Scroll Top
Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

D & E

d-e

Por Gonzalo Oliveros Navarro

Foto: Archivo Web

Son ellas las iniciales de las dos palabras que reflejan la motivación de los migrantes en cualquier parte del mundo y, por supuesto, aplican perfectamente a los venezolanos. Desesperación y Esperanza. Bien las señala el profesor Giuseppe D`Angelo en su obra “Pan & Cambur” La Inmigración Italiana en Venezuela,  que termino de leer.

En Venezuela no existe, formalmente declarado, un estado de guerra, lo que no implica que élla no esté ocurriendo.

Cuando a usted el hampa lo acosa y no encuentra respuestas de quienes ejercen funciones de autoridad; cuando desde las mas altas instancias de poder se ejecutan –sin el menor rubor- actividades contrarias a la constitución y la ley o cuando por opiniones diferentes  a las que emiten  quienes ocupan Miraflores, usted es perseguido -para el afectado por esa situación- se está en guerra. Una contra la víctima de esos desmanes. Usted o yo. Nosotros.

Cuando sin justificación alguna, se diseña y ejecuta  una política económica cuyo objeto es hacerle la vida mas difícil  al ciudadano, es obvio concluir  que contra éste el estado ha dirigido todos sus esfuerzos, para acabarlo.

La imposibilidad de cubrir los gastos familiares con el trabajo honrado, derivado entre otros motivos, de la circunstancia que el salario mínimo mensual equivale a US$ 1.20 pero que todos los productos se facturan y venden en esta última moneda a precios muy superiores a los que rigen en el mercado internacional, sin duda alguna que genera en la víctima de esa política  un estado de desesperación.

Ante éllo solo queda la alternativa de migrar. La esperanza que fuera del lar nativo nos irá mejor. Y por esa posibilidad somos capaces de hacer lo impensado, como atravesar a pie un país entero en búsqueda de un mejor destino a sabiendas de que en no pocos casos, recibiremos  los iniciales denuestos –normales en esa circunstancia- de quienes habrán de recibirnos.

Por eso, por desesperación y por esperanza la mayoría de nosotros  – como otros antes lo hicieron en otras partes del mundo – hemos salido de Venezuela.

Téngase por cierto que, a pesar de lo bien que se nos reciba afuera, en nuestro fuero interno añoramos el retorno. Pero quienes decidamos hacerlo, regresaremos a un país distinto al que dejamos. Tan diferente como nosotros, quienes no seremos iguales a quien salió. Por lo general, seremos mejores. Las dificultades acendraron nuestro carácter.

@barraplural

Entradas relacionadas
Subscribe
Notify of
guest
0 Comentarios
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x
()
x
Nuestros Grupos