Por Andrés Cañizález | Contra Réplica
No es la primera vez que se dice, pero que se haga en este momento tiene mucho sentido. ¿Cuál es la amalgama que mantiene pegado a Nicolás Maduro al poder? ¿La represión, el control social a través de la alimentación o la ideología socialista?
Cada cierto tiempo surgen explicaciones que apuntan en una u otra dirección. Se olvidan de lo que es tal vez el factor oculto.
El año pasado Insight Crime, una organización especializada en el análisis y estudio del crimen organizado, detectó 7 razones para calificar al régimen de Maduro como un “Estado mafioso”.
No es la primera vez que ello ocurre, ya en 2010 el periodista especializado, Javier Ignacio Mayorca, hizo un reporte para la Fundación Ebert, en el cual precisamente revisaba los hilos que se han tejido en la Venezuela chavista entre el poder político y las mafias delincuenciales.
Es sin duda una perspectiva interesante para explicar las razones que mantienen al chavismo en el poder cuando tiene a cerca del 90 de la población en contra, enfrenta sanciones de Estados Unidos y otros países, no es reconocido el régimen como legítimo por más de 50 países de Occidente y sumado a todo eso, se mantiene en el poder cuando la producción petrolera cayó a los niveles que tenía hace 75 años.
La idea de que Venezuela gobernada por una mafia también ha sido explayada en un artículo editorial por The Washington Post. Para este diario, el poder real que sostiene al régimen venezolano está en el tráfico de drogas. Hablamos de operaciones de narcotráfico a gran escala y en manos de quienes detentan el poder político.
Es una perspectiva diferente que el solo hecho de hacer frente a una dictadura sostenida por militares y apoyada tanto por Cuba como por Rusia. Insight Crime tuvo una aproximación más compleja al fenómeno. Tras estudiarlo durante tres años concluyó que no existe un solo grupo mafioso aferrado al poder, sino que Maduro de alguna manera representa una figura de equilibrio para un chavismo que aguas abajo se divide entre afanes por el poder y negocios sucios.
No se trata solamente del narcotráfico. También están la minería clásica (oro, diamantes), la extracción de minerales de valor geoestratégico como el coltán, la venta de activos del Estado que van a manos de altos jerarcas. Incluso la distribución de alimentos para los más pobres es objeto de redes mafiosas que obtienen pingües beneficios.
Los llamados “colectivos”, que no son otra cosa que civiles armados desde el poder, operan en barriadas populares, actuando cuales mafias.
Garantizan “seguridad” para comerciantes a cambio de una “colaboración” en dinero o productos. Y están obviamente los uniformados, los militares. En algunos casos beneficiándose de forma directa, en otros haciéndose la vista gorda.
Lo peor, no hay una receta de cómo sacar a una mafia enquistada en el poder. O tal vez si la hay, pero nadie quiere afrontarlo.
Fuente: https://www.contrareplica.mx/nota-Cuando-gobierna-la-mafia201914517