoyo a las familias y durante el período de peligro, tuvimos actividades en casas de padres y representantes que vivían al otro lado del pueblo, pero no podríamos dejar a los niños y niñas sin clase.
Traigo esta anécdota porque los derechos son para respetarlos, y en el caso de NNA son Prioridad Absoluta según nuestra legislación vigente (CRBV Art. 78 y LOPNNA Art. 7) Los niños son cosa sería pues, y depende de la familia, la sociedad y el Estado, que esos derechos se cumplan.
Este año escolar comenzó mal, pues debido al final abrupto del año escolar pasado, cuando las actividades de todo tipo se suspendieron el 15 de julio, quedaron tareas pendientes y hubo que hacerlas en septiembre. Luego en octubre, por las elecciones regionales, nueva suspensión, y nos preocupa profundamente que, para las elecciones de alcaldes, ya anunciadas para el 10 de diciembre, se suspenda una semana antes, y será difícil que se reinicien el 11, dada la cercanía de la navidad.
Los que toman las decisiones deben ponerse en el lugar de los estudiantes, de sus familias y de los educadores. La formación de hábitos es necesaria, y requiere de cierta rutina. Este desorden de suspensiones – que de paso consideramos sin necesidad – no ayuda para nada. El mensaje que se le da a los chicos es que “un día de clases no importa”, o peor, “el derecho a participar en elecciones es más importante que el derecho a la educación”. O “los derechos de los adultos están por encima de los derechos delos NNA”. Además, aunque muchos no lo crean, a los muchachos les gusta la escuela. “¿Porque no hay clases si yo hice mi tarea? “, dijo un día la pequeña Victoria cuando su madre le informó que por un juego de la Vinotinto el Gobernador había suspendido las actividades en las escuelas. “¿Por qué ese señor hace eso?”, preguntó la niña que de 5 años.
Sume a lo anterior el drama para las familias. La mayoría de los padres ahora tienen que trabajar para conseguir cómo dar de comer a sus hijos. ¿Dónde están los Hogares de Cuidado Diario o los lugares en donde los niños y niñas puedan quedarse protegidos? ¿Y qué tal los adolescentes sin clase? Ya se sabe: a la calle, con todos sus riesgos.
Otro agravante. Dada la situación de hambre, mal que bien, si hay colegio, puede que haya comida. Según el Ministro Jaua – declaraciones deseptiembre-15.000 planteles se beneficiarán este año del PAE – Programa de Alimentación Escolar-. De ser cierta esa cifra, esas 15.000 escuelas quedarían unos cuantos días sin ofrecer alimento a sus alumnos.
La Educación de los NNA es algo serio. Los eventos electorales no tienen por qué vulnerar este derecho. ¿No son capaces las autoridades de cumplir sus deberes sin atentar contra el cumplimiento de los deberes y derechos de otros?