Jesús no empuñó las armas de los rebeldes, ni predicó una insurrección armada, ni apoyó la violencia del imperio romano , ni la del rey Herodes, ni la conducta discriminatoria y excluyente de los sumos sacerdotes. Por ello, no tuvo hombres armados que le acompañaran y defendieran, y cuando uno de los suyos arremetió con la espalda a uno de los que habían venido a arrestarlo en el huerto de los olivos lo reprendió y le pidió que guardara su arma. Él, hombre de paz, constructor de paz, desarmado y sin violencia, se sorprendió que vinieran con palos y armas a arrestarlo. Estaba desarmado en un mundo violento, habitado por el amor en una tierra sembrada de odio.
La muerte de Jesús fue la muerte del inocente, del pacífico, del desarmado y del pacifista… A Jesús lo mataron como rebelde político, aunque nunca organizó una sublevación contra el imperio romano. Murió porque las autoridades judías no podían soportar su forma de vivir y sus palabras que cuestionaban con valor el orden social, político y religioso, aunque su vida entera estuvo al servicio de las personas, aunque pasó por la vida haciendo el bien. Frente al poder omnipotente del imperio, no opuso resistencia por la fuerza; pero tampoco se humilló ni se doblegó , ni tampoco pidió que lo absolvieran de la condena injusta. Un hombre humilde y desarmado, similar a miles de campesinos y artesanos de su tiempo, compareció con dignidad ante el tribunal del rey Herodes, de Pilatos, el Procurador romano y del sanedrín. Todos estos poderes decidieron su muerte aunque no encontraron delito y tuvieron que recurrir a acusaciones falsas.. Frente a la crueldad y el dolor que le ocasionaron los guardias y verdugos, a pesar de la tortura y la brutalidad de esa violencia inhumana, a pesar de los abusos del poder, Jesús no rompió su ética de la fraternidad y el amor. El inocente murió perdonando a los que le crucificaban y se reían en su agonía.
Jesús nos invita a todos y todas a seguirle con su misma radicalidad. A actuar como él. El relato de la pasión y muerte de Jesús es la narración de la muerte del desarmado, del pacifico y del constructor de paz o pacifista.
El Dios de los cristianos es el Dios golpeado por la violencia, que al mismo tiempo, rompe el código de los guerreros y verdugos mediante el perdón y la respuesta no violenta ante el uso abusivo e inhumano del poder. En Jesús, Dios con nosotros, Dios hecho carne, todos los cuerpos rotos por la tortura, la guerra, la persecución y las diversas violencias, son revelación del sufrimiento a la vez humano y divino. Queda muy lejos de la fe cristiana, un Dios que organiza, defiende o bendice las guerras. Dios está con las víctimas de la opresión y la violencia, de los que sufren las guerras y no con los que las causan. Dios camina con los que huyen de la miseria y de las bombas, con los migrantes, desplazados y perseguidos, con los que dan un no radical a la violencia.
Por eso, Dios habitó en el corazón de Francisco de Asís, el santo de la fraternidad universal, incluso cósmica, que se hizo hermano de todos y de todo: del pobre, del menesteroso, del despreciado, del fuego, del lobo, del agua, del sol, y en los corazones de Gandhi y Martin Luther King, apóstoles ejemplares de la no-violencia.
Gandhi fue un hombre de una austeridad inflexible y de una absoluta modestia, que se quejaba del título de Mahatma (Alma Grande) que le había dado contra su voluntad, el poeta Rabindranath Tagore. Por medio de la no violencia logró derrotar al poderosísimo imperio inglés y conquistar la independencia de su país, India. Durante toda su vida vivió en una pobreza absoluta, sin dejarse seducir por el poder ni por la admiración de las multitudes que lo seguían febrilmente. En un país, en el que la política era sinónimo de corrupción, introdujo la ética con su palabra y con su ejemplo. Apóstol de la no-violencia murió asesinado con la palabra Rama (Dios) en los labios, por oponerse a la separación de Pakistán de la India.
El pastor de la iglesia Bautista, Martin Luther King, hizo también de la no-violencia el medio de lucha contra el racismo y la segregación que sufrían los negros en Estados Unidos. Organizó el boicot contra el transporte público que prohibía que los negros se sentaran en los puestos de adelante en los autobuses y dirigió multitudinarias marchas pacíficas en defensa de los derechos civiles y políticos de los negros y de las minorías discriminadas de Estados Unidos. Perseguido, calumniado y encarcelado, respondió a la violencia con la no-violencia, al odio con amor.
En1964, fue galardonado con el Premio Nóbel de la Paz y cuatro años más tarde murió asesinado. Como Jesús y como Gandhi, él también fue víctima de esa violencia que tanto combatieron.



